Conoce el ‘Desorden ordenado’

La Fundación Telefónica, en alianza estratégica con Samsung, presenta ‘Desorden Ordenado‘, primera muestra unipersonal del reconocido artista japonés Ryoichi Kurokawa, ganador del Premio Ars Electronica Golden Nica. Esta exposición reúne la obra audiovisual de Kurokawa, quien a lo largo de los últimos 15 años, ha explorado la unidad entre sonido e imagen creando esculturas digitales de variaciones infinitas, experimentando la simbiosis entre arte, tecnología y naturaleza.

La exposición cuestiona y explora los límites entre el orden y el desorden, y sugiere la posibilidad de un lenguaje audiovisual totalmente nuevo que desafía al espectador con nociones opuestas de complejidad y sencillez. Es así que el público podrá conocer trabajos que ilustran cómo la mano humana, gracias a la tecnología, es capaz de reconstruir y reinterpretar materiales caóticos de la naturaleza. De esta forma, Kurokawa traza un paralelo entre su trabajo y el concepto del jardín japonés, integrando elementos, que sin la intervención humana, resultarían caóticos. 

El trabajo de Kurokawa se presenta en las pantallas de alta definición de Samsung, llevándolas a un máximo nivel de exigencia en cuanto a definición de imagen y sonido, transportando al público hacia una experiencia sensorial que desafía los límites de la percepción humana con una propuesta que revela una exploración cuidadosa de movimiento y sonido, una intriga constante sobre el papel de la naturaleza y la tecnología.

En la exposición ‘Desorden Ordenado’ se presenta por primera vez, ‘Constrained Surface‘, una pieza nueva comisionada especialmente por el Espacio Fundación Telefónica para Lima, que apunta a provocar una respuesta puramente sinestésica proporcionada por la sincronía de la luz y el sonido.

Con motivo de la exposición ‘Desorden Ordenado’, el artista Ryoichi Kurokawa realizó la performance audiovisual ‘Syn_Syn’ significa “juntos” o “con” o “integrar” en griego. Significa sentir muchas cosas diferentes como una a una misma vez. Syn_ ofrecerá al espectador lo que parecen instantáneas hacia el infinito, unos chispazos caóticos, estroboscópicos casados con un aplastante pulso de sonido.

El espectador puede identificar patrones, ojos, rostros, incluso insectos sin verse capaz de establecer una interpretación debido al compás al que es mostrada cada imagen. De igual manera, lo que puede verse al principio como aleatorio, se revela luego como una exploración cuidadosamente orquestada de patrones abstractos y musicales.