El adiós de MadMen

Con motivo del estreno en EE.UU. de la segunda parte de la séptima y última temporada de la serie, que narra la vida de los publicistas que poblaban Madison Avenue en los 70 (de ahí el nombre de la serie: “Mad” abreviatura de Madison Avenue y “Men” hombres), el Museo de la Imagen en Movimiento de Nueva York, dedica una exposición temporal a MadMen y a su creador, guionista y productor Matthew Weiner.

Durante siete años Don, Peggy, Roger, Joan, Betty y Pete nos han ayudado a entender cómo el boom de la publicidad cambió nuestras vidas. Las suyas, tan desdichadas como fecundas, fueron la base sobre la que se forjó la sociedad consumista que se extiende hasta nuestros días. “No encuentra el amor porque ese concepto de amor no existe, lo han inventado otros publicistas como yo”, le espeta en el primer capítulo el protagonista, Don Draper a una clienta judía, heredera de unos grandes almacenes, sentando así las bases de la historia.

Weiner ha cedido sus notas y primeros borradores, incluido el guión de “The Horseshoe” – en el que nació el personaje de Draper-, para ilustrar el proceso creativo de una serie, que retrata una era, no solo a través de los personajes que la habitan, sino de un espléndido uso del vestuario y los objetos que aparecen en cada plano (libros de recetas, paquetes de tabaco, golosinas, cerillas…). Según los críticos, es precisamente esa meticulosa combinación de elementos la que ha logrado, que la crónica que la serie hace de la época, sea tan alabada. 

El museo recoge y contrapone algunas de esas piezas simbólicas: el traje que define a Don Draper, el vestido rojo que luce Joan Holloway en la fiesta de navidad de la agencia SCDP, el de Megan Draper cantando “Zou Bisou Bisou”… Y, cómo no, la caja de zapatos que esconde la identidad del verdadero Draper.  Esta colección es la primera en el mundo que aglutina elementos originales de la serie. Y, si de objetos inanimados se trata, no podían faltar ni la cocina de la familia Draper en Ossining, un pueblo residencial a las afueras de NY, ni el despacho de SC&P en el que Don bebe y piensa a partes iguales. La exposición los ha recreado a escala real para delicia de los seguidores.

Sin embargo, estos dos lugares, que prácticamente tienen personalidad propia por el peso que tienen en el desarrollo de la historia, no son los únicos que el museo ha recuperado. También se ha atrevido con la sala de reuniones en la que Weiner y su equipo de guionistas deciden el destino de Draper y su coro. La reconstrucción, a tamaño real, es tan fidedigna, que en la pizarra se pueden leer algunas anotaciones sobre la primera parte de la séptima temporada y de la pared cuelgan las decenas de tarjetas de colores que, como piezas de puzzle, componen la trama.

“Mad Men es mucho más que una serie, es un símbolo cultural que ha renovado el interés en un época crucial para el desarrollo de los EE.UU. que hoy conocemos”, dice Barbara Miller, comisaria de la exposición. Y no le falta razón, desde que se estrenó el 19 de Julio de 2007, MadMen, ha sido una de las series más aclamadas por crítica y público. Galardonada con varios premios Emmy, presume de ser la primera serie producida por una plataforma de televisión por cable en haber ganado 4 Globos de Oro consecutivos como mejor serie dramática.

El 17 de Mayo Draper se despide de la pantalla para siempre y ya solo nos quedarán las repeticiones para entender cómo los creativos publicitarios hacen de sus pecados, y sobre todo de los nuestros, virtud.

Créditos vídeo: Museum of Moving Image/AMC. Musica: MadMen – «Zou Bisou Bisou» performed by Jessica Pare.