Los maestros del diseño floral

En septiembre pasado, los diseñadores Ariella Chezar y Max Gill dieron su primer taller de flores juntos. Una oportunidad única para aprender de iconos en el mundo floral.

Al oeste de Massachusetts y Connecticut se alza Los Berkshires, una zona de bosques y montañas con antiguos senderos de los Apalaches. Los árboles son tan altos, los follajes tan frondosos y las casitas tan perfectas, que asusta. Es un espectáculo ver saltar a las ardillas en árboles altísimos para dejar caer nueces que explotan al caer al pavimento, sólo para que las crías se asomen temerosas a recoger la delicia del día y correr de vuelta a la guarida. Y da un poco de asco -aunque no por eso es menos fascinante- descubrir que esas manchas naranjas en la carretera son lo que queda de cientos de salamandras que, en su último paseo nocturno, acabaron reducidas a una lámina después de ser aplastadas por los neumáticos.

3 Un cuadro que Ariella vio en Hawai sirvio de inspiración para la noche de clausura, verde malaquila y rosa durazno.
Un cuadro que Ariella vio en Hawai sirvio de inspiración para la noche de clausura, verde malaquila y rosa durazno.

En medio de tanta belleza, Ariella Chezar y Max Gill escogieron el granero de Stonover Farm, un bed and breakfast de lujo cuyo dueño es nada menos que Tom Werman, para realizar el primer taller de flores juntos. Ambos son parte de la constelación a la que todo florista quiere llegar. Ariella lleva más de 20 años deslumbrando con su arte y Max unos cuantos menos, aunque ambos son devotos de las flores de estación y un estilo de inspiración botánica. Por eso, pocos días después de anunciar su workshop, las 17 plazas volaron. Floristas con negocios consolidados y neófitos vinieron de Corea del Sur, Canadá y varios puntos de Estados Unidos.

Fotografía para el recuerdo. Los diseñadores y grupo de apoyo antes del coctail de despedida. Foto de Corbin Gurkin.
Fotografía para el recuerdo. Los diseñadores y grupo de apoyo antes del cóctel de despedida. Foto de Corbin Gurkin.

Cada día, la rutina se repetía. Bien temprano llegaban las flores que un equipo limpiaba y distribuía en baldes y floreros. Mientras tanto, y sentados en una semicircunferencia, Ariella y Max desgranaban historias, su relación con los clientes y su experiencia en eventos. Algunas claves:

2 Zhenia Rac de BLU Event Design (Florida). Fotos de Corbin Gurkin.Yuna Jung vino de Corea del Sur a perfeccionarse como florista. Fot Christin Geall
Izda. Zhenia Rac de BLU Event Design (Florida). Foto de Corbin Gurkin. Drcha: Yuna Jung vino de Corea del Sur a perfeccionarse como florista. Foto de Christin Geall.
  • ¿Cómo trabajar las flores? No torturarlas. No forzarlas a hacer lo que no quieran. Seguir el ritmo y la dirección que ellas indiquen. Hay permiso para ‘editar’. El objetivo es imitar la naturaleza.
  • Antes de empezar a trabajar. Básico, tener un presupuesto. Si el cliente no sabe cuánto está dispuesto a gastar, sonsacar una cifra a través de rangos de precios.
  • Desglose de propuesta. Cuatro ítems: coste de materiales, honorarios por diseño, honorarios por horas de trabajo, despacho y seguimiento del envío.
Elaine Naness de Elaine Floral Design (Seattle) es una gran entuciasta del estilo orgánico. Foto Corbin Gurkin.
Elaine Naness de Elaine Floral Design (Seattle) es una gran entusiasta del estilo orgánico. Foto de Corbin Gurkin.
  • ¿Honorarios por diseño? Sí. Si al cliente le gusta tu estética y quiere un evento coherente, el servicio de diseño debe incluir además de flores, mantelería, cubertería, vajilla, velas e incluso papelería.
  • ¿Cómo bajar un presupuesto? Jamás sacrificar la receta de un arreglo de flores (el número de tallos) porque compromete el diseño. En lugar de eso, disminuir el número de arreglos. “Nadie entrega sillas gratis, ¿por qué tendríamos que regalar las flores?”.
  • ¿Ver para creer? Si el cliente quiere una muestra, debe pagar por ella. Aun así, dejar en claro que las flores que están disponibles hoy, pueden no estarlo para la fecha del evento. Los floristas no estamos a merced de la madre naturaleza.
5 Durante tres días, 17 floristas venidas de Estados Unidos, Canadá y Corea del Sur trabajaron en Los Berkshires.
Durante tres días, 17 floristas venidas de Estados Unidos, Canadá y Corea del Sur trabajaron en Los Berkshires.

Max lleva más de diez años a cargo de las flores del restaurante Chez Panisse. Su manera de enfrentar los arreglos de gran tamaño tiene mucho que ver con su pasado teatral. El ojo siempre viaja de izquierda a derecha en un escenario y, siguiendo ese principio, distribuye sus flores. A la izquierda y arriba debe haber algo potente, llamativo; bajando, un espacio confesional y sobrio; a la izquierda, la salida. Antes, marca el perímetro y dispara líneas de acción a través de ramas (nunca menos de tres tipos, conjugando texturas y colores).

Al diseñar, Max Gill aplica los principios espaciales del teatro. Foto Christin Geall.
Al diseñar, Max Gill aplica los principios espaciales del teatro. Fotos Christin Geall.

Una de las características de los diseños de Ariella es la profusión de las especies que utiliza. Como ejemplo, en el arreglo naranjo sobre un copón de cristal utilizó dalias Sherwoods Peach, zinnias en rojo reina, lima y salmón, aligustre con el fruto inmaduro (Ligustrum vulgare), hortensias Annabelle, helechos silvestres, farolitos (Cardiospermum halicacabum), ramas de nicotianas y hierba de Santa María (Polygonum orientale). Lo atractivo de sus creaciones no está únicamente en el diseño o el dominio de una gama de colores, sino en la novedad de las plantas con que trabaja.

El arreglo de Sophie Felts de Blossom and Vine tiene movimiento y sofisticación. Foto Corbin Gurkin.jpg
El arreglo de Sophie Felts de Blossom and Vine tiene movimiento y sofisticación. Foto Corbin Gurkin.jpg

El último día de taller, el foco estuvo en la decoración de las mesas. Ariella se inspiró en un cuadro para escoger los colores: malaquita verde y rosa durazno. No sólo los manteles, velas, platos y flores aludían a ellos, sino también fue exigencia de etiqueta para la comida de clausura.

El granero donde trabajamos se convirtió en el comedor para la noche de clausura. Foto de Corbin Gurkin.
El granero donde trabajamos se convirtió en el comedor para la noche de clausura. Foto de Corbin Gurkin.

Nada fue dejado al azar. Ariella y Max se movían de mesa en mesa respondiendo alguna inquietud de último minuto, compartiendo anécdotas y despertando carcajadas. Entre sorbos de champagne, cucharadas de una sopa fría de melón y bocados de salmón, la experiencia floral terminó como había empezado: mágicamente.

*Portada: Parte del grupo de floristas al final del taller de ramo de novia. Foto Corbin Gurkin.

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