¿Por qué no cesa la lacra de la violencia machista?

¿Qué nos está pasando? ¿Por qué no solo no nos libramos de la lacra de la violencia de género sino que las mujeres víctimas son cada día más jóvenes?

Ana Villarrubia. 16/11/2017

Ya van 43 mujeres asesinadas a manos de sus parejas en este 2017. El dato es vergonzoso. En la Comunidad de Madrid, a lo largo del primer semestre de este año, el número de mujeres menores de edad atendidas por violencia de género había aumentado un 50% con respecto al mismo periodo del año anterior. Y esto solo según los datos del programa ‘No te cortes’, dependiente de la Unidad Especializada de Atención Psicológica a Mujeres Adolescentes Víctimas de Violencia de Género.

Por su parte, el Ministerio del Interior arrojaba hace pocos días otro dato para la reflexión: la policía vigila en nuestro país a 720 mujeres, todas ellas menores de edad, ante el riesgo de sufrir maltrato severo por parte de sus parejas o ex parejas. Los datos actualizados recientemente ponen de manifiesto que 10 mujeres víctimas de violencia machista están en estos momentos en riesgo extremo de ser asesinadas en nuestro país y que otras 175 se encuentran en una situación de riesgo no extremo, pero sí muy elevado.

Diez mujeres víctimas de violencia machista están en riesgo extremo de ser asesinadas

Además, si ampliamos el foco de esta necesaria radiografía social, lo cierto es que cada año llega a las consultas privadas de psicología una cifra nada desdeñable de mujeres que buscan un motivo ajeno al de la violencia de género a pesar de vivir sometidas a una relación de desigualdad y abuso de poder en el ámbito familiar.

Tal es la realidad a la que psicólogos y psiquiatras nos enfrentamos con escalofriante frecuencia: mujeres que no se consideran a sí mismas víctimas de ningún tipo de maltrato por la sencilla razón de que ni siquiera han identificado que se encuentran inmersas en ese tipo de relación. Han dado por válidas y aceptables ciertas actitudes de control y humillación de sus parejas hacia ellas y no han tomado conciencia de que esta situación supone un foco de conflicto no abordado, además de ser fuente de otras dificultades y vulnerabilidades en sus vidas.

Ha descendido la edad de las mujeres agredidas

Mientras se recrudece la situación, como si no fuera poco, la edad de las víctimas va en descenso: cada día son mas jóvenes las mujeres que viven expuestas a la violencia machista. Desde el observatorio de violencia doméstica y de género del Consejo General del Poder Judicial se ha constatado que han descendido las edades de las mujeres agredidas, de las mujeres asesinadas y de todas las víctimas de delitos relacionados con el maltrato en el ámbito doméstico. Lo aseveraba María Tardón, magistrada de la Audiencia Provincial de Madrid, en ‘La Tarde’ de COPE hace muy pocos días.

¿Qué está pasando? ¿Por qué la violencia machista se propaga con esta pasmosa facilidad? ¿Por qué en pleno siglo XXI hemos de enfrentarnos a fantasmas que deberíamos haber superado desde hace décadas? ¿Acaso los jóvenes no somos, en teoría, la generación mas igualitaria, abierta y tolerante de todas cuantas han formado parte de la sociedad española?

No hay un perfil determinado de hombre maltratador o violento

De nada sirve negarlo, a menos que queramos contribuir a barrer bajo la alfombra un problema que hoy nadie a se atreve a obviar: somos una sociedad eminentemente machista, seguimos siéndolo, nos guste o no. Y esto hace que los niños y adolescentes de hoy sigan creciendo con modelos arcaicos en cuanto al funcionamiento de la pareja, con referentes disfuncionales en cuanto al rol de género que hombres y mujeres estamos llamados a desplegar en el ámbito familiar, y profesional. De ahí que del problema de la violencia machista seamos responsables todos como grupo social que valida y promueve mensajes contradictorios que condenan a la mujer a ocupar una eterna posición de inferioridad y vulnerabilidad frente al hombre.

Sabemos, además, que aunque lo busquemos, no hay un perfil determinado de hombre maltratador o violento, como tampoco lo hay de víctima. El único denominador común a todos los machistas es precisamente eso, el machismo. Aderezado con una baja autoestima que solo consiguen compensar con el abuso de poder sobre esa a quien se creen con derecho a poseer.

El machismo se adereza con una baja autoestima

Y, en cuanto a las mujeres, a todos nos gustaría pensar que quienes se ven inmersas en una relación de maltrato provienen de entornos en los que han convivido con la violencia, niñas que han crecido en hogares desestructurados o que arrastran relaciones disfuncionales y carencias afectivas. El problema, así acotado, resultaría mas fácil de abarcar. La cruda realidad es que no hay un perfil claro y que muchas mujeres en un determinado momento de sus vidas son susceptibles de caer en estas perniciosas dinámicas de relación en el contexto de una mal llamada pareja 

Sensibilización, prevención y educación. Además de a aplicación escrupulosa de la ley. No hay otra fórmula posible. Porque la violencia machista no afecta solo a las mujeres que la padecen sino que es un problema estructural que nos afecta a todos y del que todos somos responsables como sociedad.

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