La exclusividad universitaria se llama Princeton
Dos españoles afincados en Estados Unidos nos explican por qué Princeton está considerada una de las mejores universidades del planeta.
La enseñanza universitaria estadounidense sigue estando un paso por delante con respecto al resto del mundo. Miles de académicos e investigadores encuentran aquí un campo abierto, que ayuda a llenar el país de universidades punteras y llenas de Premios Nobel. Una de ellas es Princeton, la misma que en estos momentos ocupa el número uno en el ranking nacional de mejores universidades privadas que anualmente publica U.S. News & World Report. Situada en un emplazamiento envidiable, a una hora de Nueva York y Filadelfia, Princeton sigue por delante de instituciones tan prestigiosas como Harvard, Yale o Columbia. Pero, ¿qué le hace tan prestigiosa? ¿Cuáles son sus características distintivas?
En primer lugar hay que decir que estamos hablando de uno de los centros que más se esfuerza en enriquecerse con las distintas experiencias de todo aquel que forma parte de su institución. Esta universidad tiene un programa de estudios que te permite explorar infinidad de combinaciones de disciplinas para después especializarte en un campo determinado. Artes, literatura, ingeniería, biología, neurociencia, arquitectura, filosofía y un largo etcétera.
La oferta es altísima y el nivel de exigencia también. Un excelente currículum en EEUU empieza a contar desde que naces (la guardería a la que hayas asistido puede llegar a ser un punto a destacar). Los idiomas son indispensables y, por supuesto, todas las actividades sociales o de liderazgo fuera del ámbito académico (el deporte, la colaboración con determinadas fundaciones…).
Los candidatos son estudiados al milímetro, tanto es así, que el ratio de admitidos se encuentra en torno al 9% de los solicitantes. Una exclusividad que se refleja también en los costes, teniendo en cuenta que un curso puede superar los 40.000 dólares. También es cierto que el 60% de los estudiantes recibe becas para poder financiar sus estudios (pueden llegar hasta los 50.000 dólares, dependiendo de los ingresos de la familia del solicitante). En el terreno de los doctorados, por ejemplo, ocurre lo mismo: “Si tienes una buena idea, si tienes un proyecto, sabes que te van a dar el apoyo necesario para realizarlo. Aquí te sientes respetado intelectualmente”.
La que pronuncia estas palabras se llama Mercedes, sevillana de 33 años, lleva 11 fuera de España después de haber vivido en China, Taiwan y ahora EEUU. Habla español, inglés, francés, chino y japonés, además de leer chino antiguo (el equivalente al latín para los españoles). Mercedes está terminando su doctorado en el departamento de Estudios de Asia Oriental y relata sus vivencias con pasión, pero también con cierta lástima por el papel que en este ámbito asume nuestro país.
“En España, uno se siente totalmente solo a la hora de poder hacer cosas, no hay ni apoyo ni tampoco interés”, dice. Una queja compartida por Toni, biólogo molecular, que denuncia la endogamia universitaria: “En nuestro país se está perjudicando a los dos pilares fundamentales de la sociedad: investigación y educación. La gente que no sale de una misma universidad no va a producir en ningún caso investigación puntera”.
Todo lo contrario a lo que ocurre en Princeton, empezando por su profesorado. Hablamos de una universidad donde han impartido y están impartiendo clase decenas de Premios Nobel. Algunos, como Mario Vargas Llosa o Angus Deaton, siguen compartiendo su sabiduría y otros serán siempre recordados, como el científico Albert Einstein o el matemático John Nash.
“Siendo toda una leyenda, Nash comía cada día en el comedor con los estudiantes y charlaba con ellos. Era fácil verle. Obviamente ésta es una de las cosas que más incentiva a la gente joven. En Princeton, el acceso a tus ídolos científicos o académicos es total. Puedes ir a su despacho para discutir sobre un tema que interese a ambas partes”, desvela Toni.
Con 33 años, la carrera de este mallorquín, promete. Trabaja en Princeton investigando la metástasis del cáncer de mama además de dar clases de Bases moleculares del cáncer y Células madre y cáncer. Su laboratorio es uno de los más prestigiosos. “Aquí tienes todos los recursos que quieras. Vas a poder hacer cualquier experimento que se te ocurra, no hay limitaciones”, dice orgulloso.
Parte de la exclusividad y el lujo de Princeton no es sólo poder codearte con las mentes más brillantes del mundo, sino que también esas mentes puedan desarrollarse libremente porque nadie les pone límites. Conviene recordar que hay parámetros establecidos en la Constitución estadounidense que no permiten reducir el presupuesto destinado a la investigación. Independientemente del gobierno que llegue al poder, el dinero para I+D es intocable y a día de hoy supera el 3% del PIB.
Además de todo esto, la Universidad de Princeton tiene uno de los presupuestos más altos con más de 13 mil millones de dólares (parte de esta cantidad se invierte en su Museo de Arte, un inmenso edificio con pinturas de Goya, Monet o Warhol). Exclusividad repartida a lo largo de 200 hectáreas en las que se encuentran seis residencias universitarias, teatro propio y una enorme oferta deportiva para más de 7.000 estudiantes que defienden a su equipo, los Princeton Tigers.
Un sentimiento que experimentaron los presidentes de Estados Unidos, James Madison y Woodrow Wilson, o la actual Primera Dama, Michelle Obama. Ellos también formaron parte de esta experiencia que nació en 1746 y que se llama Princeton University.