Yayoi Kusama: la artista que sedujo a Louis Vuitton

Yayoi Kusama cumplirá 88 años este mes de marzo. Una cifra llena de círculos para una artista que ha hecho de ellos su sello de identidad. Se acaba de inaugurar una exposición suya en Washington D.C. que está batiendo récords de visitas.

Almudena Blanco. 10/03/2017

Yayoi Kusama es el fiel reflejo de la extravagancia y la dulzura. Muchísimos aspectos de su vida evidencian con una fidelidad novelesca algunos de los estereotipos más comunes que acechan a los artistas. Es diferente, muy diferente. Tímida, solitaria, estrambótica y con una autoestima potente. No me canso de leer entrevistas suyas en las que la creadora repite una y otra vez que nadie en el mundo tiene en este momento la intensidad artística que ella tiene. Y quizá no le falte razón.

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Su obsesión son los puntos

Lleva haciendo arte desde la década de los 50. Nacida en Nagano (Japón) en 1929, comenzó a realizar arte muy pronto como vía de escape a las alucinaciones que sufría ya desde pequeña. Los delirios en forma de patrones que se extendían por las paredes, los techos e incluso por su cuerpo, han acabado configurando obras de arte extensivas y coloristas muy bien valoradas por el mercado. A día de hoy, Kusama es la artista mujer viva más cara del mundo tras haberse pagado cinco millones de dólares por una de sus piezas.

Vive en un sanatorio desde 1977
Vive en un sanatorio desde 1977

Y es que la belleza de sus obras es evidente y el discurso cautivador. Dice la artista que los puntos son sólidos e infinitos. El sol, la luna y las estrellas son puntos. Cada ser humano también. Pero los puntos, según Kusama, no pueden existir por sí mismos. Tienen que estar asociados. Un universo de puntos vinculados sin límites que ha llegado a extenderse hasta los bolsos de Louis Vuitton.

Es la artista viva más cara del mundo
Es la artista viva más cara del mundo

La carrera de la creadora nipona es una de las mejor estructuradas que conozco. Desde sus años de trabajo en Nueva York hace ya más de cuatro décadas (cuando sus obras se circunscribían más en el ámbito de la performance y del arte protesta), hasta su incursión en el mundo de la moda, todo parece coherente, estructurado y, cómo no, lucrativo.

Su universo es único, al igual que su carácter y su personalidad
Su universo es único, al igual que su carácter y su personalidad

Hace cuatro años las tiendas de Louis Vuitton de todo el mundo se cubrían de arriba abajo de la obsesión de Yayoi Kusama y la marca francesa sacaba al mercado una de sus colecciones más originales e impactantes. Kusama se prestó gustosa a recorrer el mundo con gafas de sol posando de tienda en tienda en una promoción de la colección que se convirtió más en un tour a lo Madonna que en cualquier otra cosa. Y, como casi todo lo que toca Kusama, fue un éxito.

Su colaboración con Louis Vuitton fue un éxito
Su colaboración con Louis Vuitton fue un éxito

La parte menos colorista de la historia de esta fascinante creadora es que vive en un sanatorio psiquiátrico en Japón desde 1977. Abandona el hospital diariamente para ir a su estudio y crear. Dice que es lo único que la aparta de sus deseos de suicidio. Quizá un entramado así de patrones, puntos y extensión no podía ser fruto más que de una mente obsesiva, compulsiva y, por qué no decirlo, atormentada. En todo caso, el universo de Kusama es muy de agradecer. Evidencia que la locura puede llegar a mostrar más vida y entusiasmo que cualquier otra versión mental más equilibrada.

Actualmente expone en Washington DC
Actualmente expone en Washington DC

La exposición de Kusama en el Hirshhorn Museum de Washington D.C. ha recibido en su primera semana 32.500 visitantes, la mayor cifra de esta institución en cuatro décadas. Un nuevo éxito de la nipona. Paralelamente se ha inaugurado otra exposición sobre su obra en The National Art Center, en Tokyo. Dice Kusama que le interesa todo y que admira todos los misterios del universo. Yo la admiro a ella, a su universo particular y a su constancia escapista convertida en supervivencia creativa.

*Fotos de las obras cortesía del Hirshhorn Museum de Washington D.C.

 

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