#CloseTo Christian Gálvez: «Da Vinci no tiene tantos enigmas como la gente cree»

Le acaban de nombrar 'Experto en Leonardo da Vinci', acaba de publicar su sexto libro y está inmerso en la publicación del siguiente... Amante del Renacimiento y de los viajes, hablamos de cerca con uno de los presentadores más de moda del momento.

Amalia Enríquez. 11/04/2017

Acaban de nombrarle ‘Experto mundial en Leonardo Da Vinci’. Sabe, como pocos en el planeta, cómo era, vivía y ejecutaba su arte el ¿desconocido? artista. En su brazo izquierdo tiene tatuado el sector más sobresaliente de la Capilla Sixtina y, cuando hablas con él, te deja asombrada con sus conocimientos sobre el Renacimiento.

Detrás del presentador de éxito se esconde un enamorado de la Toscana, donde pasa el tiempo que le deja libre la televisión, y un hombre que ha encontrado en los libros el verdadero sentido de muchas cosas. Nos vemos en una terraza en las afueras de Madrid donde, por mucho que busque la privacidad, no puede evitar no pasar desapercibido.

Christian es un enamorado de la Toscana. Foto: Instagram

The Luxonomist: ¿Uno nunca se acostumbra a ser el foco de atención o se vuelve inmune?
Christian Gálvez: Yo siempre prefiero ser el que está detrás de la cámara o de un micrófono, sobre todo cuando me toca hablar de mí mismo porque, en ese sentido, soy bastante hermético. Cuando tengo que hacerlo sobre otra persona, me refiero a las que investigo, no me importa estar en el otro lado y hablo con total tranquilidad y respeto.

TL: ¿Qué darías por estar en esta terraza y ser el que miras y no al que miran?
CG: Aunque no te lo creas, observo mogollón porque, a raíz de mi último trabajo, he estudiado morfopsicología y ahora me tiro todo el rato mirando caras porque, a través de los rasgos faciales, puedo saber un poco cómo son las personas. Y entonces ¡miro y me fijo cantidad en la gente!.

TL: ¿Una cara puede definir una personalidad?
CG: Claro. Gracias a esa disciplina (morfopsicología) puedes llegar a saber cómo modifica el entorno los rasgos. Últimamente me da por mirar muchas caras y empiezo a analizarlas pero, volviendo a lo que me preguntabas sobre mirar o que me miren, por lo que realmente daría mucho es por no ser observado y no tener que observar. También te digo que, por el trabajo que tengo, la gente no me molesta porque, gracias a ella, trabajo donde lo hago. Y estoy seguro de que, si llega el día en el que no me miran, estaré deseando que lo hagan porque, cuando dejen de hacerlo, es porque ya no les intereso. Y el interés que me demuestran siempre es consecuencia del trabajo que realizo.

Acaba de publicar su último sexto libro

TL: ¿Cómo aterriza un chico de Móstoles en este mundillo? Por cierto, esa localidad ha dado gente muy notable…
CG: (risas) Unos cuantos: Iker Casillas, Raúl Arévalo, Rafa el gimnasta, Iván Sánchez, Las Supremas. Una buena cantera. Yo aterrizo en este trabajo de rebote. Quería ser profesor, paleontólogo y cantante de heavy metal. Cantante no colaba porque no tengo ni voz ni pelo para serlo, paleontólogo se me pasó, porque mis padres me decían que no tenía futuro, y lo de profesor perdí la pasión en mitad de la carrera, porque me di cuenta de que cada vez se escucha menos a los profesores, y no terminé.

TL: Y cuando dices en casa que nada de universidad, que lo tuyo es la bohemia de este trabajo, ¿fue un drama?
CG: Yo con mis padres he tenido… te iba a decir suerte, pero no creo en ella. He tenido mucha justicia, por decirlo de alguna manera. A los 14 años le dije a mi padre que me iba a poner pendiente y dejar el pelo largo… y simplemente me dijo ¡vale! Era un heavy convencido a esa edad, que era la época de mi primera novia. Mis padres me razonaban, me preguntaban si estaba seguro y no era una moda pasajera. A la hora de elegir carrera, cuando dije que quería hacer Magisterio, intentaron convencerme de que, en la Informática estaba el futuro, pero se impuso mi criterio. Yo mantengo siempre que hay que hacer las cosas con pasión y elegir lo que te llena de verdad.

TL: Y, por jugadas del destino, llegas a la tele y se acaba convirtiendo en tu pasión.
CG: Lo de la tele no fue súbito, vino de manera progresiva. Yo he tenido dos etapas en televisión. La primera la compaginé con los estudios y, en la segunda, ya sabía lo que era darse batacazos, palos y decepciones. Hasta que llegó ‘Caiga quien caiga’ y ahí cambió todo.

‘Caiga quien Caiga’ y ‘Pasapalabra’, sus dos grandes éxitos televisivos

TL: No crees en la suerte ni en la casualidad. ¿A qué se debe tu éxito? ¿Estar en el lugar oportuno a la hora perfecta?
CG: Eso es estadística. Yo siempre hablo de cinco valores: curiosidad, observación, perseverancia, sacrificio y pasión. Combinándolas, tú te labras tus cosas. Suerte es que te toque la lotería y que no tengas el billete. Si lo tienes y te toca es estadística. La casualidad quizás sea una cosa más espiritual. Creo en la causalidad, en la causa/efecto, lo que provocas y lo que es estar a la altura de las expectativas. Creo que yo he estado a la altura de las expectativas de las personas que, en ese momento, tenían que tomar una decisión. Si te tuviese que cuantificar las oportunidades que me han dado, te diría que el 95% de las veces ha sido un NO. Ahora en la tele se ve el SÍ, pero hay mucho detrás. Si yo te dijera de cada casting que me han dicho que sí y en los que me han dicho que no, la estadística es nefasta.

TL: Vaso medio lleno. Los síes han merecido la pena…
CG: Sin duda alguna, la han merecido… incluso si el éxito hubiese durado mucho menos.

TL: ¿’Caiga quien caiga’ fue tu auténtico punto de inflexión?
CG: Sin lugar a dudas. Primero porque fue una recuperación del Christian Gálvez televisivo. Ese programa fue la mayor escuela, la mejor que pude tener en la vida. Me permitió ser yo y que algunos de los jefes de Mediaset pensaran en mí para otros proyectos como ‘Pasapalabra’. Ese programa me supuso un gran escaparate.

Así se hizo el selfie de la portada con nuestra compañera Amalia Enríquez

TL: ¿Qué significa eso de “me dejaron ser yo”?
CG: Pues que no me pidieron que hiciera teatro, que interpretase un papel que no me pertenecía. Respetaron mi manera de ser y de comunicar, que se adaptaba a lo que ellos necesitaban. Cuando me cogieron para ‘Pasapalabra’ era la única condición que yo puse. Yo tenía 27 años recién cumplidos y venía de pegar gritos en la calle con el ‘Caiga quien caiga’. Era arriesgado y creo que había gente en la cadena que tenía más confianza que el propio presentador en ese momento.

TL: Verían en ti unos valores y aptitudes y, con el tiempo, han comprobado que no se equivocaron..
CG: Si te digo la verdad, nunca se lo he preguntado y nunca me lo han dicho. Puede ser. Con los años, yo me he vuelto más serio, ahora no me atrevería a hacer las cosas del ‘CQC’. Hice el payaso y me lo pasaba de puta madre, pero ahora estoy en otras cosas. ¿Si volviera a  nacer lo repetiría? Sí, sin ninguna duda, pero ahora soy un tío más serio, tal vez más aburrido. Supongo que esto lo da la madurez.

TL: ¿Y dónde busca el ocio este Christian maduro?
CG: En los libros, en menor medida –por falta de tiempo-, en mis amigos y en mi mujer, por supuesto. Para mí el ocio intelectual serían los libros, escribir y formarme. ¿El motivo principal de ese ocio? Viajar con mi mujer. Son las cosas que más me gustan en la vida… aparte de hacer ‘Pasapalabra’ y ver a mis amigos una vez a la semana.

Una de sus pasiones, viajar con su mujer, Almudena Cid. Foto: Instagram

TL: ¿La motivación por escribir la tienes desde niño?
CG: No, me surgió cuando creí que tenía algo que contar. Bueno no, espera, miento. Yo empecé a escribir en 2010 por una oferta de Espasa, dije que sí. Luego me llegó otra de la misma editorial y volví a aceptar. Después me propusieron otra, del grupo Planeta, para hacer un libro de motivación y entonces ya dije que quería hacer ese libro a mi manera. Yo no soy coach, una cosa es eso y otra motivación. Les dije que yo podía escribir ese libro de motivación si podía hacerlo a través de Leonardo Da Vinci.

TL: ¿Esa fascinación por este personaje la has tenido desde siempre?
CG: No, desde 2009. Me pasó una cosa muy bonita con un grupo de niños muy especiales, viendo ‘La última cena’ en Milán. Descubrí que siempre hay más que lo que nuestros ojos ven, que a veces te cuentan la historia y lo hacen como quieren. A partir de ahí empecé a investigar el Renacimiento. ¿No había mujeres en esa época? ¿No había mujeres artistas? ¿Por qué cuándo se habla de las mujeres renacentistas todas son putas o asesinas, como Lucrecia Borgia? Me di cuenta de que nos habían contado las cosas de una manera muy rara. En el caso de Leonardo, descubrí que todos conocen al genio y pocos conocen al hombre, por lo que empecé a investigar y me di cuenta de que me hacía muy feliz. Empecé a ser mejor.

TL: Y te has acabado convirtiendo en un experto…
CG: Hay que tener cuidado con esa palabra, sobre todo aquí. Fuera de España no me conocen como presentador de televisión, me conocen como un erudito de Leonardo Da Vinci. Me hablan con respeto y entienden mi pasión. Aquí, que te traten como un erudito cuando sales en la tele… pues ¡imagínate!.

Ya ha escrito seis libros y 11 cuentos para niños

TL: Es un peaje caro…
CG: Cuando superas esa etapa de no tener que demostrar a las personas lo que haces y lo que escribes, te dedicas y concentras en tu pasión. Cuanto más estudio e investigo a Leonardo, me doy cuenta que menos sé y que me queda mucho por aprender.

TL: ¿Es un gran desconocido?
CG: El gran tergiversado. Siempre se le intentan atribuir enigmas y no tiene tantos como la gente cree. Miguel Ángel sí los tiene.

TL: ¿Qué suscitó tu atención de ese personaje?
CG: La polimatía, la multidisciplina. Esa capacidad  de poder hacer varias cosas, siendo un chaval ilegítimo, iletrado y con posible dislexia. Hoy en día se dan pastillas para remediarlo o se les da a los niños un tratamiento especial. Leonardo no tuvo nada de eso. A él lo soltaron en el campo y se dedicó a ver, a observar. Lo que buscaba, que es lo que le hizo diferente a todos, es la sincronía entre los conocimientos. Tenía una inteligencia expansiva.

El Renacimiento y sus protagonistas son su pasión

TL: ¿Qué te admira tanto del Renacimiento?
CG: Cuando alguien decía: soy arquitecto, pintor, científico y matemático. Y no te contestaban como hoy en día… ¡anda ya, fantasma! ¿Tú qué eres, presentador o escritor? Las dos cosas. No, no ¡elige! En el Renacimiento te decían: ¡demuéstralo! Y, si lo hacías, te respetaban para siempre. Y eso es bonito.

TL: ¿La escritura es un plan B que se puede acabar convirtiendo en A?
CG: La lectura y la literatura son un plan AA, sin ninguna duda. Mentiría si te dijera que ‘Pasapalabra’ no me ha ayudado a la hora de escribir libros, eso está claro. Llevo ya seis escritos (2 novelas, 4 de no ficción) y 11 cuentos para niños. Y todavía hay gente que dice ¡otro de la tele que escribe libros! Y eso es insultar al lector porque es posible que, en el primero y en el segundo, los compraran por mi fama en la tele pero, a partir de ahí, la gente no es tonta. Compran lo que les gusta.

TL: ¿Te molesta ser reconocido fuera y cuestionado aquí?
CG: No tengo que demostrar nada a nadie. Creo que lo único que tengo que desmostrar ahora en la vida es que soy la persona idónea para estar, cada tarde, haciendo ‘Pasapalabra’, algo que tengo que conseguir día a día. En el caso de la literatura, creo que ya no tengo que hacerlo, no es mi objetivo tener que convencer a nadie, sobre todo porque escribo para gente que cree en los valores del Renacimiento, donde valoran la polimatía de la que hablábamos.

‘Superman IV’ le dejó literalmente clavado en el cine

TL: ¿Te recuerdas un niño feliz?
CG: Síiiiii… y ahora me vas a preguntar si iba al cine.

TL: Pregunta obligada, ya conoces mis cartas…
CG: Iba al cine y recuerdo la primera película. Horrible, pero yo flipé. ‘Superman IV’ en los cines Callao de Madrid. Yo tenía 7 años. Mis padres me engañaron, me dijeron que íbamos a ver un documental de peces. Había un cartel de Christopher Reeve que ocupaba todo el edificio. Antes de la peli pusieron el documental y, cuando terminó, me levanté y me fui. Mis padres se quedaron sentados y yo empecé a escuchar esa música de ‘Superman’, me di la vuelta y me quedé impactado al verlo en pantalla. Me quedé clavado. De mayor la volví a ver. Es un truño de peli, pero de niño me dejó marcado. Y, por supuesto, ‘Bambi’ que también la vi en cine de pequeño.

TL: Todos vemos películas de Disney en la infancia pero todas, de algún modo, encierran crueldad..
CG: ¡Ya te digo! Mira el comienzo de ‘Up’ o la muerte del padre en ‘El Rey León’, pero la vida es cruel. Soy de los que piensa que estamos entrenados para morir, es el único entrenamiento que hacemos cada día sin ser conscientes. Tú te vas a la cama pensando que te vas a despertar al día siguiente”.

‘La Vida es Bella’, una de sus películas favoritas

(Ahora, transcribiendo estos pensamientos, recuerdo a Paloma Gómez Borrero, amiga de los dos y que falleció unos días más tarde. De ella recordábamos en la entrevista muchas cosas, porque ya estaba ingresada y se lo comenté a Christian. Cuando falleció y se lo tuve que comunicar a él, después de momentos de incredulidad, sólo acertó a decirme: “Ahora sí que creeré en los ángeles”)

TL: A mí no me da miedo no despertarme, sí que no lo haga alguien a quien quiero…
CG: Claro, por supuesto…pero eso es egoísmo porque temes echar de menos a alguien. Justificar eso es meterme en un tema peliagudo que tiene que ver con el monoteísmo. En una cultura monoteísta como la americana se celebra la muerte y en las politeístas, por supuesto. Es una cuestión de percepción subjetiva. Nosotros somos egoístas porque nos duele no disfrutar más de esa persona.

TL: Nos hemos metido de lleno a filosofar y nos estamos alejando del cine. En la madurez, ¿cuál es esa película imprescindible?
CG: A mí me marcó muchísimo ‘La vida es bella’, es una película homenaje a Chaplin. Esa forma de rescatar todo el humor de Charlot, esa manera de contar un cuento de hadas para que el niño no sepa la dureza de lo que está viviendo ¡es brutal!. ‘El gran dictador’ es otra de mis películas de cabecera y, también ‘Interestelar’, que me hizo pensar muchísimo. Creo que debería haber terminado 10 minutos antes, hubiese sido perfecta, pero me hizo reflexionar mucho.

‘Sherlock’, una de las series que sigue

TL: ¿Y de series cómo andamos?
CG: Veo cantidad. Acabo de terminar ‘Sherklock’, que me parece una obra maestra. Estoy esperando la tercera temporada de ‘The leftovers’, que estrenan este mes de abril, y estoy esperando el final para ver si se convierte en mi serie nº1. También estoy con ‘The walking dead’ y unas cuantas más.

TL: ¿Un escritor qué lee?
CG: Para escribir solo leo libros del Renacimiento y no leo ficción. Mi libro de cabecera de niño era ‘El conde de Montecristo’, una versión juvenil. Ya de adulto he coleccionado todas las versiones. Su esencia es todo lo contrario a lo que se nos enseña: perdonar y poner la otra mejilla, pero es una gran historia. Tengo más de ocho mil comics, los leía desde los ocho años. El primero me lo compré en Gandía a esa edad: el nº 24 de Transformers. Sigo leyéndolos y aumentando la colección.

TL: Un poco de autocrítica ¿Tu mejor y peor libro?
CG: Mi personaje favorito es Da Vinci y mi mejor novela es la de Miguel Ángel. La de Leonardo es una novela más pasional y la de Miguel Ángel es mucho más sesuda, más compleja. Creo que es mejor libro a nivel de ficción y, si te digo la verdad, me jode (risas) porque mi preferido es Leonardo como persona. Ahora estoy escribiendo la novela de ‘Rafael’ y el personaje es también muy guay.

‘El Conde de Montecristo’ y los cómics de ‘Transformers’, sus lecturas favoritas

TL: ¿Escribir se ha convertido en una adicción?
CG: Adicción, pasión, también vuelco frustraciones, éxitos, dejo patentes cosas que han quedado pendientes y las expongo en el libro. Yo creo que todos los escritores hacemos eso un poco cuando escribimos ficción. En los libros de investigación no se puede hacer.

TL: ¿Hay un antídoto para la vanidad?
CG: Mis padres, mi hermana, mi mujer y mis amigos. Conservo los amigos de toda la vida y les da absolutamente igual mi fama. No ven mi programa, el 80% es posible que ni me hayan leído. El mérito de que uno sea más o menos engreído no es de uno mismo, sino de la gente que le rodea. Tras un palo muy grande en mi primera etapa de televisión, me vi obligado a reciclarme. Y luego, ten en cuenta que me casé con la “maestra del reciclaje”. La pena fue no haberla conocido quince años antes.

TL: Todo llega en su momento. Quince años antes igual ni os habríais fijado el uno en el otro…
CG: Lo curioso es que mi madre era fan de Almudena Cid, en su faceta de gimnasta. La gimnasia a mí no me gustaba nada y, sin embargo, mira (risas) ¿Por qué estoy con Almudena? Porque vino a concursar a ‘Pasapalabra’ y, si no, tal vez, nunca la habría conocido.

Ha sido nombrado ‘Experto en Leonardo da Vinci’ recientemente

TL: ¿Y eso es suerte o destino?
CG: Eso es justicia. Creo que es justicia que, la gimnasta de rítmica más longeva de la historia de este país, tuviese que estar justo en periodo preolímpico en el programa. En aquel momento ella tenía pareja, yo no. No sabíamos cómo iba a terminar aquello pero…

TL: Eso es algo de destino, créeme.
CG: Bueno, igual sí creo algo en eso, pero creer en el destino es muy injusto porque siempre buscamos en él la justificación de todo. Y eso no me gusta.

TL: Me pasaría horas recibiendo un baño de cultura pero, aunque esto no es la tele, también tengo que ir terminando. Y lo hago con la pregunta obligatoria que cierra estas conversaciones. ¿Qué pensaría el Christian ‘heavy metal’ del hombre en el que hoy te has convertido?
CG: ¡Vaya pregunta me haces! Si tú me preguntas si estoy orgulloso de ser como soy, te diría que sí. Tengo lo que necesito, no pido más. Tengo los amigos que quiero, dos trabajos maravillosos, mi mujer, mi familia. Yo creo que el niño me diría que debería haber sido cantante heavy (risas).

*Localización: Starbucks Equinoccio (Majadahonda). *Próxima semana: Jose Coronado.

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