Comprar… ¿Solos o en compañía?
Se aproximan fechas en las que comprar se convierte en hábito. He pensado que reflexionar sobre el tema sería provechoso para todos.
La acción de comprar es un acto socializador en sí mismo. Nos pone en contacto con los otros, aunque sea a través del móvil o el PC. Y como tal, lo podemos aprovechar para desarrollar muchos valores. Decidir salir de compras en familia o en compañía de alguien en lugar de hacerlo solos tiene por lo menos cuatro ventajas:
- Ofrece la oportunidad de escuchar.
- Ser magnánimos.
- Nos pone en situación de pensar en los otros.
- Y favorece el ahorro.
Salir de compras suele transformase en un conflicto cuando se hace en familia. Desde la elección del momento más oportuno a los gastos que se originan. Y muy pocas veces se nos ocurre transformarlo en una oportunidad.
Por ejemplo, podemos aprovechar para poner en práctica con los hijos los conocimientos de algunas materias. Es una oportunidad para practicar matemáticas, química, literatura, sociales o hablar un idioma.
¿Quieres hacer avanzar a tus hijos? ¡Llévalos de compras!
Antes de ir a comprar, simplemente con ojear los anuncios, ya se les pueden explicar cantidad de aspectos relacionados con las ideas y tendencias que conducen la sociedad. Además de buscar ofertas juntos, y calcular las cantidades que ahorramos eligiendo unos productos u otros. Es bueno lanzarles preguntas como: ¿Cuánto vale el producto? ¿Para qué sirve? ¿Te parece justo el precio? ¿Lo puedes conseguir más barato?
Otro detalle genial es hacer que lleven su propio dinero (ganado por ellos, o de la paga que reciben cada semana) y animarles a estimar cuántas cosas va a poder comprar, y cuánto dinero le sobrará al final de cada compra. Es una ocasión para recordar que el buen comprador nunca compra lo primero que ve. Siempre compara precios y calidad, para escoger entre varias opciones. Y una ocasión de oro para hacerles ver el valor de ciertas características del producto. Si es ropa, tal vez cuente más la comodidad y la versatilidad que el último grito de la moda. Al terminar las compras todo esto será muy útil ayudarles a sacar sus propias conclusiones.
Perderíamos el tiempo si al final del periplo de las compras y al llegar a casa con las bolsas llenas y la cartera vacía, no nos sentásemos a evaluar las compras. Evaluar en qué nos hemos gastado el dinero. De esta forma habremos aprovechado para calcular, estimar, comparar, ahorrar y tomar buenas decisiones como consumidores.
En principio, que a los adolescentes les gusten las marcas, incluso que las compren y las lleven y que las utilicen para expresarse no tiene por qué tener nada de malo. Lo importante es reflexionar juntos y pensar críticamente.
Comprar juntos es una ocasión para escoger cosas personales o para la familia puede ser un momento bonito de cercanía con los hijos, cuando se comuniquen sus gustos y traten juntos de buscar el mejor uso de los recursos. De los adultos depende que estas salidas se enfoquen en “yo quiero, yo quiero”, o si son oportunidades para pensar en el regalo que hará feliz a alguien más. A ser consumidor inteligente se aprende con la práctica, y siguiendo el ejemplo de otros.