Querido Pedro, hoy sólo quiero recordarte
Él fue quien me dijo que la elegancia no es otra cosa que educación.
Qué fácil es hablar de Pedro del Hierro, sobre todo después de haber trabajado con él mano a mano durante cinco años, como su jefa de prensa. En aquella época, antes de que su corazón comenzara a jugarle malas pasadas, él aún estaba implicado en el diseño de su firma a pesar de haber sido en 1989 adquirida por el grupo Cortefiel. Pedro atendía a todas las entrevistas y fotografías que yo le proponía, jamás tenía quejas, jamás una palabra fuera de lugar, jamás un mal gesto. Era la educación en esencia.
Recuerdo tantas tardes en su casa, quedábamos a merendar al terminar mi jornada laboral y juntos repasábamos uno a uno los innumerables libros de costura, diseño y moda que coleccionaba en aquella gigantesca librería abarrotada de tesoros. Luego salíamos a su terraza y simplemente charlábamos. Junto a Pedro siempre se aprendía algo.
Él fue quien me dijo que la elegancia no es otra cosa que educación. Pedro del Hierro, Maestro y amigo, esencia de elegancia, educación y sabiduría. Emanaba cultura por todos sus poros. Y esos conocimientos artísticos, no sólo de hombre creativo, sino tremendamente culto, eran los que le mantenían siempre alerta, activo y feliz. Incluso en los peores momentos que juntos atravesamos, como aquel triste desahucio, o los sustos que su corazón le daba de vez en cuando, incluso en los momentos más duros, Pedro siempre tenía una sonrisa, una palabra amable y una esperanza que compartir.
Querido Pedro, hoy sólo quiero al recordarte, darte las gracias por todo el tiempo que me dedicaste, por todo lo que me enseñaste, por el cariño que siempre me diste y porque quisiste que fuera tu amiga, más allá de la relación laboral que nos unió para siempre.