¿Es verdad que el dinero no da la felicidad?

La felicidad es un estado emocional placentero en el que la sensación de satisfacción reina por encima de cualquier otra emoción.

Ana Villarrubia. 03/09/2015
Felicidad. Foto: toquedeluz
Felicidad. Foto: toquedeluz
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Por muy naïf que esta cuestión pueda parecer, apostaría a que has reflexionado más de una vez acerca de la felicidad. ¿Qué es exactamente  la felicidad’? ¿Ser feliz significa lo mismo para todos? ¿Cómo se llega a ello -especialmente en momentos vitales en los que las dificultades nos desbordan-?

La felicidad ha sido durante muchos años un constructo psicológico tantas veces definido como personas se han interesado por él. De hecho, habitualmente se han dado tantas definiciones de felicidad como realidades subjetivas se han acercado a ella. Sin embargo, si bien la forma en la que cada uno interpreta y experimenta la felicidad es única e intransferible, lo cierto es que sí se ha conseguido llegar a cierto consenso en cuanto a su significado para todos nosotros. Y se sabe ya mucho sobre la felicidad, algo que le debemos al aumento de los trabajos de investigación en este campo en estas últimas décadas. Gracias a ello, afortunadamente, la psicología empírica le ha sabido conceder finalmente al mundo emocional un papel fundamental para la comprensión de la salud y el bienestar de las personas. 

Las emociones positivas
La felicidad es un estado de satisfacción y bienestar que debemos buscar continuamente

Así las cosas, la felicidad es un estado emocional placentero en el que la sensación de satisfacción reina por encima de cualquier otra emoción. Aunque parezca una auténtica  perogrullada merece la pena detenerse en esta definición pues, si en algo se han puesto de acuerdo los expertos y estudiosos en este campo, es en definir la felicidad con respecto a aquello que no es (más que con respecto a lo que es): Si la felicidad es satisfacción y bienestar es porque la felicidad implica, ante todo, la ausencia de miedo. Y éste es el ingrediente secreto que todos ansiamos conseguir: no guiarnos por el miedo, no dejar que se interponga en nuestro camino y obstaculice la consecución de nuestros objetivos. Sin miedo somos genuinamente felices. 

Este matiz abre la puerta a un inmenso campo de trabajo psicológico y personal para cada uno de nosotros. Resulta entonces que las personas tenemos más responsabilidad de la que tendemos a considerar en la experimentación de nuestra propia felicidad. Y resulta además que esa responsabilidad se ejerce de manera cotidiana y no en ocasiones excepcionales. Resulta entonces que ser feliz es un proceso diario, un esfuerzo continuo, que asimos y perdemos en el camino en relación directa con el cuidado que en ello podemos .Nada de un premios eternos: la felicidad es un estado al que podemos aspirar en prácticamente cualquier situación vital.

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¿Y qué hay de eso de que «El dinero no da la felicidad pero ayuda a conseguirla Pues una auténtica falacia. La felicidad entendida como la ausencia de miedo supone que, a partir de unos mínimos de protección y seguridad básicos no hay ni una sola variable externa capaz de hacernos felices, si nosotros no nos lo proponemos con la actitud adecuada.

Es más, Según Eduardo Punset, experto en la materia y gran divulgador en este campo, «el dinero no solo no da la felicidad sino que además no ayuda en absoluto a conseguirla». Cuesta verlo de este modo, ¿verdad? Efectivamente se trata de una afirmación interesante y controvertida donde las haya, pero Punset no lo dice en vano. Numerosos estudios han demostrado, con miles de personas de distinta culturas, estilos de vida y posición social, que por encima de un determinado nivel de recursos materiales considerado “nivel de subsistencia” (ese que nos permite tener recursos suficientes como para alimentarnos adecuadamente, protegernos de la intemperie y satisfacer nuestras necesidades más básicas) el dinero no tiene ninguna relevancia sobre el nivel de felicidad de las personas.

Rodearnos de personas
Mantener relaciones saludables con quienes nos rodean contribuye a ser más felices

A partir de ese umbral – que varía de un país  a otro en función de su coste de la vida y su nivel de protección social- surgen otros conflictos psicológicos ante los que sucumbimos, que nos impiden ser felices porque nos llevan a anhelar otras realidades que envidiamos o a partir de las cuales nos frustramos. La ansiedad, en cierto modo, aparece como aliada de la tristeza y enemiga de la felicidad cuando nos amenaza el miedo. Miedo a la pérdida, miedo al fracaso, miedo al dolor, miedo al ridículo, miedo al rechazo, miedo a la ansiedad, miedo al miedo… El miedo es el eterno enemigo de la felicidad.

Y, si tanta responsabilidad tenemos sobre nuestro propio estado de bienestar, ¿cómo se consigue entonces esto de ser feliz? Pues bien, como no podía ser de otra manera, en la prestigiosa Harvard, una de las tres mejores universidades del mundo, también nos enseñan, entre otras muchas cosas, a ser felices. En la clase de Psicología Positiva se enseña a los estudiantes las claves fundamentales para considerarse felices. No en vano, la clase que corre a cargo el profesor Tal Ben-Shahar, psicólogo considerado el ‘gurú de la felicidad’ se ha convertido en una de las más solicitadas del campus. ¿Quieres conocer alguna de esas claves?

Libro de Tal Ben Shahar. Haz clic para comprarlo
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  • Aprender del fracaso. Sacar conclusiones en situaciones adversas que posteriormente seamos capaces de poner en práctica ante la llegada de nuevos conflictos es para mi la clave fundamental, la más útil pues nos garantiza ser más adaptativos en el más largo plazo.
  • Dedicarle tiempo a lo que a uno le gusta hacer, a lo que uno quiere. Una vida en la que uno solo se sacrifica por las obligaciones cotidianas no es la vida que hemos escogido vivir y eso nos pasa factura a nivel psicológico. No importa lo adverso de nuestras condiciones en un momento puntual de dificultad, siempre es posible dedicarle un rato a familia, a un bello paisaje, a una comida especial o  un paseo bajo el sol.
  • Disfrutar de todo aquello que le da valora nuestra vida. Más allá de las aficiones están las relaciones profundas, la intimidad, la espiritualidad y la búsqueda de sentido. Ignorar esta parte de nosotros nos desconecta del presente y nos deja algo perdidos en un mundo que se nos antoja caótico e impredecible.
  • Hacer ejercicio físico en lugar de recurrir a antidepresivos, especialmente si nuestra vida es sedentaria y trabajamos pegados a la tecla del ordenador. Según el profesor Ben-Shahar no hay mejor antídoto contra la depresión que el ejercicio físico cotidiano. Una vez más no se trata de una panacea sino de un hábito a interiorizar en nuestras rutinas diarias y de cuyas consecuencias acabar disfrutando.
Las
Las personas más felices son más fuertes ante las vicisitudes de la vida

A estas claves fundamentales añade Eduardo Punset, en un estudio hecho en colaboración con el Instituto Coca- Cola, otras tres claves con matices imprescindibles:

  • Alejarse del miedo, rebatiendo sus mensajes negativos y haciendo más caso a nuestro deseo que del impulso de aliviar un hipotético dolor.
  • Mantener relaciones saludables con quienes nos rodean, sin envidias, sin rencores
  • Valorar en la medida de lo posible el control que tenemos sobre nuestra propia vida, por encima de la incertidumbre inherente al mundo en el que vivimos, dedicándole tiempo a las todas las variables cuya gestión sí está en nuestras manos y no preocupándonos en exceso por aquello que escapa a nuestro control.

21 días son los que tardamos tanto en desaprender un hábito como en adquirir otro nuevo. Esta fue la conclusión, aún hoy vigente, a la que llegó en su momento William James, filósofo y psicólogo, profesor también en Harvard por cierto, y considerado padre de la psicología ‘moderna’ tal y como la concebimos en la actualidad o, al menos, en su vertiente más pragmática y aplicada a la comprensión de la funcionalidad de las conductas humanas.  21 días de ejercicio de estos consejos prácticos deberían bastarle al lector, por tanto, para convertirlos en hábito cotidiano y contratar así un seguro de felicidad particular.

Disfrutar de las cosas y los entornos que nos hacen sentir bien es fundamental para sentirnos felices
Disfrutar de las cosas y los entornos que nos hacen sentir bien es fundamental para sentirnos felices

La psicóloga positiva, apoyada en rigurosos estudios neuropsicológicos, nos dice que las personas que experimentan una mayor proporción de emociones positivas a lo largo de su vida tienden a ser también personas más resistentes antes las vicisitudes de la vida y tienden incluso a tener un sistema inmunológico más fuerte y a gozar de mejor salud física y mental. ¿No merece la pena intentarlo?

Y, para que no se nos haga muy duro el proceso, pensemos en Benavente cuando decía que “la felicidad es mejor cuando se imagina que cuando se tiene”. Nada mejor que deleitarse con la anticipación de lo felices que seremos, de las actividades placenteras que estamos por vivir, para sentir mayor alegría ante la vida y motivar la introducción de cambios en nuestras conductas diarias, por muy costoso que nos resulte en el corto plazo.

*Feliz septiembre a todos. 

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