Los cigarros torcidos de Dios

Con alguna frecuencia aparecen en las cavas torcedores de diversos países tropicales, que muestran su naturalidad en el arte de hacer puros.

Bernardo&Peyró. 01/12/2016

Estos días han paseado por diversos estancos de la península los Maestros Torcedores Alexis Rodríguez y Carlos Manuel Zorrilla, de la fábrica Tabacalera García; célebre lugar, aunque solo sea por ostentar el récord de ser el espacio del mundo donde más cigarros se tuercen gloriosamente a mano cada año. Allí se elaboran, por ejemplo, los puros Vegafina, bien conocidos por el fumador español. Al verlos, uno podía observar el espectáculo tan raro de su noble dedicación, mientras, pongamos por caso, reservaba sus tabacos para la cena de Navidad.

Y con suerte podía llevarse alguno de los elaborados en ese momento. Con alguna frecuencia aparecen en las cavas torcedores de diversos países tropicales, que muestran su naturalidad en el arte de hacer puros con la misma extrañeza con que el informático de nuestra empresa mostraría en público cómo instalar una impresora.

Seleccionando los tabacos
En el mundo de los tabacos, no es necesario inventar su leyenda

En las etapas de fabricación de un cigarro, los torcedores -aquellas personas que con paciencia extrema ligan unas hojas y otras para la elaboración o torcido del puro- merecen un lugar señalado. Es conocido que los cigarros Montecristo recibieron ese nombre por la lectura en voz alta de la obra de Dumas, para solaz y recreación de quienes manufacturaban los habanos. Eran tiempos sin radio. Algo singular del mundo de los tabacos es que no necesitan inventar su leyenda: basta con explicar la realidad, la notable sensibilidad que puebla este giro.

Torcedores de Vegafina
Ser torcedor de cigarros es una profesión que ha despertado interés

En cualquier caso, lo cierto es que ser torcedor de cigarros es una profesión que ha despertado no poco interés en muchos iniciados o ajenos al sector. Forma parte de ese imaginario la anécdota -falsa de toda falsedad- de que las dulces operarias cubanas torcían los cigarros en sus muslos. Es la imagen sensual de Carmen, la cigarrera de la ópera de Bizet.

Torcedores de Vegafina
Cuando un cigarro ha sido torcido a mano, estamos ante un gran tabaco

“Por el humo se sabe dónde está el fuego” dice, en este caso, la zarzuela. Cuando un cigarro ha merecido la dignidad, el lujo tan contracultural, de ser torcido completamente a mano, sabemos que estamos ante un gran tabaco, sabemos que estamos ante un resto del mundo antiguo que aún hoy, cada vez que entramos en una cava, nos podemos permitir.

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