El «bebedor pasivo» de champagne

El imperio Moët & Chandon ha sabido construir mitómanos de sus burbujas.

Isabel Chuecos-Ruiz. 05/05/2015
Distintas clases de champagne
Nuestra colaboradora Isabel Chuecos-Ruiz en Moët y Chandon
Nuestra colaboradora Isabel Chuecos-Ruiz en Moët y Chandon

1. Ocurrió este verano, en realidad me ocurre todos los veranos, cuando voy a un hotel me encuentro siempre alguien bebiendo champagne, incluso a la hora del desayuno. Beben casi sin darse cuenta, son lo que yo llamo ‘bebedores pasivos’ y, como era lo previsto, son aficionados a Moët & Chandon. Son ese tipo de bebedores que se someten al branding del momento, en cualquier parte del mundo asistimos a la imagen icónica de Moët & Chandon, pero eso tiene su lógica es el gusto general y la marca ha sabido construir mitómanos de sus burbujas.

Pero ¿cómo darle la vuelta al mito? Es curioso que sin haber dado grandes explicaciones de qué es un champagne, lo hayan hecho comprensible. Algunas veces, cuando la curiosidad me invade, les pregunto por qué beben Moët y simplemente responden: «Porque me gusta». Es evidente que el destino de la marca ha quedado ligado para siempre al ‘bebedor pasivo’. Por su parte, Moët & Chandon, exhibiendo su posición social, ha conseguido con exquisita elegancia y sutileza, atrapar a un consumidor quizá poco interesado en profundizar en el concepto champagne.

Viñedos de Moët & Chandon
Viñedos de Moët & Chandon

2. Valga la anécdota de este ejemplo para mostrar la inercia y resignación del consumidor a la hora de elegir un champagne para sus momentos de lujo. Quede constancia que no tengo nada en contra de las marcas, pero me molestan las respuestas arquetípicas y no estoy dispuesta a seguir a la multitud. El champagne es un arte y las grandes marcas nos tienen secuestrados y amenazan con saturarnos. Por ello quiero remarcar que para mí un vino ha de tener, por encima de todo, personalidad. Por eso me he dicho cientos de veces que en el mundo que rodea al champagne, tarde o temprano, algo sucederá.

3. Esta semana, sin ir más lejos, he visitado en la Champagne media docena de vignerons, que son la otra cara de la moneda. Pequeños productores cuya virtud está en la fidelidad a un territorio, y es que no existe buen champagne que renuncie al paisaje. La potencialidad de estos vinos que ofrecen una definición personal y elocuente no tiene límites. Mi propuesta no es excluir lo conocido, pero sí iniciar un recorrido por estos otros champagnes venerables, muchas veces ignorados pero menos superficiales que los repetidos y uniformes. Menos previsibles y más profundos que los poderosos y difusos.

Distintas clases de champagne
Distintas clases de champagne

Y nosotros, espectadores privilegiados, deberíamos aprender a distinguir entre los vinos que viven en una sola dimensión y los que se despliegan en muchas direcciones y dejan huella. En este intento de sintetizar la realidad del champagne, y al margen de las marcas, os confesaré que la curiosidad me hace navegar entre estos dos mundos divergentes, y es que como decía Marcel Duchamp «siempre me he forzado a la contradicción para evitar conformarme con mi propio gusto», pero en ningún caso puedo decir que yo sea un ‘bebedor pasivo’ de champagne. (Fotografías: Isabel Chuecos-Ruiz).

 

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