La obsesión de Amélie Nothomb

La escritora belga ama el champagne, pero no quiere beber sola. Su recomendación: beberlo siempre con alguien.

Isabel Chuecos-Ruiz. 11/10/2016

“Francia es la tierra mágica donde en la más común de las cafeterías te pueden servir, en cualquier momento, un buen champagne a la temperatura ideal”. A esta manía mía de subrayar las citas interesantes en un libro (una herejía para muchos), añado la de mi interés por personajes excéntricos como Amélie Nothomb. Y si a ello le sumamos que es una apasionada del champagne, entonces me resulta más interesante si cabe.

Amélie Nothomb
Amélie Nothomb se confiesa una enamorada del champagne

La singular autora belga nacida en Japón, Amélie Nothomb (Kobe, 1967), afirma beber Dom Pérignon 1976 después de un largo ayuno, siguiendo al pie de la letra aquella cita de Madame de Pompadour que decía: “El Champagne es la única bebida que hace a las mujeres hermosas”. Esta apasionada de las burbujas nombrada Champenoise del año 2015 por el magazine Bulles & Millésimes, es una autora de éxito que afirmó estar en éxtasis durante la entrega de premios, mientras declaraba su amor innegable al champagne. Para ella: “El champagne es tanto un objetivo como un combustible, es un estilo de vida”.

Amélie Nothomb nombrada Champanoise del año 2015
Amélie Nothomb fue nombrada Champanoise del año 2015

La historia de su vida nos cuenta que, al ser sus padres diplomáticos, su vida era una recepción ininterrumpida, así que un día, cuando tenía tan sólo dos años y medio, pensando que era limonada, bebió su primera copa de Laurent-Perrier, el champagne oficial de la Embajada de Bélgica en aquellos años. «…Inmediatamente supe que era la bebida de mi vida”, dice. “Adoro el champagne desde hace mucho tiempo, este romántico vino ocupa un lugar importante en mi vida”, dice Amélie Nothomb siempre que le preguntan por su adicción. “Es más, tiendo a beber rápidamente, incluso cuando es excelente”.

Amélie Nothomb novela 'Petronille' champagne
Su novela ‘Pètronille’ es una oda al champagne

Amélie ha defendido en numerables ocasiones que el champagne es una “bebida sublime” que bebe a diario, incluso esquiando, pero tiene claro que no puede degustarse en solitario. De hecho, en su última novela ‘Pétronille’ (2014), un elogio a la embriaguez, nos cuenta una historia de inspiración autobiográfica sobre la amistad femenina, donde el gran tema de la vida es encontrar a alguien con quien beber. La protagonista, Pétronille, a la espera de su alma gemela para acompañar su búsqueda del champagne dice: “Los grandes sentimientos necesitan combustible. Tuvimos que descorchar una segunda botella…”.

El humor y la ironía de esta novelista, que combina la tragedia con la risa, explica que en toda su literatura hay siempre una presencia del espumoso y revela su forma de beber champagne: bebe en días alternos y es que “no hay que olvidar que se trata de una obra de arte”. Porque el champagne como tal puede ser muy peligroso. Por eso, en una de sus novelas, “una botella de Cristal Roederer es la tremenda arma del crimen”.

Amélie Nothomb
Para ella, el champagne hay que beberlo en compañía

Esta ‘embajadora internacional del champagne’ afirma que entre sus botellas favoritas están: Krug Clos du Mesnil 2001 y Dom Pérignon vintage 1976. Además, le gusta beber champagne en copas barrocas llenas de incrustaciones de cristal y oro ya que, según ella, “el champagne es en sí mismo es oro líquido”. La dosis ideal es una botella para dos personas. “Es importante encontrar alguien con quien beber, pero la gran regla es nunca beber champagne solos(‘Le champagne est un plaisir à partager’).

 Amélie Nothomb
Humor e ironía siempre acompañan a Amélie Nothomb

Las grandes Maisons que aparecen en la novela Pétronille son: Veuve Cliquot, Dom Pérignon, Laurrent-Perrier, Moët, Taittinger, Krug, Philipponnat, Perrier-Jouët, Jean Josselin, Joseph Perrier. En ella nombra algunas grandes añadas que Amélie toma con el estómago vacío y dice “me gusta empezar la degustación cuando se pone el sol y completamente sobria, que es cuando la intoxicación del Elixir sucede muy rápidamente. Sus finas burbujas que cosquillean la nariz son muy agradables. Radiante en su color dorado no se distingue tanto por su gusto como por la elevación espiritual que produce”.

Y es que ya lo dijo Stendhal: “Después del envenenamiento moral, se requieren remedios físicos y champagne”.

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