Bébete la niebla, el agua más pura

Con una pureza sin igual y la mineralización más débil del planeta, este agua que se obtiene de la mezcla de niebla, vientos alisios y un entramado especial diseñado por el ingeniero español, Theo Hernando, está llamada a convertirse en la mejor embajadora de la isla de Tenerife en los próximos años.

Si no cambiamos la forma poco sostenible de gestionar los recursos hídricos que actualmente tenemos, para 2025 alrededor de 1.800 millones de personas vivirán en regiones con escasez absoluta de agua, estima la ONU. Es más, la organización internacional pronostica que para entonces alrededor del 60% de la población mundial podría enfrentarse a algún tipo de estrés provocado por la escasez de este bien.

Con estas y otras ideas en la cabeza, Theo Hernando, un ingeniero tinerfeño, desarrolló el captador de niebla tridimensional, un dispositivo que recoge las gotas de agua del Océano Atlántico que las nubes impulsadas por los alisios transportan hasta la montaña más alta de España. Situado a 1.750m de altitud cerca del Parque Nacional del Teide, este conjunto de mallas gigantes son capaces de recoger de media 6.000 litros de agua al mes. En un buen día, es decir, con las condiciones climáticas perfectas, se pueden llegar a recoger más de mil litros.

La idea original era aprovechar el recurso no tanto para potabilizarlo, sino para hacerlo accesible  en aquellos lugares en los que el agua es difícil de conseguir. Sin embargo, la incapacidad de las ONGs de absorber, implementar y promover la propuesta de Hernando y la pasividad de los órganos gubernamentales, terminó por inclinar la balanza del lado de la venta privada, y junto a su hermana y otros dos socios fundó en 2015 la empresa Agua Alternativa.

Y tuvo mucho éxito. Tanto, que por poco muere de ello. La demanda de países como Arabia Saudí y de otras mesas de exclusivo poder adquisitivo era insaciable, así que los jóvenes emprendedores detrás de esta idea se vieron obligados a tomarse un respiro para empezar de nuevo.

Hoy en día, con fuerzas renovadas, se comparan con Steve Jobs y no porque alardeen de tener en sus manos un producto revolucionario (que lo tienen), sino porque la realidad es que tal y como hiciera el de Cupertino en sus inicios, ellos también trabajan en un garaje. Viven pendientes de la previsión meteorológica, pues demasiado viento podría dañar la estructura creando daños irreparables y todos los días visitan la “granja”.

Llevan el agua que recogen a que pase los controles bacteorológicos y de PH, entre otros, que exige Sanidad, y manualmente la embotellan, una a una, en su pequeño centro de operaciones. Ellos mismos la empaquetan en las cajas de cartón en las que con una plantilla serigrafían el nombre comercial. Y de ahí a las mesas de restauradores como Berasategui y María Marte, y a otras menos conocidas pero igual de sabrosas como las de “Saúco” en el pueblo de Alcalá, en Tenerife.

Los atrapanieblas son populares en Chile, sin embargo, los del país andino son mucho más rudimentarios. La ingeniería del diseño tridimensional tinerfeño y su ventajosa localización lo convierten en único. La principal diferencia de Garoé frente a las aguas de manantial es que esta no toca el suelo, por lo que sus niveles de residuo seco son tan bajos que la convierten en el agua perfecta para los enfermos del riñón, de hecho, ya han recibido la llamada de expertos en nefrología para interesarse por sus propiedades.

Cuentan con la bendición de Faustino Muñoz, el mayor experto en cata de agua de nuestro país capaz de distinguir entre más de 500 aguas, y desde hace unos meses exploran la posibilidad de implantarse en México y abrir, si el infame muro de Trump les deja, la puerta al mercado estadounidense empezando por la vecina California. Allí la escasez de agua es feroz, pero sobre todo hay mucho deseo de tener lo último y no todos los días se bebe uno el agua de una nube.

El concepto ya es romántico de por sí, pero beber agua de niebla es tan placentero como suena.