La joya del Madrid de los Austrias

En pleno barrio de Ópera, en el Madrid de los Austrias, sorprende la floristería Fransen et Lafite, un auténtico paraíso natural...

Camino apurada por el Madrid de los Austrias. Son casi las dos de la tarde de un sábado y temo que la tienda que quiero visitar me cierre la puerta en las narices. Camino tan rápido con la mirada puesta en un mapa de papel sobre mi iPad (descubro que funciona sin wifi) que casi paso de largo ante ella. Una placa de lata, bajo un sobrio toldo negro, reza: Fransen et Latife.

Es un portal de cuatro hojas vidriadas que antecede a un jardín de cuento. Sobre la acera se extienden varias macetas de bojes cortados en forma de pequeñas coníferas o en esferas, un solitario bol de metal con plantas acuáticas, un minúsculo olivo con un botellín de aceite como fruto y muchas éricas y hortensias en canastos. Estoy encantada y todavía no he entrado.

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La entrada es sólo un preámbulo de las maravillas que hay dentro del local

Me recomendaron el lugar porque allí venden flores y yo veo un búho blanco que me mira de lado desde su caja de cristal. Entro tímidamente, pasa Javier y me dice ¡hola! Pero yo ya he caído en su mundo y ando anonadada. ¿Una pequeña selva con campanas perfumadas? ¿Unas palmatorias con pétalos dorados? ¿Un pavo real que trepa por las paredes? ¿Floreros con ramas de manzanitas?, (no guindas, que estamos en otoño).

Y ahora veo ese botellón azul y me imagino escapándome con él bajo un brazo y haciendo malabares con las plantas acuáticas con el otro. ¿Y no le dije que tienen unos cáctus que hay que tocarlos porque parecen de mentira? Y que, en el entrepiso, debajo de una media ventana abovedada, hay unos helleborus. Le ayudo: flores de la familia de los ranúnculos, comúnmente vistos en las calles de Nueva York en primavera, que ignoraba que existían hasta hace poco.

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Izda: Arreglo otoñal con profusión de dalias y ramas de manzanitas de aire a los Dutch masters. Drcha: Centro en colores naranjas

No me han echado porque este local no cierra ni sábados ni domingos. Porque, al revés de otros comercios madrileños, permanece abierto con horario corrido hasta las 8 de la noche. Y yo, como un sabueso, he podido husmear a mi gusto. Javier sabe que quiero hacerle unas preguntas, pero la gente no para de entrar. Muchos parroquianos traen a sus amigos que los visitan en la capital. Una tía y una abuela que se autoconfiesan pobres, quieren regalarle a la sobrina-nieta su primer bouquet y para ello se gastarán un dinerillo. Ellas insisten, porque quieren que la ocasión sea marcadora en la vida de la niña.

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Izda: Fransen y Latife cuenta con flores y objetos únicos.

Javier me ofrece café y le acepto un vaso de agua, que para mis adentros pienso que le vendría mejor a él. El negocio lo empezó con su pareja, Patrick Fransen, hace cuatro años. Patrick es holandés, trabajó en floristería, aunque entonces se dedicaba al marketing de empresas. Javier (Latife) era sobrecargo de una aerolínea, aunque había estudiado paisajismo. La dupla forma parte del selecto -y reducido- grupo de diseñadores, floristas y paisajistas que engalanan los eventos más chic de Madrid y más allá. Porque ellos han organizado en Ibiza, Bélgica y La Haya.

Tienen su propio brooker que les compra en las subastas de Alsmeer. Y un proveedor holandés para los pedidos de último minuto. En la tienda hay un rincón en uno de los mostradores con las flores frescas, que reponen constantemente. A los clientes les cuesta innovar, así que siempre tienen rosas y liliums, y piensan que el follaje verde cae de los árboles y debe ser gratis. Como no cierran para el almuerzo, a esas horas vienen las novias resueltas a discutir sobre su ramo. Y aprovechan para preguntarles por la cubertería, la cristalería, los manteles, etc. Le aconsejo que cobre las asesorías.

Las flores para los grandes eventos vienen directamente de Holanda.
Las flores para los grandes eventos vienen directamente de Holanda.

España empieza a sacudirse de la crisis. Por el barrio de la Ópera, algunos transeúntes llevan un macetero o un ramito de flores, como niños que aprietan su bolsa de dulces. Y yo vuelvo al hotel Dear pensando que he encontrado una joya en la ciudad de los reyes.

*Fransen et Latife. Calle del Espejo 5, Madrid. Tel. 911 428 525. *Fotografías: Fransen et Latife.

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