Vocación vacacional

En Cantabria comprendí que el aburrimiento se esconde en cada uno de nosotros y de nosotros depende...

Carla Royo-Villanova. 28/07/2015
El Mar Cantábrico desde los montes de Santoña
El Mar Cantábrico desde los montes de Santoña
El Mar Cantábrico desde los montes de Santoña

España, plural y singular al mismo tiempo. Me gusta recorrerla por trabajo o por placer. Disfruto descubriéndola y empapándome de sus rincones. Ya sabéis, en mi perfil del rincón así lo digo, soy vasca nacida en Valladolid, pero me siento Canaria y llevo a Cantabria en mi corazón. Si bien estos lugares son los que más visito, reconozco que el resto de provincias me atraen y despiertan también mi infinita curiosidad.

Carla en Santoña
Carla en Santoña

Mis veranos desde niña siempre transcurrieron entre dos mares. Quizá gracias a ellos se fue forjando mi carácter. Y ahora identificada con el mar, no puedo vivir sin ellos, igual que no puedo renegar de mi forma de ser. Del Cantábrico robé su arrojo, me hice valiente entre sus frías aguas. Aprendí a saltar olas mientras me divertía( y divierte) gritar cuando la gélida espuma choca brava en mi barriga aún caliente por el sol. En el Cantábrico me hice fuerte y guerrera, trepé montañas y forjé mis piernas pedaleando la hermosa costa de Santoña.

El mar en calma, Santoña
El mar en calma, Santoña

Me aficioné a la gastronomía y me hice selectiva. Del Cantábrico en general adoro su clima, sus paisajes, sus playas, su bravo mar y su gente. Llegado este tiempo aún hay quien me sigue diciendo que no comprende mi decisión de pasar mis días de asueto y descanso en el Norte. Cuánta ignorancia resumida tan solo en el factor sol. Más aún cuando el astro rey en el Cantábrico es más rey que en ningún otro sitio. Siempre mirando al cielo, siempre en su búsqueda y ante su ausencia, cuántos planes alternativos.

En Cantabria mi carácter se forjó paciente, pero también curioso. Cuántas páginas de libros allí fueron pasadas y repasadas. Cuántos lugares únicos descubrí y aún descubro. En Cantabria comprendí que el aburrimiento se esconde en cada uno de nosotros y de nosotros depende. Descubrí que aún hoy no lo conozco.

Puerto de Palos
Puerto de Palos

El otro mar que marcó mi carácter es el Mediterráneo. De aparente calma, pero siempre dispuesto. Cálido y transparente esconde bajo sus aguas tesoros acuñados por la historia y una naturaleza subacuática fantástica y fascinante. Cabo de Palos también me vio crecer, año tras año. Sus tórridas tardes fueron testigo de largas conversaciones junto a mi querida prima Natalia y amigos que ya son de toda la vida. Sus divertidas noches me hicieron alegre y disfrutona.

Cabo de Palos
Cabo de Palos

Un pequeño pueblo de pescadores donde nadie es más ni menos. Donde un pareo descolorido es el mejor de los complementos. Adoro sentarme a desayunar en el Miramar junto a mi hijo pequeño mientras observamos los barcos entrar y salir del puerto. Poco más hace falta para empezar el día feliz. Veranos y vacaciones alejados de lo que acontece el resto del año. Pero rodeada de amigos familia y esos dos mares que no deben despreciarse el uno al otro. Son los mares de España.

Rincones de Palencia
Rincones de Palencia

Y mi vocación en vacación es seguir descubriendo aquello que aún se esconde. Si Santoña y Cabo de Palos son el plato fuerte de mi descanso estival, siempre hay tiempo para que la curiosidad se tranquilice. Así conocí Palencia y a su río Carrión. La Bella Desconocida es sin embargo una de las Catedrales más grandes de España y el centro histórico palentino está cuajado de monumentos y de un importante patrimonio histórico-artístico. En su Plaza Mayor comí no hace mucho los mejores calamares aún hasta la fecha…

Aguilar de Campoo
Aguilar de Campoo

Otra parada obligada en mi ruta hacia Santoña es Aguilar de Campoo. La Villa-Museo que huele a galleta. El pueblo más románico y dulce de nuestra geografía. Cuna del románico palentino, conjunto histórico- artístico, plagada de monumentos y edificios civiles. Más de 100 escudos y blasones decoran sus portales y esa Plaza Mayor porticada que es una joya de nuestra arquitectura civil. Cruzar el río Pisuerga por el Puente del Portazgo es revivir la historia comercial de Castilla. Y antes de retomar carretera, nos espera la fábrica de galletas Gullón en cuya pequeña tienda a la entrada del pueblo podremos comprar galletas recién horneadas que endulzarán nuestros próximos días.

En mi vocación vacacional y en El Rincón de Carla seguiremos viajando por esta España nuestra, plural y singular al mismo tiempo. *Fotografías: Carla Royo-Villanova

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