Ayuda a tu hijo a comprender la muerte de su mascota

La pérdida de un animal de compañía supone la pérdida de un importante vínculo afectivo. Para superarlo necesitan tener su duelo.

Ana Villarrubia. 30/07/2015
Foto Unsplash @__drz__

Las más de 20 millones de mascotas que existen en los hogares españoles conllevan, por desgracia, más de 20 millones de disgustos cuando hay que afrontar su muerte. Aunque no se trate de un ser humano, no es ninguna frivolidad pensar en nuestro animal de compañía como en “un miembro más de la familia”. Con esos pequeños o grandes seres vivos elegimos algo tan íntimo como convivir. Y ellos no sólo nos acompañan en muchos de los momentos más relevantes de nuestra vida. La relación que con ellos establecemos es una genuina relación afectiva, plagada de emociones y sentimientos que van tejiendo un apego único.

Como toda relación afectiva, la relación con nuestra mascota merece ser cuidada de principio a fin. Desde los límites y normas que con esfuerzo le imponemos en sus primeros meses de vida cuando queremos educarla hasta los cuidados que le damos a lo largo de toda su vida en función de sus necesidades (y no de las nuestras). En la mayor parte de los casos tu mascota te conoce, te quiere y te necesita. Ello no te eligió a ti pero tú a ella sí, tú eres lo único que ella tiene, de quien depende. Y merece todos tus respetos hasta el final de sus días.

Los conejos son unas mascotas cada vez más frecuentes
Los conejos son unas mascotas cada vez más frecuentes

La muerte de nuestra mascota nos afecta profundamente

Puesto que los lazos afectivos y la historia de vida en común son reales, la pérdida que sufrimos cuando la vida de nuestra mascota expira también es real. La muerte de nuestro compañero de vida desencadena un duelo que muchas veces, desde fuera, no es comprendido. No se trata de comparar la muerte de una mascota con la de cualquier otro ser querido, ni muchísimo menos. Pero tampoco es adecuado asumirlo como una pérdida material y fácilmente reemplazable. Lo que sí es cierto es que lo que se pierde es un ser vivo que deja un vacío palpable cada día, y que su intensidad dependerá del tipo de vinculación que la persona y el animal hayan mantenido así como de lo que el animal haya representado en la vida de su compañero humano.

Por eso, ante esta pérdida, como ante otras, es previsible iniciar un duelo que, en general, los adultos somos capaces de sobrellevar. Sin embargo, con quien a menudo no sabemos muy bien qué hacer es con los niños. 

Parecen iguales, pero la relación con cada mascota es única
Parecen iguales, pero la relación con cada mascota es única

Cómo ayudar a los niños a superar el trance

¿Qué ocurre con los niños? Primero necesitamos interiorizar que por ser niños, no son tontos: su ingenuidad más acentuada y su nivel y de comprensión más limitado se disipan con el paso del tiempo. La relación que el niño establece con su mascota suele ser especialmente intensa y relevante para el niño que, como tú, necesitará ubicar su muerte cuando ésta sea inevitable. Para ello es fundamental evitar toda una serie de errores que, por desconocimiento y con la mejor de las intenciones, muchas veces cometemos (y es posible que nuestros padres y abuelos cometieran también):

1. Hazle consciente de su deterioro

No escatimes en explicaciones, sólo has de hacerlo con un lenguaje que él pueda asimilar y que no sea excesivamente descriptivo. La muerte repentina e inesperada de una mascota es más difícil de encajar y no hay por qué pasar por ello si ese no ha sido el caso. Cuando el animal está enfermo o mayor, la mejor forma de que el niño pueda ir asimilando su deterioro es hacerle consciente de esta realidad. Si, llegado el caso, se hace necesario que el veterinario sacrifique la vida del animal, el niño que no ha comprendido este proceso degenerativo será más proclive a sentir culpa y rabia por este hecho.  

Los niños se encariñan con las mascotas desde pequeños. Foto: fluxy
Los niños se encariñan con las mascotas desde pequeños. Foto: fluxy

2. No le mientas acerca de su paradero y responde a sus preguntas

No importa qué creencias tengáis en vuestra familia sobre la muerte, es este caso es importante ser sincero pues solo así se le permite al niño vivir la pérdida que verdaderamente ha sufrido. Ni se ha ido al campo ni lo cuidan unos tíos en su finca. Si su fiel amigo no va a volver merece saberlo porque necesita pensar sobre ello, necesita sentirlo y necesita tener la oportunidad de plantear todas las preguntas que le surjan. Preguntas a las que daréis repuesta de la mejor manera que sepáis, desde vuestra ideología y desde vuestra concepción de la vida, y de la muerte.

3. Permítele que hable sobre ello, valida sus emociones y permítele estar triste

Exteriorizar y compartir sus emociones le ayudará elaborar la pérdida. Además, le permitirá sentirse comprendido en la medida en la que vea que su sufrimiento es atendido. Su tristeza es esperable, es sana, y no debe avergonzarse por ello. Puede que para ti esa pérdida no signifique lo mismo que para él pero no debe sentir que lo que siente es “una tontería”. A su edad será difícil encajar tanta pena si alrededor no se le concede sentido.

Debemos hablar a los niños con sinceridad sobre sus mascotas. Foto: conexiones
Debemos hablar a los niños con sinceridad sobre sus mascotas. Foto: conexiones

4. No le presentes otro animal “para que se olvide”

Establecer una nueva relación con otro animal puede ser una buena manera de llenar un vacío cuando el niño lo reclama. Pero no debe ser nunca una forma de reemplazo o sustitución del animal muerto. Desde fuera podemos llegar a creer que al tratarse de la misma raza o especie simplemente “será lo mismo”. Como todo ser vivo, su carácter es único y, lo que es más importante, la relación que se estableció con él es igualmente genuina. Por tanto, otro animal podrá ser parecido pero nunca será lo mismo. Tener otro animal en casa debe ser fruto de una nueva e ilusionante decisión vital, no de una estrategia de compensación.

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