#CloseTo Imanol Arias: «A los 60 estás por encima de muchas cosas»

Acaba de estrenar 'Despido Procedente' y dice sentirse "muy ilusionado". Hablamos con él del pasado, el futuro y de cine... mucho cine.

Amalia Enríquez. 04/07/2017

Sigue siendo el de siempre. Menudo, dicharachero, sonriente, buen conversador, entrañable… Cuando le entrevistas te hace sentir el centro del mundo: te mima, te atiende, te da tu sitio y, lo que es más importante, te escucha. Nos encontramos en Madrid, en plena promoción de ‘Despido procedente‘, su nuevo trabajo. No hay preguntas tabú, ni vetos implícitos. Sabe que su nombre sigue en la mente de todos, pero ha aprendido a asumir unas circunstancias sobre las que intenta sobrevolar. Se ha dado cuenta de que el trabajo tiene un efecto sanador y terapéutico. Quien quiera conocer su estado de ánimo, debe hacer el ejercicio de leer entre líneas. Ahí está el Imanol Arias que ha tomado, por derecho, las riendas de su vida.

The Luxonomist: ¿Ante qué Imanol me encuentro?
Supongo que el que esperabas. Nos conocemos hace muchos años, así que no te sorprenderá nada de mí. No vas a encontrar nada que no esperes de antemano. Estoy en un momento en el que me siento un hombre muy ilusionado, algo que me ocurre siempre que me enfrento al reto del nacimiento de una nueva película.

TL: Javier, tu personaje en ‘Despido procedente’, ¿es un pillo, un tiburón de las finanzas, un alma cándida?
No es mal tipo, pero tampoco es un santo. Los últimos años que pasó en España le han pasado mucha factura. Es disléxico, empieza a fumar, se divorcia… Busca una segunda oportunidad y se va a Buenos Aires, una ciudad maravillosa. Es un escenario dramático muy interesante, un lugar donde uno puede renacer.

El personaje de Imanol en ‘Despido Procedente’ se replantea su vida

TL: ¿Tú te irías para allí a empezar de nuevo?
De hecho, me voy siempre que puedo. He pasado muchas épocas de mi vida allí y he sido muy feliz. Es una ciudad muy española. Hay más teatros que aquí, tiene muy buenos actores, pero sí es cierto que le faltan algunas cosas que tenemos aquí.

TL: La familia, sobre todo…
La familia va contigo porque, físicamente, va creciendo y se va dispersando. Lo que siempre queda es la madre. La familia es la distancia con la madre, ella siempre va a ser la referencia.

TL: Con el paso de los años, esa referencia llega a asustar por el miedo a perderla…
En eso me pasa como a mi personaje. El miedo que a Javier le paraliza ante una circunstancia que puede cambiar su vida, no consigue frenarle ni hacerle peor. El miedo le produce curiosidad, que es un arma enorme contra el miedo. Lo peor que nos puede ocurrir es tener miedo. Vivimos en una sociedad llena de vectores de miedos.

Imanol es uno de los actores más queridos de nuestro país

TL: ¿Cuál es para ti la moraleja de la historia?
Las cosas desagradables de la vida, que nos las producen determinados acontecimientos, hay que entenderlas y aceptarlas porque la vida te va a repetir esas mismas circunstancias hasta que aprendas.

TL: Más vale ser buen alumno, entonces…
(risas) Claro. Si aceptas, vives. Si no lo haces, te mueres o te paralizas. Hay que aprender a aceptar.

TL: ¿Es así como ves tú la vida a los 60?
Es bastante común que este pensamiento se tenga a esta edad. Deberían enseñarnos a ver estas cosas antes y ser más conscientes de todo. Yo ahora veo la vida como una enorme posibilidad de aceptar lo que viene y como una búsqueda de encontrar ese equilibrio del que hablamos, de entender, aceptar, no tener miedo, deshacerte de las preocupaciones, de los egos, de trabajar en lo que gusta…

A lo largo de su carrera ha interpretado multitud de personajes. En la foto, al agente secreto, Anacleto

TL: Tal y como me lo pintas, me dan ganas de llegar a los 60. Parece una edad muy recomendable…
(risas) Todo llegará, no tengas prisa. Sí es cierto que a esta edad estás por encima de muchas cosas. Tienes la fuerza suficiente para buscarle el gusto a algo y hacerlo tranquilo. No me asusta cumplir.

TL: ¿Sueles volver la vista atrás?
Lo hago para recordar cosas que estén ligadas a las anécdotas. Tengo memoria de elefante y me guío en los recuerdos por el olfato, como un perro. Tengo una gran memoria sensorial. Mi vida y el trabajo me han creado un gran mundo de anécdotas y me han dado la posibilidad de conocer a mucha gente. Tengo una gran capacidad de imitar y la uno al recuerdo de cómo olía aquel momento en el que pasó algo. Tengo un cierto desapego y no soy nada nostálgico.

TL: En esa mirada retrospectiva y olfativa, ¿hay algún recuerdo recurrente?
Una sensación de privilegio al poder viajar como lo he hecho. Recuerdo la primera vez que me subí en avión, por motivos de trabajo, y llegar a un sitio al que me acabé uniendo de alguna forma. No recuerdo haber llegado a un lugar y no haber tenido una implicación que me uniese a ese sitio. He rechazado muy pocos sitios. Si tengo que hacer memoria, no me viene a la cabeza ahora ninguno en el que haya dicho “no volveré”.

La Habana es uno de los destinos a los que siempre quiere volver

TL: ¿Sigues siendo muy vasco de carácter?
Sí. Pero si te digo la verdad, ya no sé qué significa mucho eso. Creo que Cádiz me ha matizado un poco. No soy muy propenso a tomarme las cosas a risa, tal vez por ello la aprecio mucho y me gusta tener la posibilidad de reír. El sur me la proporciona.

TL: ¿Cómo aterriza un chico de provincias en esta profesión?
En mi época, casi todos éramos chicos de provincias. Todo se producía en Madrid y todos, por diferentes circunstancias, acabamos aquí. Madrid tiene algo que te instala. Cuando pasa el tiempo, ya empiezas a buscar otros rincones. Muchas veces, gracias al trabajo, conoces lugares a los que quieres volver de manera recurrente.

TL: ¿Por ejemplo?
Buenos Aires, La Habana, Nueva York… a ellos siempre quiero volver.

Así se hizo el selfie de la portada con nuestra compañera Amalia Enríquez

TL: Para llegar a esos lugares antes tuviste que dar el paso de ser libre y volar en busca de tu sueño. ¿Cómo reciben en casa que el chico quiera ser artista?
Mis padres se asustaron, no lo voy a negar. Les parecía que no había elegido bien y que no me saldrían bien las cosas. No entendían por qué me daba por esta profesión. Ahora, algunos padres lo propician porque quieren, a toda costa, que su hijo sea famoso. Les da igual que sean actores, cantantes o participantes de un concurso en una isla. Antes, embarcarte en esta profesión era algo muy difícil que parecía inalcanzable. De ahí que los padres se preocuparan y los míos se asustaran. No fue algo precipitado, porque quise ser actor desde muy chaval, con 14/15 años. A los 19 me marché de casa. En esos años intermedios, mientras vivía con ellos, se daban cuenta de que ya actuaba, hacía obras de teatro y me iba bien. Del primer estupor pasaron al cálculo de si sería lo suficientemente bueno como para poder vivir de este trabajo.

TL: ¿Nunca hubo arrepentimiento?
Nunca. El camino al éxito no es una balsa de aceite. Si no vas de fracaso en fracaso, nunca llegas al éxito. Aun así, jamás me he arrepentido. No me di por vencido al primer revés y ni me creí el mejor la primera vez que me fue bien. Todo depende de la alegría con la que vivas la vida o el entorno en el que te mueves.

TL: ¿Te recuerdas un niño feliz?
Sí, era bastante feliz porque tampoco incidían muchas circunstancias en mi casa, en mi familia, que me abocaran a la infelicidad. No tuve nunca problemas de bullying, por ejemplo, pero ya lo había y no se sabía cómo combatirlo. Desde el niño gordito que no jugaba en el equipo por su físico, al que vivía en un pueblo extremeño e iba retrasado en los estudios o el hombre que vivía en el caserío y que nunca bajaba a la ciudad. El ser humano tiene una enorme tendencia a clasificarse.

Le marcó mucho la película ‘Lo importante es amar’

TL: ¿Y ese niño feliz iba al cine?
Iba lo que podía, porque el cine era el circuito B. Iba mucho a las sesiones infantiles y, de adulto, me apunté a un cineclub para ver algo más que a Florinda Bolkan o la etapa inicial de Clint Eastwood, que eran ese circuito del que te hablo. Los grandes títulos tardaban en llegar. Veía series en la televisión que se parecían al cine.

TL: Activa esa memoria de perro y dime cuál fue esa primera película…
La primera que recuerdo como tal e importante fue ‘La conquista del oeste’ que además duraba cuatro horas. A la mitad, salía del cine, cogía el bocadillo que mi madre me traía de casa y volvía a entrar.

TL: Y, en el largo camino de la vida, ¿cuál se ha instalado como prioritaria?
Cuando llegué a Madrid, en mi primera época vital, recuerdo ‘Gritos y susurros’, ‘El padrino’, ‘Cowboy de medianoche’ y, sobre todo, ‘Lo importante es amar’, que me impactó mucho. En aquella época recuerdo unos cines que ponían ciclos y en ellos vi ‘Cuerno de cabra’, que estuvo en el  Bellas Artes como cuatro años, algo impensable hoy. Y de las extranjeras, Clint Eastwood era importante entonces. Luego vino la etapa de cine italiano de Visconti (‘El gatopardo’) o de Paul Newman (‘La gata sobre el tejado de zinc’).

‘La conquista del Oeste’ fue una de sus primeras películas

TL: Y ahora ¿qué te lleva al cine?
Voy mucho al cine, no por ser actor, sino porque junto con la literatura y la música es lo que más me gusta. Mi ocio tiene que ver con ver capítulos de alguna serie buena, recuperar películas que no pude ver y disfrutarlas en el portátil. Al margen de eso, voy al cine un par de veces a la semana.

TL: ¿Vas en calidad de espectador o de actor?
Hay veces que no lo consigo separar pero, cuando lo hago, consigo disfrutar mucho de las películas activando el modo espectador.

TL: ¿Dónde encuentra el ocio alguien que se dedica a dárselo a los demás?
Al margen de ir al cine, que es parte importante de mi desconexión, lo encuentro en el retiro, en la lectura. Me gusta leer tranquilo, solo, sin estar rodeado de gente. Y luego encuentro ese ocio en pequeñas cosas como cocinar y, últimamente, en correr, pasear y disfrutar al aire libre. Me gusta hacer escapadas que tengan que ver con hacer ejercicio.

‘Patria’ y ‘Tan poca vida’, sus recomendaciones literarias

TL: ¿Cómo es, en estos momentos, un domingo perfecto en la vida de Imanol Arias?
Me sigo levantando temprano, salvo que haya tenido que trasnochar la noche anterior por algún evento o una cena. Mecánicamente lo que hago es desayunar de manera muy frugal y salgo a correr o andar, depende de cómo me encuentre. No corro como para hacer pruebas, porque no quiero destrozarme las rodillas, pero sí hago distancias largas. Al regresar me gusta ir a comprar el pan, alimentos frescos que me puedan hacer falta para ese día, me ducho, me distraigo con la F1 o las motos y, si estoy rodando, el domingo es el día en el que preparo lo que tengo esa semana. Es un día que me gusta salir a comer fuera y descansar un poco por la tarde. Ir al cine, reunirme con gente o leer es la manera que tengo de terminar ese día.

TL: Aconséjame dos libros de esos que tienes a mano…
Ahora mismo te aconsejaría uno que seguramente has leído, ‘Patria’; y uno norteamericano que se titula ‘Tan poca vida’, preciosa novela. Siempre he leído mucho porque en mi casa estaban suscritos al Círculo de Lectores. El primero que leí no recuerdo su título y, con mi memoria de perro, solo tengo la imagen de su portada, que era blanca (risas).

TL: Que has pasado últimamente por momentos delicados, es imposible obviarlo. ¿Cuántos amigos lo siguen siendo y cuántos se han quedado en el camino?
Los amigos no te demuestran a diario que lo son. Yo no soy una persona fácil de ayudar en ese sentido, porque no soy nada quejoso. Sinceramente, creo que no ha habido bajas sustanciales y tampoco tengo un grupo tan numeroso. Otra cosa es que me haya soltado de los amigos en algunos momentos de mi vida para no cargarles, porque uno es el héroe de su propia película y hay momentos en los que tiene que hacer las cosas solo. Soy poco de terapias de grupo.

TL: Mi pregunta final y obligada en estas conversaciones. ¿Qué pensaría el Imanol niño del hombre que has logrado ser?
No se podría imaginar todo esto. Lograr lo que tengo no estaba en las previsiones. No sé si se reconocería en mí, pero yo sí en él. En mis meditaciones, yo lo busco. Y lo encuentro.

*Localización: ‘Casa de América’. *Próxima semana: Rosa López.

Subir arriba

Este sitio utiliza cookies para prestar sus servicios y analizar su tráfico. Las cookies utilizadas para el funcionamiento esencial de este sitio ya se han establecido.

MÁS INFORMACIÓN.

ACEPTAR
Aviso de cookies
Versión Escritorio