Bazaruto Lodge

Declarada reserva natural por el valor de sus fondos marinos, la isla de Bazaruto es conocida entre los aficionados al buceo como la perla del océano Índico.

Fernando Gallardo. 26/12/2014

Playas solitarias de arena blanca y aguas azul turquesa. Fondos vírgenes para el submarinismo aficionado. Cielos pálidos de una luminosidad sin límites. Un clima benigno durante todo el año. Estos son los atractivos turísticos de Bazaruto, el archipiélago incógnito del litoral oriental mozambiqueño.

Declarada reserva natural por el valor de sus fondos marinos, sus arrecifes de coral y la enorme variedad de peces tropicales que los habitan, la isla de Bazaruto es conocida entre los aficionados al buceo como la perla del océano Índico. Turistas europeos, sobre todo portugueses, la consideran un destino vacacional exótico y paradisíaco donde olvidarse del mundo y emprender una feliz luna de miel.

Bazaruto, un archipiélago perteneciente a Mozambique, ofrece sólo dos opciones de alojamiento, que se reparten un territorio tan grande como Andalucía. Una de ellas corresponde a un resort propiedad del grupo hotelero portugués Pestana. El hotel Pestana Bazaruto Lodge ofrece varias filas de bungalós frente al mar y en gran parte rodeados de jardines tropicales. Llegar hasta ellos no es tarea fácil.

El viaje en avión obliga a realizar siete escalas distintas desde la capital mozambiqueña, Maputo. Las esperas en los aeropuertos -simples hangares en medio de la selva- se diluyen gracias al recibimiento amable de la población local, a los refrescos que sirven en pequeñas barras de bar y, por supuesto, a las compras de artesanías locales que los lugareños utilizan como excusa para iniciar una bella amistad.

 

Pestana Bazaruto Lodge. Foto: www.mozambiqueislands.com

 

El último de estos vuelos se realiza a bordo de una avioneta cuatriplaza que hace escala en el hotel con el que el Pestana Bazaruto comparte isla. Al fin llegados al lugar de destino, un vehículo todo terreno se hace cargo del pasaje y de su equipaje que, tras un breve recorrido por pista de arena de unos diez minutos, coloca a los viajeros en la puerta mística de este singular lodge africano.

Un piscolabis frutal da la bienvenida. Ecológicos y respetuosos con las tradiciones locales, los bungalós esperan a sus inquilinos con la fachada circunspecta frente al océano. Sus llamativas cubiertas de madera y paja en forma de A se levantan a escasa distancia de la arena sobre la que se instalan las chozas, todas ellas con vistas al mar. Sus interiores reciben con una decoración de inspiración africana acogedora y muy cuidada, sin complicaciones estructurales, pero llenas de personalidad y un confort poco habitual en estas latitudes meridionales.

Camas con mosquitera, un par de lamparitas, mobiliario de madera… Minimalismo a la africana, no exento de cierto diseño. Es obligatorio acogerse a la pensión completa. Las tres comidas del día se sirven en el restaurante Flamingo, donde los pescados y mariscos recién traídos de la costa se disfrutan al ritmo de los tambores africanos. Las instalaciones del resort se completan con una tienda de artesanía, un centro de convenciones y una piscina rodeada de tumbonas y sombrillas de paja.

El hotel organiza todo tipo de actividades para conocer la isla y sus alrededores, desde deportes acuáticos y submarinismo de media y larga distancia hasta excursiones en barco a las islas de Santa Carolina y Benguera, el lago de los cocodrilos, el bosque de mangos, Vilanculo… Todas ellas muy recomendables.

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