#CloseTo hermanos Torres: «Nos cuesta mucho tirar la toalla»

Dicen llevarse estupendamente dentro y fuera de los platós. Alegres, humildes y muy dicharacheros, hablamos con los hermanos Torres sobre mucho más que cocina.

Amalia Enríquez. 01/08/2017

Sobra decir que son como dos gotas de agua. “No te creas, se nos diferencia por la nariz”, me dicen. Aun así, hay que fijarse mucho para no llamarle Sergio a quien es Javier. Su abuela Catalina, la que realmente les metió el gusanillo de la cocina, les llamaba ‘cielitos’, así que bautizaron su restaurante como ‘Dos cielos’ en homenaje a ella porque, entre otras cosas, también fue quien les inculcó, desde niños, la ilusión por las cosas.

The Luxonomist: Quiero pensar que os lleváis bien y que esas peleas en la cocina que vemos todos los días en la tv son mera puesta en escena…
Hermanos Torres: Todo es real. Lo que veis es lo que somos. No existe guión y nos llevamos bien.

TL: A pesar de que os moleste que el otro interfiera en la receta que no le corresponde…
Sergio Torres: Sí, eso molesta porque mi plato es mi plato y yo lo hago mejor.
Javier Torres: Pero los piques son de buen rollo ¿eh? Nos salen naturales, como si estuviéramos en casa.

TL: ¿Es cierta esa leyenda de que los gemelos no suelen discutir?
HT: Es cierta, por lo menos en nuestro caso. Nosotros tenemos un sexto sentido que, antes de llegar a pelearnos, lo hablamos y lo arreglamos. Creo que nunca nos hemos peleado, ni de niños. Es muy fácil actuar así.

Su restaurante se llama ‘Dos Cielos’ por su mote de infancia

TL: Y cuando a uno le duele algo ¿el otro lo sabe o le duele también?
HT: Sí porque hay mucha psicología en la relación de los gemelos. Ten en cuenta que yo conozco a mi hermano tan bien como a mí mismo, por eso estás muy cerca de lo que le puede pasar al otro o intuir lo que le puede llegar a suceder.

TL: ¿Os molesta recordar, con todo lo que eso conlleva y soléis hacerlo?
HT: No nos molesta para nada y volvemos la vista atrás con frecuencia. Nos acordamos mucho de nuestra infancia, de los fracasos, de la trayectoria. Hay que valorar todo, incluso los momentos delicados.

TL: Para valorar el éxito hay que conocer el fracaso…
HT: Sin duda alguna. Nosotros hemos cometido errores, nos hemos caído muchas veces pero nos hemos sabido levantar y, como consecuencia, mejorar.

Dicen llevarse de maravilla, dentro y fuera del plató

TL: Y en esa vuelta atrás, ¿cuál es ese recuerdo que siempre está ahí, que no se va nunca?
HT: El más recurrente creo que siempre ha sido y es la familia, el apoyo que hemos recibido siempre de ella. Nosotros hemos viajado mucho desde muy jóvenes, desde los 16/17 años. Al estar siempre fuera, lo que te daba la fuerza era saber que siempre podías volver, que la familia estaba en el mismo sitio y que no pasaría nada. Y, tal vez por esa seguridad, aguantábamos y no volvíamos porque siempre teníamos esa opción.

TL: En esa etapa es cuando cada uno trabajabais por separado…
HT: Exactamente, sí.

TL: Y eso los gemelos lo llevan fatal…
HT: Cierto. Nuestra medicina era juntarnos cada pocas semanas, buscábamos un punto intermedio. Uno estaba en Suiza, otro en París. Elegíamos un buen restaurante, nos montábamos nuestra particular fiesta, celebrábamos el encuentro y nos volvíamos a separar, pero ya con más fuerza.

Espárragos blancos con albahaca, parmesano y migas de tomillo; abrazo de primavera y molletes de rabo de toro

TL: Por lo que intuyo, eran una necesidad anímica esos encuentros…
HT: Sí, sí. No lo dudes. Era incluso necesidad espiritual.

TL: Antes de esos 17… ¿cómo surge la afición a la cocina?
HT: Nos recuerdan nuestros padres que, con ocho años, los sentamos en la mesa de la cocina y les dijimos que teníamos una cosa muy importante que contarles, que era algo muy serio y que nos tenían que escuchar. Les dijimos que queríamos ser cocineros y nos mandaron a la cama directamente.  En aquella época, elegir esa profesión no estaba bien visto. Todos los días seguíamos “erre que erre” con la decisión hasta que conseguimos convencerles. Al acabar EGB nos metimos en una escuela de cocina pero, a cambio, nos comprometimos a seguir yendo a clases particulares para seguir con el nivel de cultura que debíamos tener.

TL: Los padres siempre quieren que hagamos una buena carrera que nos solucione el futuro…
HT: La verdad es que, en nuestro caso, nunca nos impusieron nada. Siempre tuvieron una visión muy buena en cuanto a la educación, que debían darnos. Son unos padres con mucho sentido común y nunca nos han atado. Lo han hecho muy bien, dejando que cada uno nos desarrolláramos. Que lo hicieran así nos ha venido muy bien porque siempre hemos sido super responsables. El oficio de cocina, además, te exige mucha disciplina y, desde muy jóvenes, hemos aprendido eso.

Así se hizo el selfie de la portada con nuestra compañera Amalia Enríquez

TL: ¿El gusanillo de los fogones se lo debéis a la abuela?
HT: Cuando nosotros nacimos, que pensaban que solamente venía uno, nuestros padres tenían que trabajar. Teníamos por delante cuatro hermanos. Entonces, nuestra abuela vino de Linares, donde estaba trabajando de cocinera en casa de unos señoritos, cocinaba en casa y cuidaba de nosotros. Estábamos todo el día pegados a su falda. Nos llevaba al mercado y nos enseñaba todo. Aprendimos a descubrir los diferentes olores, los sabores. Nos sentaba en el mármol de la cocina y allí nos pasábamos las horas.

TL: Imposible que no salierais cocineros…
HT: Toda la razón. Además ¿sabes una cosa? Nosotros veíamos que era una mujer feliz, muy feliz con lo que hacía. Nos hacía pelar guisantes para tenernos entretenidos y, sin querer, nos llevó a esta vocación y la convirtió en nuestra pasión.

TL: Si te gusta cocinar, encuentras en la cocina muchas satisfacciones…
HT: La cocina te llega a hacer muy feliz. Nosotros nos alimentamos con la felicidad de los demás. Preparar un plato que te guste y hacerte feliz con él, es el mejor regalo. Nosotros vivimos de eso.

Escriben sus propios libros

TL: Me habláis de la felicidad de los demás, ¿y de la vuestra?¿Os recordáis niños felices?
HT: Síiii, muy felices. Lo seguimos siendo. No tenemos más que motivos para dar las gracias por todo lo que nos ha ocurrido.

TL: Y esos niños felices, incipientes cocineros, ¿iban al cine?
HT: Claro que íbamos. Yo me acuerdo incluso de la primera película. Éramos muy pequeños y nos llevaron a ver ET. Nuestra hermana Beatriz vino un día a casa y nos contó que acababa de verla, así que nos fuimos toda la familia, pero en casa ya teníamos Cinexin, ¿te acuerdas?.

TL: …Pero no es lo mismo. El ritual del cine no se mejora con nada…
HT: Nuestro padre trabajaba en Grunding y tenía el privilegio de poder conseguir una televisión más barata que en el mercado. Por eso, desde muy pequeños, recuerdo en casa una buena televisión y las películas que veíamos en ella. Eso sí, nada que ver con el cine ¡por supuesto! A nosotros nos encanta el cine, tenemos muchos amigos directores, entre ellos JA Bayona, y siempre sacamos tiempo para ir a ver alguna película.

E.T. fue su primera película en el cine

TL: Entonces, supongo que en los años de madurez, hay una película ya imprescindible en vuestras preferencias…
JT: Igual vas a decir que soy uno clásico. A mí siempre me ha impresionado ‘Espartaco’. Me parece una película completísima en todos los sentidos, con la que aluciné desde la primera vez que la vi. Se hizo en unos años en los que no había los medios que existen ahora y es una auténtica maravilla. Me impactó.
ST: A mí me encantó ‘Big Night’, una sobre cocineros. Soy poco original.

TL: ¿Tenéis tiempo para la lectura que no sea de cocina?
HT: (risas) Un poquito siempre hay, pero no todo el que nos gustaría. Ten en cuenta que nosotros también escribimos nuestros libros y eso nos absorbe mucho tiempo, porque hay que preparar y escribir mucho. Editamos uno para San Jordi y ahora estamos preparando otro para Navidad.

TL: ¿Alguno que tengáis ahora en la mesilla o un imprescindible?
HT: Yo estoy leyendo uno ahora sobre Goya, pero uno que me marcó fue ‘Los renglones torcidos de Dios’ (Torcuato Luca de Tena) o ‘La granja’ (George Orwell). He leído de todo porque, lo que cae en mi mano, me interesa.

Rubia gallega marinada, vinagreta de jugo de carne y encurtidos; callos de bacalao a la madrileña con garbanzos y ‘manzana y pepino’.

TL: ¿Sois estómagos agradecidos?
ST: Sí. Somos de comer muchísimo, como limas, pero lo quemamos todo porque hacemos deporte, sobre todo bicicleta. También es verdad que, por constitución, no engordamos. 

TL: Es decir, no es difícil invitaros a comer en una casa…
HT: Nooo, para nada. Con unos huevos fritos con patatas nos hacen felices. No somos nada sofisticados. Algo sencillo y bien hecho nos conquista. No somos nada complicados a la hora de comer.

TL: ¿Hay algún plato que se os resista?
ST: He tenido varios, pero ahora se me resiste ‘El huevo de la vida’. Es una idea que tengo de un huevo, que tengo que hacer, que se descubre y dentro hay vida. No sé cómo lo voy a hacer. Es mi frustración, pero lo haré.

‘Espartaco’ es la película favorita de Javier.

TL: ¿Os ponéis retos?
HT: Sí, muchísimos. Es la manera de evolucionar.

TL: Y, si no salen, frustración al canto…
HT: Claro… pero nunca lo desechas, lo dejas aparcado y lo retomas más adelante porque, algún día, saldrá la fórmula. Tenemos muchas recetas pendientes.

TL: ¿Y cuál es ese plato que bordáis, con el que siempre quedáis bien?
HT: Todo lo de cuchara, las verduras, los fondos. Como ves, tienen su origen en la abuela. La verdura es un punto muy importante en nuestra cocina. Caldos limpios, cocciones muy delicadas…

‘Big Night’ es la película favorita de Sergio

TL: ¿Los premios motivan?
HT: Por supuesto, pero no solo nos motivan a nosotros, el efecto es mucho mayor en el equipo. Luchamos todos los días por hacerlo bien. El mejor premio es el cliente. Si la casa la tienes llena todos los días, es el mejor premio que te puede tocar. Todo lo que venga de ahí en adelante ¡ya es lo más!

TL: ¿Ha tenido que llegar la estrella Michelin para tenerla llena?
HT: No, por suerte siempre hemos tenido una muy buena clientela. Siempre hemos estado llenos. La estrella te posiciona, te da a conocer más mediáticamente y es un premio muy bueno.

TL: …Pero uno no trabaja por conseguirlo… ¿o sí?
HT: No,no.. Nosotros trabajamos por y para el cliente. Nuestras estrellas son ellos. Lo demás lo recibimos como un gran reconocimiento, hacemos una gran fiesta, pero nunca nos hemos dejado influenciar por nada. Siempre hemos seguido un camino muy recto y tenido una filosofía muy clara de dónde y cómo queríamos llegar.

TL: ¿Ha habido renuncias?
HT: Tirar la toalla nos cuesta mucho. Las malas situaciones nos dan una fuerza que ni te imaginas. Somos muy persistentes y muy cabezotas. Si queremos algo, lo conseguimos a base de esfuerzo y tesón.

Dicen que cocinan también en casa y que sus mujeres son quienes les dan el equilibrio

TL: ¿Conciliáis bien trabajo y familia?
HT: Perfectamente, sobre todo porque sabemos separar muy bien las parcelas. Tenemos vidas y agendas muy complicadas, pero tenemos mujeres que nos entienden muy bien y que nos apoyan muchísimo. Eso es fundamental y es lo que nos da el equilibrio.

TL: ¿Ellas cocinan en casa o ni ahí os dejáis invadir el terreno?
HT: Cocinamos nosotros. Ellas han aprendido a desenvolverse y hacer sus cosas, pero la cocina es nuestra. (risas)

TL: ¿Qué pensarían el Sergio y Javier niños, que iban al mercado con la abuela Catalina, de los hombres en los que os habéis convertido?
HT: Sinceramente creemos que aún estamos en el camino de convertirnos en hombres en quienes mirarse. Nos queda mucho por recorrer, tenemos muchos sueños aún por cumplir. Nuestra abuela estaría muy contenta, muy feliz, al ver en qué nos hemos convertido pero seguimos en constante evolución. Lo bonito del camino es ver cómo vas poniéndote metas y las vas cumpliendo.

*Localización: Restaurante ‘Dos cielos’ (Gran Meliá Palacio de los Duques, Madrid). *Próxima entrega: David Bisbal.

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