Londres se rinde al optimismo Hockney

Piscinas, cielos azules, palmeras y ahora bosques, son algunos de los temas más representativos de la obra de David Hockney. La Tate Modern de Londres, en colaboración con el Centro Pompidou de París y el Museo Metropolitan de NY, ofrece una muestra del artista hasta el próximo 29 de mayo.

Almudena Blanco. 03/03/2017

Tiene 79 años y sus obras siguen dominadas a día de hoy por los ingredientes de siempre: color, entusiasmo y gusto por los pequeños placeres de la vida. David Hockney (Bradford, Inglaterra, 1937) es el pintor de la eterna sonrisa y del gesto amable y una de las figuras indispensables para entender el arte del siglo XX. Sus obras, que se extienden a lo largo de seis décadas de producción, se han caracterizado siempre por mostrar la realidad que ha rodeado la vida del creador siendo, en cierto modo, una suerte de diario pictórico, colorista y vibrante, coronado por piscinas, amantes, interiores de casas y paisajes.

Cuadro de Hockney de la exposición
Cuadro de Hockney de la exposición

El británico se enganchó al sol de California con 24 años y desde entonces ha vivido allí de manera intermitente imbuido por el dolce far niente de Hollywood, sus bellos hombres, el sol, las palmeras y sus piscinas, conformando este último elemento uno de los temas principales de muchas de sus series pictóricas. Digamos que Los Ángeles se ajustó como un guante al carácter disfrutón de Hockney que dista mucho del tan común semblante introspectivo y taciturno de los artistas.

Cuadro del artista presente en la exposición
Cuadro del artista presente en la exposición

Durante su época californiana pintó cielos azules, palmeras y retratos de cientos de celebrities que lo acabaron dotando también a él del estatus de celebridad. Desde el año 2012, sin embargo, vive de nuevo en Inglaterra. Muy cerca de donde nació, de hecho. Ahora disfruta de los días grises, las estaciones y los verdes paisajes. Durante los últimos años ha llevado a cabo representaciones majestuosas de bosques ingleses. En un afán por investigar no sólo el color sino también las posibilidades del espacio, Hockney ha llegado a configurar obras de hasta siete metros de largo a partir de la combinación de varios lienzos utilizados para narrar un mismo paisaje. La sensación de inmensidad, colorido y profundidad de sus bosques logra tener un efecto casi hipnótico en el espectador.

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Hockey destaca por el uso del color en sus cuadros

Su pintura se engloba en la corriente del arte pop aunque sería injusto limitar la definición de la obra de Hockney a este solo título. El artista ha mostrado siempre una fuerte fijación por las nuevas tecnologías y la innovación que ha utilizado de manera natural en la configuración de obras de arte. Esta faceta ha dotado su producción de matices interesantísimos. El descubrimiento de la cámara Polaroid, por ejemplo, lo llevó a crear obras que acabaron teniendo la forma de puzzles de fotos hechos con imágenes descompuestas. Hoy día es el iPad el instrumento que obsesiona al pintor. Es muy habitual en los últimos tiempos ver obras suyas realizadas en este soporte que posteriormente son impresas en papel.

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Obra inspirada en las Polaroid con forma de puzzle

Así es Hockney, expansivo, optimista y trabajador. Produce obras de manera incansable. Pinturas pero también, por ejemplo, escenografías para óperas. Los achaques de la edad están presentes pero, según él mismo asevera, le pasa como a Picasso, que cuando está trabajando siente que tuviera 30 años. Y así, sigue pintando a diario y produciendo obras que a día de hoy se venden por varios millones de euros.

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Sus obras a día de hoy se venden por varios millones de euros.

La retrospectiva que muestra estos días la Tate Modern de Londres sobre su obra es la mayor que haya tenido lugar nunca. Es una visita obligada para todo aquel que pase por la ciudad del Támesis antes del 29 de mayo. Y, en todo caso, la sensación de pasear entre pinceladas de entusiasmo y vida bien justificaría la planificación de un viaje ex profeso. Dicen los organizadores de la muestra que el único deseo de Hockney es que el público se vaya de la exposición con una profunda sensación de alegría. Para comérselo.

*Todas las fotos son cortesía de la Tate Modern, Londres.

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