La alfombra roja de Washington

La invitación a la anual cena de corresponsales de la Casa Blanca es ya tan codiciada como su glamuroso photocall.

Dori Toribio. 23/01/2015
El presidente Obama durante su último discurso con traje oscuro
El presidente Obama durante su último discurso con traje oscuro
El presidente Obama durante su último discurso con traje oscuro

“Washington es el Hollywood de los feos”. Esta frase circula por esta ciudad desde hace décadas. Es parcialmente injusta, si tenemos en cuenta la cantidad de alfombras rojas que florecen sin respiro en los últimos años en la capital de Estados Unidos. No nos confundamos. En Washington la política es lo primero, rozando la insana obsesión. La conversación del café tiene muchos puntos para acabar versando sobre la última votación del Congreso y cada cita política señalada se sigue atentamente desde su fiesta correspondiente y cócteles adaptados al evento. Pero también es cierto que la invitación a la anual cena de corresponsales de la Casa Blanca, conocida aquí como el baile de los empollones, es ya tan codiciada como su glamuroso photocall. Sin olvidar el continuo derroche de estilo de la primera dama estadounidense ante los ojos del mundo y su determinante apuesta por la industria de la moda nacional.

No es de extrañar que la imprescindible y tradicional cita política del año, el discurso del Estado de la Unión, haya acabado también sucumbiendo a los controles estilísticos. Y en esta ocasión no fue menos. Este año, a la espera del sexto discurso del presidente Barack Obama, mientras las altas autoridades del estado desfilaban ante las dos cámaras del Congreso hasta ocupar sus escaños, a nadie se le escapó el color de la corbata vicepresidencial o los impecables modelos escogidos por Michelle Obama y la segunda dama, Jill Biden.

Michelle Obama con traje de Michael Kors y zapatos de la senadora Joni Ernst
Michelle Obama con traje de Michael Kors y zapatos de la senadora Joni Ernst

Michelle Obama volvió a apostar por el diseñador estadounidense Michael Kors, con un poderoso traje de falda y chaqueta tweed, que incendió las redes sociales por su coincidencia con el que llevaba la protagonista de la premiada serie de televisión The Good Wife, la sufrida abogada y esposa de gobernador, Alicia Florrick, de la colección de otoño 2013. La alianza ficción-realidad tuvo efecto inmediato y en cuestión de horas la chaqueta maxi cuello, rebajada a 793$, estaba agotada en las tiendas. Tampoco pasaron desapercibidos los zapatos de inspiración camuflaje escogidos por la senadora republicana de Iowa, Joni Ernst, encargada de dar la réplica conservadora al presidente Obama. Pero si hubo una tendencia que revolucionó internet en los momentos previos al esperado discurso del presidente de Estados Unidos, fue precisamente el traje seleccionado por Barack Obama para rendir cuentas ante las dos cámaras del Congreso. No el que finalmente llevó. Sino el que la Casa Blanca inicialmente dijo que llevaría.

El pasado verano, Obama escogió para su última rueda de prensa antes de las vacaciones, un polémico traje beige que desató la burla mediática en todos los soportes posibles. Contra lo que dictan todas las normas de la comunicación política, el presidente dejó que su traje y apariencia acaparara todo el protagonismo y se convirtiera en el titular de la jornada, lejos del contenido político de su comparecencia. Algo de lo que Obama siempre ha sido muy consciente.

Hace años declaró en la revista Vanity Fair que sólo llevaba “trajes azules o grises”, para centrar su energía en la toma decisiones importantes, entre las que descartaba qué ponerse o qué comer. Es decir, Obama casi siempre lleva lo mismo para centrarse en lo que hace y hacerlo sin distracciones. Ni de él ni de nadie. En medio del furor generado en las redes sociales por aquel traje beige, una presentadora de MSNBC, Irin Carmon, sentenció entonces con cordura: “Hemos conseguido la igualdad”.

Barack Obama con traje beige
Barack Obama con traje beige

Por una vez, los comentarios sobre vestuario o apariencia física no eran sobre la primera dama. O sobre el peinado de cualquier otra congresista o senadora. Sino sobre el presidente de Estados Unidos. Y el episodio se volvió a repetir en la víspera del discurso del Estado de la Unión, aunque esta vez resultó ser una falsa alarma.

A riesgo de repetir la polémica, la cuenta de Twitter de la Casa Blanca anunciaba poco antes de comenzar la importante cita política que Obama repetiría el traje beige, bajo el hashtag ‘Yes we tan’, que se convirtió en segundos en tendencia mundial. Era una broma de los asesores del presidente. Y un mensaje directo a los medios para que dejaran de centrarse en detalles triviales, algo que se dice indigna seriamente a Obama. No hay nada como reírse de uno mismo primero, para neutralizar los ataques ajenos. Otra máxima de la comunicación política que esta administración ha conseguido dominar a la perfección. Claro que en los todavía desconocidos territorios de la moda en Washington, mejor no dejar nada al azar. Y ceñirse al guión establecido. Mientras las alfombras rojas de la política se consolidan en esta ciudad.

Consulta más artículos de Dori Toribio en The Luxonomist.

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