Las variedades del futuro
La Champagne inventa nuevas variedades de uva para el futuro, a parte de las siete ya utilizadas.
En el año 2000 el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) elaboró un programa de creación varietal innovador llamado ResDur para fomentar el desarrollo de una viticultura sostenible más respetuosa con el medio ambiente, que tenía como objetivo crear variedades de uva con una resistencia efectiva y duradera y que a la vez confirieran buena calidad organoléptica al vino.
La Champagne se une a este programa en 2010 plantando una serie de variedades experimentales, en curso de evaluación, seleccionadas para responder a un tipo de vino en particular, es decir que garanticen la sostenibilidad del estilo del Champagne.
El programa de investigación tendrá una duración de al menos 15 años, antes de que conduzca a la presentación de algunos de los candidatos, para su inclusión en el catálogo oficial de las variedades de vid y las especificaciones de la AOC Champagne. La idea del programa es combinar técnicas de hibridación convencionales y herramientas innovadoras para reducir aún más el uso de pesticidas y preparar la viña a los cambios climáticos inevitables.
Se trata de la comparación de las variedades autorizadas en Champagne con variedades resistentes a ciertas enfermedades que poseen características interesantes, como por ejemplo una maduración tardía para obtener una resistencia natural o aptitud para el cultivo adaptado a las nuevas condiciones climáticas.
Hoy en día, las 7 variedades utilizadas en Champagne son: Pinot Noir, Chardonnay y Meunier, prevalentes delante de la Arbane, Petit Meslier, Pinot gris y Pinot blanco.
Este ambicioso proyecto es parte de la cultura de innovación del Champagne, que desde hace tres siglos plantea un progreso cualitativo constante, con medidas proactivas en el campo del medio ambiente y en el mapa de la biodiversidad.
Según un informe del Comité del Champagne, hasta principios del siglo XIX, el racimo de la vid era relativamente aislado, pero con la globalización del comercio y la evolución del transporte, nuestras variedades de uva se encuentran ante nuevas plagas del continente Americano. La llegada del oídio en 1845, la filoxera en 1863 y el moho en 1875, se altera el paisaje de viñedos europeos porque nuestras variedades demostraron ser muy sensibles a estas nuevas plagas.
¿Por qué la Champagne entra en este programa de innovación varietal? Las ganancias que se esperan para la industria y para el consumidor son la conservación ambiental y la adaptación al cambio climático a largo plazo. Por ello, se crean nuevas variedades muy resistentes a las dos principales enfermedades de la vid y adaptadas a la evolución climática.
Las técnicas modernas permiten clasificar mejor y más rápidamente las variedades obtenidas. El desafío ahora es producir variedades resistentes a las enfermedades de la vid como el oídio y el mildiu, favorecidos por el calentamiento global y al mismo tiempo reducir el uso de pesticidas.
En el año 2030, después de las pruebas de análisis y catas, cuatro o cinco variedades podrían ser registradas en el catálogo francés de variedades de vid y las especificaciones de la AOC, con el objetivo principal de mantener y respetar el estilo del Champagne.