Las flores navideñas invaden el centro de Madrid

Salía el sol en Madrid en la que hasta ahora ha sido la madrugada más fría del otoño. Los pajaritos del barrio hicieron un escándalo durante largo rato. Me asomé a la ventana y desde mi patio interior, obviamente, no se veía gran cosa. Se me ocurrió entonces que estarían de algarabía en los árboles de mis vecinas: las monjas de clausura del monasterio de La Encarnación. Con el frío en el cuerpo, me acordé de que ese día era la Feria de Flores de Navidad organizada por la revista Vogue y temí un pequeño desastre. Craso y bendito error: el callejón Jorge Juan estuvo atestado de público.

Las floristerías y talleres presentes fueron Casaflorida, Verde de Ricardo Douaihi, The Flower Store, Naranjas de la China, Elena Suárez & Co., Vincapervinca, Florea, Savia Bruta, Flores Daguerre, Ginkgo Biloba, Arbolande, Mi taller de flores, La Casa de las Plantas, La Sastrería de las Flores y, las fundaciones Juegaterapia y a la Par.

Árboles de la joyería Tiffany abrieron y cerraron el trayecto con sus cajitas azules como ornamentos, unas auténticas delicias que hubieran sido perfectas con unos centímetros extra -la magia no se puede quedar corta-. Los coches Opel Crossland X, otro de los patrocinadores, parecían divertidos paquetes de regalo aunque en lugar de cintas llevaban ramas de thuja, acebo, hiedra, roble americano, panicum plateado y grevillea (Arbolande), bayas, coles ornamentales y poinsettias. Incluso algunos árboles de Navidad obra de ‘Naranjas de la China’ salían por sus ventanas.

Alex Molina de ‘Savia Bruta’ sorprendía con dos llamativos arreglos que flanqueaban la entrada, aunque su verdadera novedad es que acaba de abrir una escuela de flores en Madrid para floristas y principiantes. Por su parte, ‘La Sastrería de las Flores’ llevó bulbos de narcisos y suculentas en macetas.

Nunca había visto el muérdago blanco (viscum album) y quedé fascinada con las bayas-perlas que Alicia Rodríguez de ‘Arbolande’ vendía en pequeños ramos. Carlos Troya me contó su paso por el taller del espectacular Marc Colle y su positiva experiencia en Madrid mientras que ‘Casaflorida’, además de arbolitos hechos de flores de algodón, me tentó con sus tés y galletas inglesas en envases de colección. Ginkgo Biloba, en portada, hizo un original biombo de amaryllis.

Si hay que dar un premio al mejor stand, mi voto es para las dueñas de Naranjas de la China. No solo contaban con un amplio surtido de flores que convertían en bouquets al gusto del cliente, también tenían plantas en macetas, adornos, coronas y pinos que despachaban a domicilio. Había que darse codazos para entrar.

Las boutiques del barrio también se pusieron a tono con la feria. La vitrina de Kavita Parmar tenía una corona hecha con poinsettias y, de las cien variedades que existen, la diseñadora Ana Rodríguez de Anila Flowers escogió unas en tonos crema y rosa que junto a helechos secos con brillo dorado y unos pocos tulipanes blancos, añadieron movimiento y calidez.

¿Qué es lo que menos me gustó? Que algunos floristas no previeran las ventas y a media jornada se quedaran con unos pocos baldes de flores. No solo restó prestancia al evento, sino que empobreció a sus propias marcas. Las exponentes tampoco se arriesgaron en cuanto a colorido… primaron los clásicos rojo y verde, mimetizados bajo los toldos granates. Entre los madrileños empieza la costumbre de tener flores frescas en sus casas, pero aún necesitan ser sorprendidos con diseños que enamoren.