Vela Latina, la auténtica Latin Lover

Su origen no está del todo claro, lo que sí es cierto es que el Mar Mediterráneo la encumbró durante siglos. Quizá fueron los árabes, quizá los piratas de Iliria. Pero cuando Roma dominaba aquel lago al que llamaron Mare Nostrum, adoptaron la vela “cuchillo” como parte de lo que luego fue su propio patrimonio.

Los vientos del Mediterráneo rolan con tanta facilidad como rapidez. De ahí que las velas cuadradas, pensadas para navegar a favor del viento, resultaran complicadas e incluso inútiles en aquellos tiempos en los que se forjaba el Imperio Romano. Una vela triangular ideada para navegar en contra del viento era la perfecta solución. Ceñir, ceñir  y ceñir, desafiando a Eolo.

El Imperio ya domina el inquieto mar y aquella vela triangular robada a algún ingenioso pirata liburno, se convierte en la reina del comercio naval y, en el siglo XIII, es ya Emperadora del aquel su Mare Nostrum. Hoy en día la Vela Latina resulta bella, esbelta, pero poco familiar pues su uso fue relegado por las tecnologías navales y el motor.

Sin embargo, para quienes hemos crecido en el Levante español o en Canarias, donde también  llegó para reinar y más aún en las costas de Cartagena, la que fue Cartagonova, la costa seca que llamaban aquellos romanos dominantes, la Vela Latina es nuestra Latin Lover. Aún en los años 70 cuando yo aprendía a nadar en las cálidas y transparentes aguas murcianas, las embarcaciones de vela latina resultaban cotidianas. Hoy en día, la vela más rápida y eficaz de todos los mares está por desgracia en peligro de extinción.

Deportistas, melancólicos, cultos hombres de mar, amantes de la ceñida y del viento son ahora los piratas navegantes que hacen de la Vela Latina su pasión. Practicar la Vela Latina es un estilo de vida. Romper el viento venga de donde venga, rememorando el ingenio que cambió el perfil del horizonte mediterráneo, es ahora tarea de pocos aplaudida por muchos.

De complicado manejo, sólo los más expertos pueden luchar con ella en soledad. Auténticos lobos de mar capaces de enfrentarse al cuchillo más hermoso. Lo habitual es que al menos cuatro tripulantes manejen la tela y todo su aparejo. Una sincronización perfecta en un reducido espacio donde un error en la maniobra más pequeña puede convertirse en el mayor de los problemas.

Un empresario murciano empeña sus esfuerzos en alzar la Vela Latina hasta el podio que la haga de nuevo merecedora de los honores marinos que nunca debió perder. Kuki Keller lleva 15 años organizando la Regata El Varadero en el Club Náutico de Santa Lucía para reivindicar incluso, no se anda con chiquitas, que la Vela Latina entre a formar parte del Patrimonio inmaterial de la UNESCO. Este año las inclemencias del tiempo obligaron a suspender el intento, pero contemplar a los navegantes luchando contra el viento y la lluvia, achicando agua de sus embarcaciones y peleando por volver a puerto, fue un espectáculo aún si cabe más hermoso que contemplar estas fabulosas embarcaciones en acción.

El esfuerzo, la lucha (nunca mejor dicho) contra viento y marea, de estos navegantes incansables, inagotables, optimistas, realistas, que no conocen el desaliento… es todo un ejemplo de superación y entusiasmo contagioso. Porque los auténticos Latin Lovers se crecen en la adversidad.

Desde El Rincón de Carla queremos dar la enhorabuena a Kuki Keller por su empeño en devolver a La Vela Latina la Cátedra del mar. Y felicitar a todos los participantes de la Regata El Varadero y a aquellos otros que desde el Levante o las Islas Canarias aún apuestan por la vela más románica y romántica de nuestras costas. (*Fotografías: Carla Royo-Villanova).