El Hotel-Iglesia más famoso entre los famosos
Charlie Chaplin, Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Gloria Swanson y otras celebrities de la época son objeto de homenaje entre las paredes de este edificio racionalista que alguna vez fue suyo en sus sueños y también en sus posaderas, frente a una mesa bien puesta.
Apenas tenía 47 años y encontró la muerte en pleno proceso de construcción de este hotel en Los Ángeles. Álex Calderwood, un diseñador norteamericano de fama creciente en el mundo, no resistió el estrés que le suponían las cosas bien hechas. Tres meses después de pagarlo dramáticamente, se inauguró el Ace Hotel Downtown sobre un edificio histórico del South Broadway, rodeado de hitos arquitectónicos donde se han rodado algunas de las películas más taquilleras de la historia de Hollywood. El anterior propietario fue la productora cinematográfica United Artists, quien a su vez se lo adquirió a la petrolera Texaco, que lo había construido en 1927 para albergar sus oficinas centrales.
El arquitecto que lo diseñó, C. Howard Crane, se había inspirado en la catedral de Segovia, que era el monumento histórico favorito de la entonces influyente actriz Mary Pickford. Los retratos de Douglas Fairbanks y Charlie Chaplin decoraban el proscenio del teatro que la productora encajó en el patio de inmueble. Fue precisamente este pastiche gótico el que sedujo a Calderwood para reproducir en la ciudad californiana su visión particular de un hotel escenográfico.
Algo de Metropolis, la película cumbre de Fritz Lang, se ve reflejado en la fachada del nuevo hotel. Sus interiores todavía destilan fotogramas del cine mudo, los sueños de Rudolph Schindler, las visiones de Le Corbusier y los andares cimbreantes de Gloria Swanson. Un programa de conciertos en vivo, estrenos cinematográficos y proyecciones especiales encuentra su expresión más glamurosa en estos espacios.
El interiorista Roman Alonso descubrió en ellos, bajo su piel gótica, un paisaje brutalista de hormigón interesante para despojar al mobiliario de todo ornamento. Mondrian flota en el ambiente, casi tanto como su homónimo neoyorquino de la Quinta Avenida. Las linternas Noguchi y las sillas Prouvé se suman a la fiesta minimalista.
Además del teatro -¡1.600 butacas!-, la azotea está inspirada en la piscina tejana de Donald Judd, por quien Calderwood sentía predilección. Lo que buscó en esta obra meticulosa de reconstrucción quizá tenía que ver con su propia mitomanía peliculera. Una fábrica de emociones que hoy acoge a los amantes del séptimo arte. (*Fotografías: AceHotel)