El Bilbao de Carla Royo-Villanova

Recibo la noticia de mi incorporación definitiva a la familia The Luxonomist estando en Bilbao. Puede decirse que esta tierra me vio nacer, aunque realmente lo hice en Valladolid. Los partos son así de caprichosos. Mi madre, bilbaína por los cuatro costados, quería que yo naciera en su ciudad pero al parecer yo tenía prisa y me quedé en Valladolid. En mí se hace real el dicho bilbaíno de que los de Bilbao nacemos donde nos da la gana.

Como es habitual desde hace 46 años, viajo no todo lo a menudo que me gustaría, pero voy mucho a Bilbao. Allí no sólo está mi familia materna sino un puñado de buenos amigos y una joyería preciosa donde se vende toda mi línea cosmética, Carla Bulgaria Roses Beauty. MatxiGlass en la Alameda de Urquijo nº 20 es una tienda muy especial y diferente pues en ella se pueden encontrar no sólo las maravillosas piezas que diseñan las hermanas María e Isabel Elorriaga, todas elaboradas en plata y cristales de colores, sino además ropa muy bien seleccionada de marcas nicho como Violeta and Co o Armuseli Made by Artists. También las hermanas Elorriaga tienen su propia colección de ropa. Zapatos, bolsos y complementos en un espacio multidisciplinar en el que además se puede ver en directo el taller de trabajo de Isabel.

Estaba en Matxi celebrando el séptimo aniversario de nuestra marca y los primeros 18 meses de la joyería. Siempre hay motivos para celebrar. Rodeada de familia, amigos y clientes recibía la noticia de mi entrada en The Luxonomist y por eso, hoy, en mi primer post, quiero compartir con vosotros, lectores de esta gran casa, el momento en que recibí esta buena nueva. Una noticia que me llena de ilusión pero también de responsabilidad.

En este rincón compartiré sobre todo citas gastronómicas, mi gran pasión, junto con los viajes y la fotografía. Os descubriré mis lugares favoritos, curiosidades, tendencias en belleza y maquillaje, exposiciones y cualquier acontecimiento que me suceda y considere de interés.

Ya que hoy estamos en Bilbao, empecemos por esta ciudad, cuya fama de gris y oscura pasó ya a mejor vida. Desde que en el año 1997 se inaugurara el museo Guggenheim, Bilbao no ha parado de embellecerse. Lo tenía fácil, aunque algunos no quisieran por ningún lado encontrar su belleza. Ahora es una ciudad abierta, limpia, con hermosos parques, plazas y jardines. Con una ruta gastronómica no apta para dietas y con una oferta cultural  digna de las mejores ciudades del mundo.

Si bien el Museo Guggenheim es un ejercicio arquitectónico espectacular que lo ha convertido en uno de los museos más fotografiados del mundo, el Museo de Bellas Artes de Bilbao es mi favorito. Además de su colección permanente, con obra de los mejores artistas del arte moderno, el Museo de Bellas Artes de Bilbao propone regularmente un importante programa de exposiciones temporales. Hasta el 31 de agosto podremos ver la moda en Francia de los años 50, con Christian Dior a la cabeza del New Look, pero no menos importantes los legados de Balenciaga, Fath,  Jacques Heim, Carven, Madame Grès, Lanvin, Hermès o Pierre Cardin.

Otro icono de Bilbao, esta vez en cuanto a repostería se refiere, es Arrese, fundada en 1852, pertenece desde entonces a la misma familia. Con orgullo puedo decir que se trata de la familia de mi madre, esto hace que por supuesto le tenga un cariño muy especial, pues allí sentada en las rodillas de Dora, pasaba mis tardes de infancia dando a las teclas de la vieja caja registradora. Pero no exagero por culpa de mi vinculación familiar a Arrese, cuando digo que es ejemplo de calidad. Sus trufas son famosas, pero también los bollos de mantequilla, los rusos, los pasteles de arroz… Arrese además tiene su  emblemática tienda en la Gran Vía 24, un espacio que conserva toda la esencia de finales del siglo XIX.

Si hablamos de gastronomía en Bilbao no cabría en un post, pero valga por hoy recordar uno de mis favoritos, el Restaurante Rio Oja en el Casco Viejo. El también llamado Las Siete Calles, es un barrio bilbaíno por el que merece la pena pasear, descubrir sus rincones, tapear en la Plaza Nueva y callejear viendo las mejores tiendas de la capital vizcaína. Como la zapatería La Palma, donde si no encuentras los zapatos que estás buscando, es porque ¡no existen!

En esta ocasión cené en otro de mis favoritos por su excelente carne y platos de cuchara, Santa Rosalía. Allí no me quedé con las ganas después de una larga jornada de trabajo, de probar las pochas con perdiz y mi plato estrella, el steak tartar, eso sí, siempre muy picante.

Hay que seguir celebrando y para eso nada mejor que un gin tonic en La Otxoa. Donde José Antonio Nielfa, propietario del mítico local, La Otxoa en esencia, cantante transformista, canalla y transgresor pero también amigo, generoso y trabajador incansable, tan pronto pone copas tras la barra como canta y baila sus canciones animado por su público. Dicen que no conoces Bilbao si no has estado en La Otxoa, doy fé de que es cierto.

Bilbao siempre deja algo en el tintero, así que de momento, vuelvo a casa cruzando la Ría por el puente del Ayuntamiento y el Campo Volantín, mi primer paseo bajo los rayos de una prometida primavera. Hasta el próximo martes.