Mascotas presidenciales

Han sido muchos los perros y gatos que han vivido en la Casa Blanca, pero los presidentes también han tenido otro tipo de mascotas.

Muchos opinan que los consejeros más fieles de los presidentes y un recurso extraordinario en una campaña electoral (para proyectar matices importantes sobre la personalidad del candidato, con sus nombres y su presencia) son sus mascotas, principalmente los perros y los gatos.

En Estados Unidos fué George Washington, uno de los llamados «padres fundadores» el primero en publicitar sus mascotas durante su mandato presidencial. El Presidente Washington llegó a tener incluso un dromedario. Te recomiendo que visites esta web donde te podrás informar de cómo visitar, por ejemplo, Mount Vernon con tus perros.

George Washington con su caballo. Haz clic para comprar el souvenir
George Washington con su caballo. Haz clic para comprar el souvenir

En USA, si hay un animal por excelencia que protagonice la política es, sin duda, el perro presidencial. Es archiconocida la frase atribuída falsamente al presidente Truman: «Si quieres un amigo en Washington, consíguete un perro».  De ahí la tradición de que todos los presidentes de Estados Unidos tengan en La Casa Blanca al menos, un perro. Menos conocido es que desde 1999, existe en USA un Museo de las Mascotas Presidenciales, encargado de llevar el registro de las mascotas que acompañaron a los distintos Presidentes. Aunque en el Museo están registradas aproximadamente 50 mascotas, se calcula que son más de 200 los animales que han vivido allí a lo largo de la historia.

En el anterior mandato, no hubo uno, sino dos perros presidenciales en la Casa Blanca. Se trataba de Bo, el de las patitas blancas y Sunny, la perra de aguas portuguesa que llegó a la residencia en 2013, cuatro años después del primero.

Bo y Sunny, habitantes de la Casa Blanca
Bo y Sunny, habitantes de la Casa Blanca. Foto: pinterest

Un perro de aguas portugués como éstos cuesta unos U$S 2000.00 en Estados Unidos. Corrió mucha tinta virtual en blogs y foros sobre la elección de Obama, aunque Bo fue un regalo del fallecido senador demócrata, Edward Kennedy y su esposa Victoria, al presidente. Ya se sabe cómo es Internet y cómo le recordaban al presidente Obama su deseo de que no fuera un perro de pura raza, sino con mezcla «como él» o adoptadosegún sus propias palabras en el discurso de la Victoria.  Bo, es un perro que fue rechazado por su primer dueño, en realidad. De Sunny no ha transcendido sobre su origen más que nació en el Estado de Michigan.

Los Obama realizaron donaciones a la Sociedad Protectora de Animales de Washington, la Washington Humane Society con motivo de la llegada de ambos perros, aunque no se han llegado a saber las cantidades exactas.  Parece muy tierno lo referente a la mascota presidencial, pero es serio. Por supuesto pasan los mismos controles exigidos para cualquier animal en los Estados Unidos -como los estrictos análisis de rabia que se necesitan para pisar Hawaii, ya que allí no existe -, solo que las mascotas presidenciales son atendidas, examinadas y controladas por un veterinario militar.

El presidente Obama junto a su perro Bo.
El presidente Obama junto a su perro Bo. Foto: cordón

Según informes, sólo Bo llegó a costar a los contribuyentes más de 100.000 dólares al año.  Del total de 1.400 millones de dólares que costaba al pueblo estadounidense el sostenimiento de la familia Obama, corrieron noticias falsas e inexactas sobre los gastos de las mascotas. Una de ellas fue el vuelo en solitario en jet privado de Bo a Maine cuando the first family viajó hasta allí .

Las redes sociales jugaron un importantísimo papel en la primera campaña del presidente Obama, y también Bo y Sunny tuvieron sus propias cuentas de Twitter, Facebook y YouTube. Además, existen numerosas fotos y menciones en las cuentas personales de @potus y @flotus, incluso en Instagram.

A juzgar por las imágenes que nos llegaban, a los Obama les pasó como a muchos padres que prometen perros a sus hijos… que luego son ellos quienes más los disfrutan. Era fácil ver a Bo en el Despacho Oval y a Michelle con Bo y Sunny en muchas audiencias, así como a Obama corriendo y jugando con ambos.

Pero en el 1600 de la Avenida Pensilvania también han paseado, jugado a sus anchas y vivido estupendamente otros perros y mascotas.

George Bush con su perro
George Bush con su perro Barney. Foto: reuters

El anterior presidente, George W. Bush, adora los perros y en la Casa Blanca, como perro presidencial, tuvo a Barney, un terrier escocés negro que llegó a morder a un periodista de Reuters en el tobillo. Según los fans del perro, lo hizo porque estaba harto de las múltiples críticas que recibía su amo. No iban muy descaminados, puesto que la víctima fue un periodista muy crítico con Bush, el día en que el presidente comunicaba el traspaso de poderes al personal de La Casa Blanca.

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Socks y Buddy, una de sus pocas fotos juntos en la Casa Blanca. Foto: bjbangs

Durante el mandato de Bill Clinton, Buddy -su labrador- fue el primer perro del país, pero fue más famoso el gato Socks -calcetines, por tener las patitas blancas-. Éste en realidad era de Chelsea Clinton, que llegó a recibir más de 100.000 cartas al año durante los ocho que duró el mandato de Clinton. A Socks y Buddy había que mantenerlos siempre en habitaciones separadas pues se llevaban como el dicho popular: fatal.

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Familia Presidencial Kennedy con algunas de sus muchas mascotas. Caroline Kennedy acariciando a Charlie. Foto: kbps

JFK tuvo además de varios perros -a pesar de su alergia- un gato, conejos, un pony, caballos, hamsters, canarios y periquitos. Pero los más destacados fueron Charlie y Pushinka. Charlie fue un Weish Terrier del que cuentan que el presidente Kennedy aprovechó el carácter terapéutico y calmante de los perros pués pidió que se lo llevaran antes de tomar una decisión sobre cómo enfrentar a la flota rusa en plena crisis de los misiles de Cuba. Dicen que después de acariciarlo un rato, lo envió a las instalaciones para animales que él dispuso y dijo: «Parece que ahora es momento de tomar una decisión» .

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Pushinka en los despachos del Ala Oeste

Pushinka, la perra que le regaló el presidente Khrushchev a Kennedy (en algunos textos cuentan que se la regaló a su hija Caroline para evitar posibles dobles lecturas) no era una perra de raza pero sí una perra con historia. Era hija de dos «perronautas» rusos. Su madre era Strelka, que a diferencia de Laika, sí regresó viva después de su viaje por el espacio a bordo del Sputnik 5. Cuando Pushinka fué recibida en Washington, pasó un exahustivo chequeo para comprobar que no llevaba ningún transmisor en su interior y no era una especie de «caballo de Troya» en forma de perro. Pushinka se unió con Charlie en plena Guerra Fría y la Casa Blanca albergó a sus cuatro cachorros a los que el presidente Kennedy llamó en broma, Los Pupniks.

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Charlie con el primer pavo indultado

Fue también el presidente Kennedy quien enseñó a sus perros a que le recibieran cuando llegaba en el Marine One. Así como el primero en indultar un pavo por Acción de Gracias al que le pusieron una etiqueta en el cuello que deseaba una buena cena.

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Gallo con una sola pata. Una de las originales mascotas de Theodore Roosevelt.

El presidente vigésimo sexto, Theodord Roosevelt, cuya presidencia comenzó en 1901, albergó el mayor número de mascotas jamás visto en la Casa Blanca. Su colección de animales incluía un pequeño oso llamado Jonathan Edwards, un lagartija llamada Bill, conejillos de Indias a quienes llamaron Almirante Dewey, Doctor Johnson, Obispo Doane, Bob Evans, y O’Grady; Maude el cerdo; Josiah el tejón; Eli Yale el guacamayo azul; Baron Spreckle la gallina, una hiena, una lechuza, Peter el conejo y Algonquin el poni, este último muy querido por los hijos del presidente.

Si no sabes qué nombre poner a tu próxima mascota aquí puedes ver un listado con 90 nombres de los perros que vivieron en  La Casa Blanca, con su raza y a qué presidente pertenecieron.

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