El mercado de flores de NYC (o la cueva de Alí Baba)

Los aviones aterrizan después de medianoche. Camiones transportan la carga hasta la calle 28. Los mayoristas reciben la mercancía a partir de las 4 de la madrugada. Abren una a una las cajas para cerciorarse que haya llegado en buen estado. Le ponen precio y la acomodan en baldes de agua o en estanterías. Una hora más tarde, el mercado de la flores de Nueva York vibra.

Los floristas y organizadores de eventos circulan como avispas alrededor de cientos de fragantes paquetes. Deben encontrar el tono, el tamaño, la variedad y la cantidad necesaria para diseñar los arreglos que tienen en mente. Los primeros en irse son los chóferes de las grandes empresas: el volumen de compra les garantiza lo mejor. Los teléfonos suenan sin cesar. Son diseñadores que quieren cerciorarse de que sus pedidos no hayan caído en desgracia. Una nevada prematura, una lluvia torrencial, la explosión de un volcán o, simplemente, un mal empaque, pueden hacer peligrar meses de tiempo y dedicación.

En Manhattan existen alrededor de 30 mayoristas con tiendas a la calle y en Internet. Aunque todos los días llega mercancía, la mayor cantidad de flores aterriza los miércoles y sábados. Los pagos generalmente se hacen con tarjeta. El efectivo sólo lo reciben de los clientes particulares. Lo que no se vende pasa a cámaras refrigeradas y a mediodía cierran sus puertas.

El mercado de las flores no está en un edificio único y diseñado para su tipo de funcionamiento, como en otras partes del mundo. Las veredas son angostas por la cantidad de fardos y macetas que allí colocan. Algunos locales tienen gatos para cazar cucarachas y ratones (males endémicos de la gran ciudad). El asfalto está roto. Y, claro está, la materia prima es perecedera.

Aún con ese caos circundante, uno cae en una hipnosis. Si uno va pertrechado con su lista de compras y se ciñe a ella, bravo. A los que todavía no nos acostumbramos a ver tanta maravilla junta, el bolsillo nos duele cuando sacamos las cuentas en casa. He visto amapolas del tamaño de una lechuga, con pétalos rugosos en amarillo oro y los tallos intrincados como alambres. Hojas de Filodendron traídas de Centro América que doblan mi estatura. Hortensias de pétalos fuertes, que duran casi dos semanas en un florero.

Mi primera parada es U.S. Evergreen. Gus Theos, un hombre con pelo entrecano y mirada bizca, es el dueño. Las ramas y el follaje que vende son norteamericanos y llega por camión. Las ventas son al por mayor. Un atado de mock orange (Philadelphus) son todas las ramas que un hombre pudo cortar del arbusto en su trajín por el campo. Todavía se pueden conseguir enormes ramas de cerezos para hacer la chuppah o tienda nupcial para los matrimonios judíos. Varios tipos de eucaliptos, hojas de limón y gardenia, cualquier material verde que un diseñador requiera lo puede encontrar allí.

Ahora, si de rosas se trata, el paraíso es A Rose by Harvest. Aunque todos los negocios traen esta flor de los campos de Ecuador y Colombia, ellos son los expertos. Abren los paquetes (generalmente se venden cerrados), acondicionan e hidratan las rosas, para luego ponerlas en baldes de agua. El resultado son rosas que duran más en el florero. Sweet Unique es de color rosa chicle. Fado es un blush tornasolado. Creme Brulé es de un amarillo con dejo café. Wedding Dreams es un blush pálido con los bordes verde claro.

Una de las mejores variedades de flores y verdes las tiene Gary Page. Las hortensias van desde el morado oscuro hasta el blanco. Las francesas pueden valer hasta 7 dólares cada vara, mientras que las colombianas bajan hasta 1.50. Tienen una amplia variedad de peonías y son muy solicitadas por las novias en primavera. Los lisianthus de Japón son una delicia, con pétalos con la ligereza de la espuma. Los guisantes de olor pueden contar 35 dólares el paquete de 10 varas. Y las gloriosas (su nombre las describe) valen entre 65 y 70 dólares la bolsa y vienen en rojo, naranja y amarillo.

Los hoteles y restaurantes, así como los lobbies de edificios, necesitan arreglos que duren una semana. Para ellos, el mejor proveedor es Carebbian Cuts. Entrar a su tienda es como sumergirse en la selva tropical. Con dos campos en Costa Rica, traen heliconias de todos los tamaños, jengibre, piñas con sus varas, racimos de plátanos, hojas brillantes de filodendros, palmas y especies que hasta el mismo dueño, Tom Wiesse, olvida el nombre.

Mi lugar favorito es Dutch Flower Line porque las flores están agrupadas según el color y dispuestas a distintas alturas según el color. Cas Trap abrió las puertas hace más de 30 años en el distrito de las flores y hoy es socio con su hermano Remco Van Vliet, el actual diseñador del Metropolitan Museum of Art. Ambos aprendieron de su padre holandés a trabajar con flores e incluso diseñaron para la Casa de Orange. Tienen proveedores alrededor del mundo y también locales. Desde las delicadas clematis hasta las altivas eremerus, todas las flores y follaje es de primerísima calidad. Y, obviamente, cobran por ello. No hay que olvidar que en Estados Unidos la industria de la flor cortada mueve 18 billones de dólares y el mercado de las flores de Nueva York es uno de los centros más importantes.

Distrito de las Flores de Nueva York, Chelsea. Abierto de 4.00 a 12:00 horas.
A Rose by Harvest. 111 West 28th Street
Caribbean Cuts. 120 West 28th Street
Dutch Flower Line. 150 West 28th Street
G. Page. 120 West 28th Street
U.S. Evergreen. 805 Avenue of the Americas