#CloseTo Belén Rueda: «Es mi momento. Ahora me toca a mí»

Acaba de cumplir 52 años y vive un momento estupendo. Hablamos con Belén Rueda de sus proyectos pasados y sobre todo, del futuro.

Amalia Enríquez. 04/04/2017

Por esas casualidades de la vida, nos encontramos el día de su 52 cumpleaños. Acababa de llegar de rodar de África y, sin anestesia, tuvo que rescatar del casi olvido a Silvia, su personaje en ‘Órbita9’, que se estrena esta semana. Aunque nos vemos cada cierto tiempo, parece que fue ayer cuando dejamos la conversación por la mitad y sentimos que debemos continuarla donde se había quedado.

Sigue conservando esa belleza tan característica en las musas de Alfred Hitchcock. Alguien la describió hace tiempo como “una fuerza de la naturaleza” y, si estuviera en Hollywood, ya la definirían como “la Venus rubia”. Belén Rueda nació para dejar huella. Aunque empezó haciendo sus pinitos en la danza, su bautismo de fama le llegó en la pequeña pantalla. Sin embargo, ha sido el cine quien le ha abierto las puertas “de par en par” para que triunfe a lo grande. Por su primer trabajo en ‘Mar adentro’ consiguió el Goya como ‘Actriz revelación’. Después le llegó el reconocimiento con ‘El orfanato’ y la consagración con ‘Los ojos de Julia’. Parecía que no iba a salir de las películas de miedo pero, por suerte, le llegó una comedia para desengrasar y ahora prueba suerte en una de casi ciencia-ficción. Lo suyo es “tocar todos los palos”

Belén conserva la belleza de las musas de Hitchcock

The Luxonomist: ¡Qué alegría me da poder conversar contigo!
Belén Rueda: Y a mí que te apetezca hacerlo. Es el mejor piropo y regalo para un periodista, créeme.

TL: Como es una conversación de amigas, tú activas la autocensura… 
BR: En la amistad no existe eso, así que las dos tranquilas.

TL: ¿Conseguiremos no hablar de trabajo?
BR: Es difícil porque, en nuestro caso, es también nuestra pasión y está bastante unido, pero podemos intentarlo (risas).

TL: ¿Cuándo descubres que hay vida al otro lado del set de rodaje o del plató de televisión?
BR: Yo he tenido mucha suerte porque, realmente, empecé a pisar platós de una manera profesional cuando ya tenía a mi hija Belén. Eso hizo que siempre tuviera mis prioridades bastante claras y, cuando se me olvidaba que eso era así, la vida cotidiana me lo recordaba. He intentado, casi siempre, conciliar una cosa con otra. No ha sido fácil porque el día solo tiene 24 horas y queremos hacer demasiadas cosas, pero siempre he tenido presente que hay vida más allá de la cámara.

Esta semana estrena ‘Órbita 9’

TL: Nunca has dejado de ser una mujer multitarea.
BR: Lo fui y ese término significa mi familia y trabajo, sobre todo. A los amigos os he abandonado un poquito más.

TL: ¿Ha habido renuncias?
BR: ¡Claro! pero renuncias de las que ahora, que mis hijas son mayores, compruebo que no me he perdido nada de lo importante.

TL: ¡Qué bueno que tengas esa sensación!
BR: La tengo y lo he hablado con ellas. Cuando son mayores ya puedes verbalizar muchas cosas. Lo que sí es verdad es que, como un protocolo nuestro de sentarnos y hablar las cosas sin tapujos, algo que hacemos muy a menudo las tres, cuando empezó este año (porque tenía alguna película fuera e iba a estar bastante tiempo sin verlas), me senté con ellas y con su padre, que está siempre muy presente, ha ayudado mucho y se sentía feliz de poder quedarse con ellas los dos meses que iba a estar ausente, les dije: “Ahora me toca a mí”. Tengo la sensación de poder disfrutar una segunda oportunidad profesional en la vida y lo bueno de nuestro trabajo es que esa parte te trae muchas alegrías personales.

De la mano de ‘Mar Adentro’ consiguió su Goya a la Mejor Actriz Revelación

TL: De niñas no se dieron cuenta de las ausencias, pero tú sí. ¿Cómo gestionabas eso?
BR: No era fácil, pero lo conseguía como fuera. Cuando rodé ‘El orfanato’ pedía que me dejaran el viernes libre de grabación para poder volver a casa, a Madrid, porque estábamos en Asturias. Terminaba de rodar el jueves, a las dos de la madrugada, me cogía mi coche y me venía hasta aquí. Cuando he hecho teatro, donde los horarios son a veces nocturnos, lo solucionaba quitándome horas de dormir porque la energía que me daban ellas los sustituía todo.

TL: Me decías que comenzaste tarde en los platós, los comienzos (que siempre son más duros) te pillaron con una vida casi formada. ¿Echas de menos esa etapa?
BR: Es verdad que son más duros, pero yo empecé con 25 años en televisión. Aún no tenía a mis niñas y no me costó tanto. Cuando nacieron, hacía programas en directo y sabías que ahí tenías hora de comienzo y de final, así que pude estar bastante tiempo con ellas. Empecé en los 90 con las televisiones privadas. Recuerdo que con Emilio Aragón, Dani Écija (el padre de mis hijas) y el equipo ¡se nos hacía de día! y a nadie nos importaba, porque éramos todos muy jóvenes, estábamos en equipos que se formaban con gente recién salida de la universidad, porque no había suficientes técnicos para cubrir todos los puestos que se crearon en la formación de esas televisiones. ¡Qué tiempos! Había mucha demanda y poca oferta porque estaba todo naciendo.

TL: Y había un plus añadido que, tal vez ahora, se echa en falta: había muchas ganas…
BR: No hay que pensar que lo de antes era mejor que lo de ahora. Había muchas ganas y también muy poca experiencia, pero se les daba la oportunidad a aquellos que no la tenían para adquirirla trabajando. Ahora, lo que sí es una desventaja para nuestros hijos, es que ya te piden experiencia y es la “pescadilla que se muerde la cola”. Si no me das la oportunidad de trabajar ¿cómo voy a tener experiencia?.

Tras ‘El Orfanato’ consiguió volver a ver pelis de miedo

TL: Es un contrasentido lo que ocurre hoy, Belén. Le piden experiencia a los que empiezan y los que la tienen no acceden a los puestos de trabajo…
BR: Eso es una pena. Yo creo que nuestra cultura devora personas, individuos. Hay otras que se basan más en la experiencia, en que los que vengan sean enseñados por personas que llevan mucho tiempo en esto y que les escuchen, que no piensen que lo nuevo es mucho mejor y que lo hecho anteriormente no sirve. La tecnología es muy importante, pero también la experiencia del día a día y el trato con la gente, lo es mucho más.

TL: ¿Siempre supiste que querías ser lo que hoy eres?
BR: No te voy a mentir. No soy de las actrices que dicen que lo son desde que nacieron. A mí me gustaban los escenarios. Mi madre era profesora de ballet y yo empecé en ellos con el baile. Hice la carrera de clásico y, en el conservatorio, estudié música. El arte siempre me ha encantado. Reunía las dos vertientes de mis padres, la bailarina de mi madre y la de ciencias de mi padre, que era ingeniero de caminos. Empecé a estudiar Arquitectura, pero los escenarios siempre me habían llamado la atención. Lo que sí tenía en común con todos los actores, que seguramente has entrevistado, era la timidez.

Acaba de cumplir 52 años y está francamente estupenda

TL: Es curioso que siempre coincidís la mayoría en eso, en esa timidez que vencéis cuando os ponéis a interpretar. ¿Cómo logra convivir un tímido con la exposición mediática?
BR: Hay un momento en la vida en el que te tienes que enfrentar a algo muy importante: el tener que hacer algo. Eso es determinante para que venzas la timidez. Y, cuando lo consigues y asumes que va en el sueldo que te miren y seas el centro de atención, ya no lo piensas. Nuestra profesión tiene mucho de trabajo, de preparación y un puntito de inconsciencia que, a veces, es buena. A mí me encanta hacer personajes completamente diferentes y siempre me entra ese pánico de enfrentarme a una personalidad muy diferente a mí, pensando si seré capaz de transmitir lo que esa persona vive cuando tú, en teoría, no lo has vivido. Y, curiosamente, eso nos pone mucho a los actores. Con lo cual, yo creo que ese punto de inconsciencia, de juego, es algo que no tenemos que perder. Esa parte de niño, que quieres hacer algo que no conoces y te estás inventando, es lo que nos da vida.

TL: La ignorancia es muy atrevida, nos decían de pequeñas…
BR: (risas) Es muy atrevida pero, cuando llegas a una cierta edad, hay ignorancias imperdonables, pero sí es verdad que debemos mantener ese punto de inconsciencia, que nos hace mejorar.

‘Los ojos de Julia’ fue su consagración en el cine

TL: ¿Nos hemos perdido una gran bailarina?
BR: No lo sé. Son estas cosas de la vida que no cuajan y no sabes qué habría sido de haberse consumado. No me arrepiento del camino elegido. La vida de la bailarina es muy sacrificada y, cuando tuve que elegir, mi madre me dijo que la decisión era cosa mía, pero que antes me iba a explicar cuál era la vida de una bailarina. Y me asustó bastante porque te pierdes muchas cosas. Y, en ese momento, era consciente de que no quería perderme nada.

TL: Cuando dices en casa que “quieres ser artista” ¿te toman por loca?
BR: No, para nada. Me dijeron lo que decimos todos los padres y que nos damos cuenta cuando tenemos hijos y llega el momento de que encaucen su vida: hazlo, pero prepárate y ten una base por si acaso, esta profesión de locos de la que no siempre se puede vivir de ella, no responde como imaginas y tengas la oportunidad de ser independiente de otra forma y mantenerte tú económicamente. Cuando decidí decirlo, lo hice muy poco a poco para que se fueran haciendo a la idea.

Así se hizo el selfie de la portada con nuestra compañera Amalia Enríquez

TL: Era una manera inteligente de asegurar un sueño…
BR: Fíjate. De pequeña me encantaban los informativos y yo quería ser esa periodista que contaba las noticias. Siendo muy muy pequeña me asombraba lo mucho que sabían. Yo no entendía cómo, sin mirar un papel, contaban todas esas cosas de memoria. Yo quería saber tanto como ellas. Ser periodista de informativos para mí era magia. Me gustaban esas personas a las que parecía que les preguntabas cualquier cosa y la sabían (risas).

TL: Ahí habrías vencido tu timidez…
BR: Sin duda, pero no era demasiado consciente de la realidad. Me parecía un amigo que me estaba contando cosas que yo no sabía y eso me encantaba.

TL: ¿Te recuerdas una niña feliz?
BR: Sí, mucho. La verdad que muy feliz.

Se recuerda una niña muy feliz y fascinada por el cine

TL: ¿Y esa Belén soñadora iba al cine?
BR: Sí, me encantaba ir al cine. Era consciente de la pasión que despertaba en mí, pero no del trabajo que generaba todo eso detrás. Eso lo aprecié más tarde. El cinéfilo no solamente va al cine, sino que también sabe quién dirige la película, quién se encarga de la fotografía, cuál ha sido la evolución de ese proyecto hasta llegar a su fin. Yo iba como pura y dura espectadora a la sesión continua.

TL: ¿Te viene a la memoria la primera película que viste?
BR: Me acuerdo de una de las primeras porque me perdí. Nosotros vivíamos en Alicante y, cuando veníamos a Madrid, nos llevaban al parque de atracciones. Éramos tan pequeños que le llamábamos “parquesones”, porque no nos salía decirlo de la otra forma, nos parecía muy difícil (risas). En la zona del teatro del parque ponían películas y proyectaban ‘La bella durmiente’. Yo me quedé fascinada con las dimensiones de esa pantalla e impresionada con los colores y esos personajes, que parecía que te iban a comer. Me quedé tan impactada y bloqueada mirándolo que, cuando terminó la película, todos se levantaron y, cuando se dieron cuenta, yo no estaba con ellos. Me perdí sin tener la sensación de haberme perdido. ¿Dónde está la niña, dónde está Belén? Buscándome como locos y yo seguía sentada, con la boca abierta, de pie delante de la pantalla.

TL: El destino tenía preparado que, con los años, la protagonista de esa pantalla ibas a ser tú.
BR: Eso me recuerda una anécdota. Mi madre, cuando se puso de parto, estaba viendo una película. Rompió aguas y mi padre se la quería llevar, pero ella quería ver cómo terminaba. Nunca he sabido qué película era y ya no se lo puedo preguntar, pero mi destino estaba más escrito ahí que en ninguna otra situación. He salido peliculera.

La primera película que recuerda es ‘La Bella Durmiente’

TL: ¿Ha habido otra película que haya desbancado en fascinación a esa ‘Bella Durmiente’?
BR: Hay películas que me han marcado mucho. En el cine al que íbamos ponían películas rarísimas. Hubo una, como de ciencia ficción, que me dejó marcada y nunca supe su título hasta que me hicieron una entrevista, en el festival de Sitges, y les pedí por favor que averiguaran qué película era, porque tenía la sensación a veces de que era parte de mi fantasía. Me dijeron el nombre, que ya ni recuerdo, y me juré no ver nunca más películas de miedo, porque me daban terror, verdadero pavor. No pude ver ‘Carrie’ ni ‘El resplandor’ hasta que hice ‘El orfanato’ (risas) y, a día de hoy, sigo sin ver ‘El Exorcista’. No puedo, soy incapaz.

TL: Las de miedo las descartamos entonces. Dime otra que permanezca en un lugar preferente de tu memoria selectiva.
BR: ‘El Padrino’, sin lugar a dudas. Me marcó muchísimo. Otra que no vi en el momento que se estrenó sino años más tarde, fue ‘Apocalipsis now’. Imprescindible también.

TL: Cuando vemos esas películas y nos fascina este mundo, no reparamos en lo inestable que puede ser.
BR: Eso no te lo cuenta nadie, es verdad. Lo vas descubriendo al recorrer el camino.

‘El Padrino’ es otra de sus películas imprescindibles

TL: ¿Tienes mucha mentalidad de autónoma?
BR: La he ido adquiriendo, no la tenía. Es todo un aprendizaje. Me hace gracia cuando mis hijas me dicen que soy muy independiente. Te puedo asegurar que ha habido una parte de mi vida en la que no lo he sido tanto, he sido bastante dependiente, siendo consciente, y me sentí muy feliz pero, en un momento dado, me hizo clic la cabeza y me convencí de que la independencia es primordial también para ser feliz con lo que eliges. Ya no tengo conflictos y mis hijas, cuando se han hecho mayores, me han conocido en esa fase y me alegro.

TL: ¿Te asusta que no vuelva a sonar el teléfono?
BR: Mucho. Me asusta que no suene por varias razones, no solo por lo profesional. Hay una frase que tengo con mis hijas: “No hay que preocuparse, hay que ocuparse” e intento ponerla en práctica. En estos últimos años, el ser actor tiene ese compás de espera. Hay otras profesiones, dentro de la nuestra, en las que eres tú el que tiene la iniciativa. A lo largo de estos años, he ido conociendo a gente que ha llegado a mí por la vía profesional y se han quedado como amigos para siempre, que es una de las mejores cosas de esta profesión. Sí que he tenido tentación, en algún momento, de entrar en la producción o encontrar algún proyecto que me guste mucho y en el que empiece desde cero con algún amigo/a guionista y participar en ella desde el principio.

TL: ¿Te imaginas, de verdad, haciendo otra cosa?
BR: No me lo imagino, no… pero sí es verdad que la vida discurre de manera paralela y he viajado con ONGs a otros países y he visto que hay otras formas de vida, que son más básicas a nivel de consumo, pero muy enriquecedoras a nivel emocional. No tengo ningún problema en hacer la maleta y marcharme.

‘Apocalipsis Now’ también figura entre sus películas de cabecera

TL: ¿Me lo dices convencida?
BR: No lo digo con la boca pequeña. Es cierto que, en este momento, mis hijas están aún en una edad en las que me necesitan y yo a ellas, aunque suene un poco egoísta. Ellas, en nada, tendrán su propia vida y empezarán a volar solas.

TL: ¿Cómo se ve la vida a los 52?
BR: (risas) Anoche estaba con mi hija y le dije: “Ay, ya tengo encima los 53”. Y me dijo: “Mamá, cumples 52” (risas). Ya pensaba que tenía uno más. Hay un momento en el que perdemos la perspectiva. No me agobia mucho la edad, te lo digo de verdad, no me importa reconocerlo. Estoy feliz con mi familia, con mi trabajo y con mi vida.

TL: Pregunta obligada para cerrar esta conversación, que podría ser eterna. ¿Qué pensaría la Belén bailarina que descubrió el mundo del cine con ‘La bella durmiente’, de la mujer en la que te has convertido?
BR: (Silencio y suspiro) ¿Qué pensaría Belén? ¡Fliparía! Yo de pequeña nunca me imaginé que pudiera estar donde estoy ahora, no por el éxito sino por ser feliz con lo que hago. Nunca me lo hubiera imaginado. Tengo dos tesoros maravillosos, que valen por mil, y nunca pensé trabajar en algo tan maravilloso como es esta profesión. Y que me diera tanto.

*Localización: Hotel Indigo Madrid. *Próxima semana: Christian Gálvez.

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