Chupetes de última generación

Nunca tuve muy claro si sería de las que le pondría el chupete a sus hijos desde el primer día o esperaría hasta que lo pidieran. Si sería de las defensoras del uso del chupete o de las que piensan que es mejor que no lo usen porque luego les crea una dependencia. Sí, ya sabéis que en este mundo de la maternidad es raro encontrar medias tintas. O se está en un lado o en el otro, lactancia materna versus lactancia mixta, alimentación a demanda versus horarios… Y una larga lista de temas así lo demuestran.

Esta indecisión se resolvió cuando mi primera hija empezó a llorar en su primera noche en este mundo. Yo aún me estaba planteando qué era lo que había que hacer y su padre ya le había colocado un chupete. Funcionó. Dejó de llorar, se volvió a dormir y todos con ella, claro. Así que desde ese momento supe que íbamos a ser, sin lugar a dudas, de los que les daban el chupete desde el primer día. Cuando dos años más tarde llegaron los gemelos, mi fidelidad al chupete no hizo más que aumentar.

La succión es un reflejo de los bebés que además les ayuda a calmarse y el chupete cumple perfectamente esa función que los americanos llaman ‘pacifier’. El uso de un chupete con las características anatómicas adecuadas está recomendado hasta el tercer año de vida de los niños porque, entre otros beneficios, les ayuda a calmarse cuando lo necesitan y a conciliar el sueño. Siguiendo el consejo de pediatras y odontólogos, es necesario que los chupetes se cambien a medida que el niño crece para adaptarlos a su fisionomía así como cambiarlos con frecuencia para poder mantener las condiciones de seguridad e higiene necesarias.

Una de las diferencias principales en los chupetes está en el material del que está hecha la tetina: silicona o látex. Aquí la decisión la tienen los pequeños. Los dos se pueden usar desde el nacimiento aunque muchos de los fabricantes recomiendan usar silicona en los primeros meses de vida, ya que el material es más blando e higiénico, y cambiarlo al látex a medida que los niños crecen, sobre todo cuando empiezan a salir los dientes porque es un material mucho más resistente a los mordiscos y tirones. Como madre de gemelos, cualquier accesorio de bebé que pueda facilitarme un poco el día a día, no sólo es bienvenido sino que se vuelve una necesidad.

Uno de los que más he utilizado son los chupetes personalizados. Me pareció que la idea de un chupete con su nombre nos ayudaría a que la familia y los amigos pudieran identificar a los gemelos en sus primeros días. Puedes elegir el modelo y customizarlo a tu gusto (nombre, color, fecha de nacimiento…) en esta web de Mambaby.

Otra de las novedades en el diseño cuando los niños son algo mayores son los chupetes especiales para dormir. Brillan en la oscuridad de manera que los pequeños los encuentran fácilmente en la cuna, lo que hace que te ahorres unos cuantos paseos de madrugada para ponerle de nuevo el chupe que no encuentran.

Otro de los chupetes que más útiles me han resultado en estos cuatro años ha sido el chupete termómetro. A falta de la mano mágica de la abuela, que detecta las décimas con sólo tocar la frente sin por supuesto molestar al niño, un chupe que sea capaz de medir temperatura con exactitud y rapidez, sin que molestamos al pequeño sobre todo cuando están acostados me pareció la mejor alternativa.

Uno de los descubrimientos a los que he llegado tarde, pero os lo dejo aquí para las que tengáis niños pequeños, es el chupete dispensador de medicinas. No es un chupete para uso diario pero es perfecto para cuando tienen que tomarse algún jarabe. No hay que recurrir a trucos que generalmente no funcionan porque el jarabe termina por todos los lados  menos donde debe.

Cuando se trata de que los pequeños de la casa duerman, coman o se tomen medicinas cuando se sienten mal, hay que usar cualquier ayuda. Como dicen los americanos «do whatever it takes» y si eso es el uso del chupete, pues bienvenido sea.