El backstage del champagne

Finnegans Wake, el último personaje creado por James Joyce, decía: “Mientras menos comprendo un libro más me interesa”.

Isabel Chuecos-Ruiz. 27/12/2016

Esta metáfora es mi punto de partida, puesto que fuera de los focos el champagne es un concepto misterioso que se mueve en un círculo hermético, y tras los altos muros del champagne, en su backstage, se teje un complejo e incierto laberinto de intereses.

Ante todo, remarcar que he expresado de forma explícita mi apoyo a la cultura del champagne con más de un centenar artículos escritos sobre el espumoso en cuestión, ayudando a difundir, en la medida de mis posibilidades y sin ningún tipo de interés ni recompensa, un producto que como sommelier, admiro y respeto.

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El champagne es un concepto misterioso

 

Pero con el tiempo y mi experiencia he podido hacer una lectura más amplia del sector formulándome preguntas, incómodas para algunos pero compartidas por otros, y en el camino debió pasarme como a Finnegans Wake, el poeta de la última novela de James Joyce, que decía: “Mientras menos comprendo un libro más me interesa”, y es el misterio que envuelve el mundo del champagne lo que me llevó a interesarme más por él, ya que si no hay curiosidad no hay compromiso.

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Siempre he calificado el champagne como un vino carismático, influyente y triunfal

Confieso que tengo una preferencia instintiva por los espumosos en general y por el champagne en particular, en su vertiente más técnica, en su forma más pura. Siempre lo he calificado como un vino carismático, influyente y triunfal, que tratando de circunscribir un territorio con éxito, ha llegado a ser considerado el espumoso más conocido y valorado del mundo, obteniendo el reconocimiento del resto de espumosos que ven en él un modelo a seguir.

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¿Por qué tiene el champagne tan poca visibilidad en España?

Desde el principio, he considerado a este vino como un concepto entre cuyas virtudes está el haber sabido vender y exprimir magistralmente la identidad de un terroir único que le ha valido tal grandeza. Un vino, que siglo tras siglo, se ha construido, adaptado y transformado a sí mismo, convenciendo a generaciones enteras que lo han venerado, como un concepto que parece no envejecer.

Pero todos conocemos el afilado poder del marketing como caja de resonancia. Y el champagne, con su desorbitado presupuesto de miles y miles de euros al año (gracias a la contribución y participación de todos los productores, grandes y pequeños, y remarco todos), ha utilizado el marketing como herramienta con estrategias que muchas veces no entiendo ya que, desde mi punto de vista como observadora neutral, evidencian una patente desigualdad entre grandes y pequeños en cuanto a la visibilidad obtenida con ese, por otro lado, escaso marketing en nuestro país. Y lanzo una de esas preguntas incómodas que muchos nos hacemos, para que cuando brindéis el último día del año os preguntéis: ¿por qué tiene el champagne tan poca visibilidad en España?

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