La importancia de la cena de Acción de Gracias
¿Sabes por qué las tradiciones como el Thanksgiving Day ayudan a la construcción de la identidad y la autoestima del niño?
Hoy, último jueves de noviembre de 2015, se celebra el Día de Acción de Gracias o Thanksgiving Day, una fecha especialmente señalada en Estados Unidos donde el país entero se toma un día de descanso y de recogimiento en familia; y coge fuerzas para darle mañana, Black Friday, el pistoletazo de salida a un largo periodo de compras navideñas. El sector del retail hace desde ahora y hasta las Navidades su particular “agosto”, en un año que al fin se prevé especialmente positivo en cuanto al aumento del consumo. En países como Canadá, donde esta fiesta también responde una tradición histórica, las celebraciones pertinentes ya tuvieron lugar el segundo lunes del mes de octubre, igualmente plagadas de simbolismo pero algo más desvinculadas del calendario anual de consumo.
Al margen de su origen religioso, relacionado con el agradecimiento al Señor por la abundancia de las cosechas después de la época de recolección; y del más tradicional, el de reunir a toda la familia en torno a una mesa llena de suculentos manjares cocinados con esmero para darse un homenaje después de meses de duro trabajo; el Thanksgiving Day es hoy una celebración ritual que forma parte de las tradiciones de todas las familias norteamericanas y sirve de excusa para reunirse en un país en el que muchas de ellas viven desperdigadas por medio continente. No es de extrañar, pues, que desde que ayer finalizaran los turnos de trabajo y hasta pasado el mediodía de hoy, se hayan producido más de 60 millones desplazamientos en todo el territorio estadounidense.
De esta fiesta, que hoy ya podemos tildar de prácticamente secular, quedan símbolos de sus orígenes: desde los rezos de agradecimiento hasta los componentes del menú, en el que además del imprescindible pavo asado reinan las verduras y hortalizas propias de las cosechas estacionales (judías verdes, patatas, boniatos, salsas de arándanos y pasteles de calabaza o de manzana, por poner sólo algunos ejemplos).
Pero la importancia de esta festividad trasciende hoy a las causas por las cuales se originó, se calcula que allá por las últimas décadas del siglo XV. Se trata de una celebración anclada en los recuerdos de infancia de todos los estadounidenses porque es una de esas fechas señaladas en el calendario que forman parte del calendario costumbrista de cada familia. Este tipo de festividades articulan la vida de todas las generaciones que conviven de forma coetánea en cada unidad familiar y dotan a la familia de estructura, sirviendo de escenario simbólico que mantiene la unión durante toda la vida, más allá del momento en el que se pierde el vínculo de la convivencia.
Desde el punto de vista psicológico los rituales familiares son especialmente beneficiosos para los más pequeños de la casa, a quienes la continuidad les proporciona seguridad y el encuentro ayuda a construir una historia común vinculada al surgimiento de ese sentido de pertenencia que tan importante es en es desarrollo de la autoestima. La familia, a través de sus rituales, define su identidad como grupo pero éstos también ayudan a que cada uno de sus miembros, de manera individualizada, construyan también su propia identidad.
Ese sentido de filiación, de orgullo y de unidad se van tejiendo emocionalmente gracias a los rituales en torno a los cuales se organiza el día a día de la familia. Por eso las tradiciones familiares, con el tipo de acercamiento y los encuentros que conllevan, son un escenario privilegiado para promover el adecuado desarrollo emocional de los niños. Las rutinas anuales de encuentro, incluso a pesar de los conflictos que a menudo despiertan, son una muestra del buen funcionamiento emocional de una familia bien estructurada.
Dado que la inmensa mayoría de los rituales que componen nuestro calendario occidental se desprenden de tradiciones católicas o judeocristianas, la secularización creciente de nuestras sociedades ha tendido en las últimas décadas a su contestación o revocación. Como si nuestra sociedad se negara ya a celebrar a los Santos, a las Vírgenes o a cualquier elemento que pueda evocar un sentido religioso. Y, sin embargo, nadie plantea sustituirlos por otros sino erradicarlos… No olvidemos que esos rituales forman parte de los mimbres que sostienen nuestra estabilidad emocional y nuestra identidad. Más allá del valor religioso, tengamos bien presente la función de este tipo de celebraciones, ritos y costumbres familiares. No cuestionemos la tradición sólo por su inherente sentido histórico.