El Techo Verde

Usando cubiertas ajardinadas mejoramos el aislamiento, expulsamos menos CO2 a la atmósfera...

Centro de Convenciones de Vancouver
Centro de Convenciones de Vancouver. Foto: sites.kiwanis.org. Haz clic en la imagen para más información

Hola, recientemente he visitado las islas Feroe, ya sabéis, las que son famosas por el festival de caza de ballenas y delfines. Estando allí recorrí la única que no había visto todavía: la isla Koltur. A esta isla sólo se accede por helicóptero y el paisaje es totalmente sublime, ya quedé con la única familia que reside allí por si me decido a edificar en sus costas, ¡me gusta que el acceso sólo sea por aire!

Fue mi primo el que me inició en el vuelo en helicóptero, él es Ingeniero Aeronáutico, sí, ya sé que me diréis que no lo habéis visto nunca en las revistas pero… ¡No a toda mi familia le gusta la prensa! En fin, como os decía, mientras él me explicaba la verdadera historia de cómo Juan de la Cierva y Peñafiel inventó el Autogiro, precursor del helicóptero, yo, Rodolfo, miraba ensimismado la “pequeña” ciudad de Vancouver cuando descubrí una cubierta singular y… ¿Cómo describirla? ¡Verde! ¡¡Muy Verde!!

De hecho, desde el aire no parecía exactamente una cubierta, parecía un jardín, un verde y hermoso jardín (un poco loco, cierto). Ya en tierra lo primero que hice fue informarme mejor sobre todos los detalles del edificio. Resultó que los creadores fueron la firma de arquitectura LMN y que el coste final de la construcción llegó a 804 millones de dólares (645 millones de euros… no está mal ¿eh?). Pero… ¿Qué podía incitar un gasto de este calibre? Un gran evento, por supuesto, y éste fue la elección de la ciudad de Vancouver en 2003 como sede de los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos para el año 2010. 

Centro de Convenciones de Vancouver

Los arquitectos con los que hablé me soltaron una retahíla sobre la perfecta integración de este Centro de Convenciones de Vancouver con el medio ambiente y la ciudad generando una transición fluida (¿es eso posible?) entre el tejido urbano, el puerto, las actividades lúdicas y la naturaleza. No pongo en duda lo que me dicen, pero me quedo con la sensación de placidez y dinamismo que genera este edificio tanto dentro como fuera de él.

El edificio tiene 1,1 millones de metros cuadrados (casi nada) y junto a él se desarrollan un parque de senderos, vías para ciclistas, espacios abiertos y plazas, estacionamientos, un viaducto de seis carriles para vehículos y dos pasillos peatonales que lo conectan al centro de convenciones original y a un nuevo hotel. Pero a parte de “nuestra cubierta” ajardinada el edificio tiene varias mejoras que han hecho que haya logrado el LEED Platinum de Canadá y otros diez premios y reconocimientos nacionales e internacionales.

Para empezar, aprovechando que el edificio “cuelga” sobre el agua del 40 al 99%, según sean las mareas, conformaron un hábitat submarino utilizando el hormigón en forma de gradas, en otras palabras ¡Crearon un arrecife artificial debajo de la construcción! Con solo 8,2 millones de dólares… Increíble. Para seguir, un sistema de tratamiento de aguas negras y de desalinización, abastece los aseos, fuentes al aire libre y, por supuesto, “nuestra cubierta”, para abreviar: abastece todo lo que no requiera agua potable. Para finalizar, utilizan una bomba de calor de agua de mar para enfriar o calentar el edificio, con esto se cubren la mayoría de las necesidades de calefacción y refrigeración que son capaces de demandar los usuarios.

Centro de Convenciones de Vancouver. Foto: sabmagazine.com

“Nuestra cubierta” tiene 6 acres (al cambio 24.281 metros cuadrados) y no es accesible para los peatones, aunque os mentiría si os dijera que yo no pude visitarlo… El techo reduce la ganancia de calor en verano hasta el 95% y la pérdida de calor en invierno en un 26% y, además, retiene las aguas pluviales por un sistema de canales de bordes en ángulo que zigzaguea creando mayores oportunidades para la absorción del agua pluvial. Tiene 400.000 plantas autóctonas, esto permite que aniden muchas especies de aves y alberga una colonia de 60.000 abejas (no tocar). Maravillado me quedé al constatar lo listos fueron al utilizar el ciclo natural de las hierbas para combinar los colores que presentan éstas, dando una composición triangular sorprendente e interesante.

Utilizando cubiertas ajardinadas mejoramos el aislamiento térmico, expulsamos menos CO2 a la atmósfera, reducimos el efecto negativo que puedan causar las fuertes precipitaciones sobre nuestro techo, aislamos acústicamente muchísimo mejor que con cualquier otro tipo de cubierta, reducimos el consumo de aire acondicionado y de calefacción y, además, nos sentimos parte activa del medio ambiente generando en nosotros mismos positivos estados de ánimo.

Centro de Convenciones de Vancouver. Foto: faciant.com

Como únicos inconvenientes podemos encontrar dos: el sobrepeso para la edificación, sobre todo en los días de lluvia en los que el sustrato absorbe el agua e incrementa su peso significativamente, y la demanda que tienen estas superficies de un mantenimiento constante y efectivo, las plantas, como ya hemos dicho, tienen un ciclo concreto de vida.

Con todo, aunque el Centro de Convenciones de Vancouver sea un edificio espectacular, las cubiertas ajardinadas alcanzan su mejor y mayor rendimiento en edificios de viviendas unifamiliares (de una o dos plantas) debido a que sus efectos positivos repercuten en un mayor porcentaje sobre la construcción y sobre el confort que generan en ella.

Así que no tenéis ninguna excusa para no incluir una cubierta ajardinada en vuestra próxima construcción, yo, por mi parte, la veo imprescindible. Adiós.

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