Vence tu miedo escénico
El terror a hablar en público se puede superar siguiendo las siete pautas que te damos en este artículo.
No es ningún secreto que el que sabe comunicar aventaja a los demás. Sucede en todos los contextos, y en el ámbito académico y profesional puede ser una cuestión de auténtica necesidad. Siendo así, ¿cómo es posible que la gran mayoría de los mortales confiese terror o enorme respeto a la hora de expresarse en público? Superar este miedo es posible con el método de la escucha y la autoescucha.
Hablar en público y comunicarse de forma eficaz tienen un trasfondo secreto que se resume muy rápidamente. Es una cuestión de autoestima, de seguridad personal y de mucho amor propio. Así lo explica Ángel Lafuente Zorrilla, Licenciado en Filosofía y Profesor Asociado de la Universidad de Navarra y de la Universidad CEU San Pablo, entre otros muchos méritos. El experto lleva cerca de 40 años enseñando a hablar en público a diferentes colectivos, y ha desarrollado su propio método sin maestros, y a partir de un angustioso miedo escénico que padeció durante años.
Su miedo le llevó a observar y a estudiar a los magos en oratoria hasta llegar una fórmula que trasciende con mucho el hablar en público, ya que, según explica, “no es un aprendizaje para hablar en público, sino para hablar siempre: en público, en privado, en radio o en televisión”. En suma, ante cualquier grupo de personas y tanto en el ámbito privado como en el social y profesional.
Nos enseñan a tener miedo.- Dentro de la psicología se admite el temor a hablar en público como algo universal y presente dentro de todas las culturas. Sin embargo, combatirlo pasará por saber que, aunque sea universal, también «es completamente antinatural», explica este profesor de oratoria.
En realidad, el miedo «es un producto de la educación», aclara. «Una educación bienintencionada pero castrante, y por la que nuestros modelos sociales, e incluso nuestros ídolos –léase actores o intépretes- nos hablan de normalidad ante las mariposas en el estómago«, haciéndonos entender que el miedo o el nerviosismo escénico es sinónimo de responsabilidad. «Sin embargo, no es así», subraya una y otra vez Lafuente, en un rotundo rechazo a lo que considera una generalidad infundada.
¿Por qué sentimos este miedo antinatural casi todos nosotros? Ante todo, no nos culpemos, ya que forma parte del sistema en que nos hemos educado: un entorno en el que se fomenta la sensación de ridículo desde temprana edad, al contrario que sucede en otros sistemas como el británico, que pretenden ensalzar las cualidades individuales dentro del grupo, ayudando al alumno a que se exprese con libertad y sin miedo a una evaluación negativa.
Aunque poco a poco la educación se hace más flexible y la conexión maestro-alumno se hace más cercana, se nos ha instruido también en el miedo a las posibles represalias de nuestras opiniones. «‘¿A quién no le suena familiar aquello de ‘En boca cerrada no entran moscas’ o lo de ‘Ver, oir y callar’? Lograr la libertad de expresión sin miedos y a un nivel social sólo podría lograrse con una formación piramidal, «formando a aquellos que forman a otros», advierte el técnico. «Los primeros alumnos en esta formación deberían ser los mismos profesores».
Además de lo anterior, en nuestro periodo formativo, el sistema no nos enseña a dialogar, lo cual viene a ser, según el autor de este método, un tema de respeto y de seguridad «Respeto por escuchar al otro sin prejuicios y ponderando sus argumentos y de seguridad en nuestros propios criterios», a pesar de que estos puedan ser temporales y susceptibles de cambiar ante otros argumentos más convincentes.
¿Cómo superar el miedo escénico?
El que también ha sido locutor en radio y presentador de televisión indica que el primer paso consiste en ir sin complejos y sin sentirse inferior a nadie, «reconociéndose uno mismo como una persona digna de respeto dentro del papel que le ha tocado representar». Sólo con el ejercicio de querernos a nosotros mismos, asegura que cancelaremos el terrible miedo escénico. Y añade lo siguiente: «Llevar al individuo a una buena autoestima supondrá una revolución interior extraordinaria», que podrá traducirse en un sentimiento de libertad exportable a todas las áreas de la vida.
7 pasos para comunicarse con eficacia
Superado el terror, debemos aplicar algunos fundamentos básicos de la comunicación para que resulte exitosa:
- Nunca usar la palabra antes que el pensamiento, y eso a pesar de que la velocidad de la mente es 10 veces superior a la de la palabra hablada.
- No interrumpir la frase. «Sólo comunica la frase completa, no la incompleta».
- Usar frases breves. Se expresan y entienden mejor.
- Mirar a los ojos. «Que tú sientas que te miro y yo perciba que te estoy mirando».
- Gesticular con libertad. Mover las manos para acompañar el discurso sin rigidez. «El gesto libre lo pide el cuerpo, ya que el ser humano no se comunica sólo hablando, sino que se comunica por entero, y muy especialmente con el rostro y las manos».
- Velocidad apropiada. «En cada momento disponemos de una velocidad posible y adecuada. Lo mismo sucede con el discurso”. La velocidad adecuada lo será en torno a dos elementos: al público al que me dirijo y a la materia que expreso.
- Silencio. «La fluidez verbal debe dar espacio para el silencio y para que calen las palabras». Lo importante no es hablar, sino comunicar, y el silencio es un instrumento más dentro de la comunicación.