#CloseTo Melchor Miralles: «Soy la antítesis del valiente»

Su adrenalina se siente más a gusto en zonas de conflicto que detrás de la mesa del despacho.

Amalia Enríquez. 21/03/2017

No es que sea hiperactivo, pero desconoce lo que es estarse quieto. Su cabeza va a incontables revoluciones por minuto y le gusta moverse en ambientes convulsos. Su adrenalina se siente más a gusto en zonas de conflicto que detrás de la mesa del despacho. Convenció durante algún tiempo a muchos oyentes de radio de que ‘Cada mañana sale el sol’ y ahora quiere seguir en esa línea vital poniendo luz en la vida de otros con sus ‘Cuerdos de atar’.

Melchor
Melchor nunca dudó de su vocación periodística

The Luxonomist: No sabes vivir sin trabajar…
Melchor Miralles: Sí sé, aunque no se lo crea nadie, y también me olvido de hablar de lo que hago, de manera reiterada, en mis conversaciones cotidianas. Soy un enamorado de mi trabajo, disfruto de él como un loco. Nunca he tenido la sensación por la mañana, al salir de casa, de que es una pesadez ir a trabajar. No te voy a negar que ha habido días en los que me habría quedado durmiendo por puro agotamiento, pero no por no disfrutar con lo que hago. Igual que te digo esto, te aseguro que soy muy capaz de desconectar cuando estoy con mis amigos. Creo que es una necesidad que hay que practicar.

TL: Eso es señal de que tienes la vida llena…
MM: Los que únicamente hablan de trabajo es porque solo tienen esa vida. Conozco a más de uno. Por fortuna, yo tengo muchas cosas más que me interesan. Probablemente, sin duda, a la cabeza está mi trabajo porque me apasiona, pero hay otras cosas que requieren mi atención. Me gusta disfrutar de los amigos que no forman parte de mi oficio, leer, el cine, caminar largo rato, viajar para conocer otras culturas. Ahora viajo mucho por trabajo y poco por ocio.

Así se hizo el selfie de la portada con nuestra colaboradora Amalia
Así se hizo el selfie de la portada con nuestra colaboradora Amalia Enríquez

TL: Me parece a mí que descubriste pronto que hay mucha vida más allá de la ventana del despacho…
MM: Siempre lo he tenido claro. El periodismo es esencial porque me apasiona, pero hay mil cosas importantes para mí. Es cierto que el trabajo me absorbe mucho tiempo porque yo quiero que sea así.

TL: ¿Siempre has luchado por ser lo que eres?
MM: Nunca lo he dudado. Cuando era muy pequeñito tenía muy claro que querías ser periodista o diplomático, no sé por qué.

TL: Pues has elegido bien porque de ‘diplomático’ tienes poco…
MM: (risas) ¡No tengo nada! Todo viene de leer, en mi casa, un serial en el periódico ‘Pueblo’ sobre el asalto al tren de Glasgow. En ese mismo momento me dije: yo me quiero dedicar a esto.

No terminó la carrera de Periodismo porque comenzó a trabajar en Diario 16
No terminó la carrera de Periodismo porque comenzó a trabajar en Diario 16

TL: ¿A asaltar bancos?
MM: (risas) No, obviamente. Dedicarme a contar historias.

TL: ¿En casa se lo toman de buen grado? Porque una profesión, bohemia como ésta, treinta o cuarenta años atrás…
MM: Mi familia siempre ha sido muy especial. Soy el pequeño de diez hermanos. Mi padre era abogado y cuatro de mis hermanos enfocaron su vida por el mundo del Derecho. Mi padre estaba empeñado en que yo fuese procurador. Empecé Derecho, porque también debo decirte que no soy licenciado en Periodismo y lo dejé en cuarto de carrera porque había conseguido entrar en ‘Diario 16’ tres años atrás, estaba muy centrado y era lo que me gustaba. No me arrepiento de mi etapa universitaria, me gustaría de hecho terminar Derecho, pero siempre tuve claro lo del Periodismo.

TL: ¿Estás seguro de que no nos hemos perdido a un buen abogado, diplomático o juez?
MM: Pues mira, ya sabes que a mí no me invade nunca la falsa modestia. Yo creo que la profesión se ha ganado un buen periodista, que se deja la vida por hacer las cosas bien, que se equivoca todos los días, pero que lucha por hacer su trabajo bien. Diplomático cero y creo que hubiera sido un muy buen abogado penalista. Es más, me gustaría no morirme sin terminar la carrera y ponerme un día la toga en un asunto penal. Como he hecho mucha información de tribunales, sé bastante de derecho penal. Yo voy a muchos juicios y me doy cuenta, a veces, que algunos abogados no tienen ni idea.

Amalia Enríquez y Melchor Miralles con Eduardo Noriega hace unos años
Amalia Enríquez y Melchor Miralles con Eduardo Noriega hace unos años

TL: ¿Tienen algo en común los periodistas con los abogados?
MM: No lo creo. Los periodistas no sabemos mucho de nada, pero sí un poquito de muchas cosas. El mundo del Derecho tiene mucho que ver con la vida en general, así que los periodistas rozamos ese mundo, pero no son dos profesiones especialmente parecidas.

TL: ¿De dónde viene ese espíritu tan peleón que tienes?
MM: De lo que he mamado en mi casa. Mi padre estuvo muy metido en política, perseguido por la dictadura, estuvo un año deportado cuando yo tenía cinco años (en el 62), lo que fue un enorme sufrimiento familiar porque no había un duro en mi casa. Comíamos de la caridad de los amigos políticos de mi padre. Todos los meses, Enrique Tierno Galván iba con un sobre y se lo daba a mi madre. Eran unos durillos que nos servían para vivir. Mi madre con diez hijos y mis hermanos mayores metidos en política, detenidos cada tres días. Veo a mi padre en la cárcel en el año 70, no te hablo de la prehistoria, yo tenía 12 años. El ver en casa toda esa lucha permanente contra una dictadura y persecución policial, me hizo tener un carácter muy peleón. Va en mi ADN.

TL: El periodismo tranquilo no es lo tuyo…
MM: ¡Para nada! Me gusta la batalla, la trinchera y, sinceramente, soy de los que pienso que hay que complicarse la vida. Te dediques a lo que te dediques, pasar por la vida de puntillas, sin pisar charcos, me parece un desperdicio. La vida es mojarte y comprometerte con lo que hagas.

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En breve volverá a México a terminar un reportaje

TL: Entiendo, entonces, que no te hayas arrepentido nunca del camino seguido. No dejas de pisar multitud charcos…
MM: Jamás me he arrepentido. Mil veces que naciera, mil veces que sería periodista. Sin dudarlo ni un segundo.

TL: ¿Cuáles han sido los momentos de más vértigo de toda la aventura?
MM: Ha habido muchas cosas que me han costado mucho, pero siempre te quedas con lo último. Y eso ha sido un reportaje que no pude terminar en Méjico, sobre la corrupción y los vínculos de los narcos con el Estado. Cómo masacran a los migrantes que cruzan la frontera a Estados Unidos en lo que llaman “el tren de la bestia. No pude acabarlo porque intentaron secuestrarnos a todo el equipo de “Cuerdos de atar”, pero te aseguro que pronto vamos a volver todos al mismo sitio para terminarlo. Soy la antítesis del valiente, paso más miedo que un nublado, pero es un sentimiento que se gestiona y se controla.

TL: Como los toros bravos ¡a crecerse ante la adversidad!
MM: Muero de miedo, pero hay oficios que requieren un riesgo. El bombero cuando va a apagar un fuego, sabe que hay compañeros suyos que un día no sobrevivieron a un incendio, pero siguen acudiendo cada día a salvar a la gente. ¿Tienen miedo? ¡Claro! pero hacen lo que les gusta. Los pilotos de F1 saben que se pueden matar, pero disfrutan con lo que hacen. Pues mi trabajo igual, tiene un costado peligroso que va incluido en el oficio, en el sueldo.

Se declara fan
Se declara fan de ‘The Wire’

TL: ¿Cómo gestionas la adrenalina?
MM: (risas) Depende del día, de la circunstancia. En general, soy muy animoso. Obviamente hay épocas malas, pero no soy nada depre. Creo que la mejor medicina para resolver problemas es tomar decisiones. Soy muy impulsivo, poco reflexivo, muy pocas veces cuento hasta diez.

TL: ¿Ni la madurez te ha enseñado que esa es una buena medida?
MM: En ese aspecto soy muy infantil. No es que no piense nada lo que hago, por supuesto pienso las cosas, pero me dejo siempre llevar más por el corazón que por la cabeza. En general no me ha ido mal. Es probable que, algunas cosas, si las hubiera pensado mejor, no me habrían salido mal, habría acertado. Soy un coleccionista de fracasos. De todos he aprendido y, entre uno y otro, alguna cosa me ha salido bien. Así es la vida, no hay mal que cien años dure, hay que afrontar las cosas y cada mañana sale el sol.

TL: ¡Qué recuerdos esa frase!
MM: Fue una etapa fantástica en la radio con ese programa ¡mañana mismo volvería! Esos dos años me reventaron el sueño para toda la vida, que es una faena, pero me lo pasé con todos vosotros, porque estabas en ese proyecto, como en la vida. En estos momentos no podría porque ‘Cuerdos de atar’ es mi empresa, con mis socios, y me lo he jugado todo, lo que tenía y lo que no tengo, pero también te digo una cosa: ninguna cadena de radio actual aguantaría un programa como el que hacíamos, nos echarían a los dos minutos porque teníamos una libertad absoluta con todo.

'Vis a vis' es la series
‘Vis a vis’ es la serie española que le gusta

TL: Desde luego a ti no te frena nadie.
MM: No. Te pongo un ejemplo. El mayor anunciante que hay en España es El Corte Inglés. Si yo me entero de que un jefe de planta le pilla un callo a una clienta, no lo cuento porque es irrelevante, pero si un alto cargo de esa empresa mete la mano en la caja ¡lo suelto!, aunque ellos patrocinen mi programa. Nunca he cedido a una presión. ¿He dejado de publicar cosas por no incomodar a un anunciante? Sí, eso sí. ¿He recibido presiones? Sí, pero nunca he dejado de contar algo importante y relevante por las presiones de alguien. Nunca en mi vida.

TL: ¿Eres inmune a las represalias?
MM: He tenido represalias, pero no soy miedoso en ese sentido. He vivido casi catorce años y medio con escolta policial y un vigilante jurado, que es el ser humano con el que he pasado más tiempo en toda mi vida, más que con mis hijos y mi mujer. Es una incomodidad, pero intenté que no me cambiara mucho la vida. Era una sensación de la intimidad permanente. Condiciona la vida, pero he hecho siempre lo que me ha dado la gana.

TL: ¿La parte buena de todo esto?
MM: En lo profesional, sin duda alguna que, después de catorce años sometido a una investigación durísima, sufriendo amenazas, coacciones, presiones, siendo ilícitamente espiado por el Gobierno, perseguido por una organización terrorista como ETA, se demostró con sentencias firmes del Tribunal Supremo y del Constitucional, que todo lo que había dicho y publicado era verdad. Era todo el asunto GAL y sus derivados. Desde el punto de vista profesional, es la mayor recompensa que he tenido en toda mi trayectoria.

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‘Los Soprano’, una de sus series de cabecera

TL: Y pudiste vivir tranquilo…
MM: He dormido tranquilo toda mi vida.

TL: ¿Te recuerdas un niño feliz?
MM: Absolutamente. Era el pequeño de los hermanos, como te dije. Como consecuencia del año que mi padre estuvo deportado, me prohijaron unos tíos míos que no tenían hijos (mi tía Rosario, hermana de mi madre, y su marido, Pedro Muñoz Seca). Ellos tenían pasta. Me pagaban el colegio, tenía más ropa que mis hermanos, más juguetes que ellos, veraneaba y ellos no. Con quince años tuve los dos grandes ‘palos’ de mi vida: la muerte de mi tío de un infarto mientras jugaba al tenis conmigo, y tres meses después, la de mi madre. Si salía de esa podría con todo ¡y salí!.

TL: ¿Y ese niño feliz iba al cine?
MM: Mucho. Me llevaban mis tíos y también mis hermanos. Como dice la canción de Sabina «Una de romanos», en el cine intentaba meter mano a las amigas. Siempre me ha gustado mucho el cine, no solo por ese intento de ligar (risas). No me acuerdo la primera película que vi, pero seguro que era un western o una de policías y ladrones. Me encantaban. Estaba enganchado a ‘Los intocables’, ‘El Santo’ y a las películas de vaqueros.

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‘Uno de los nuestros’ es una de sus películas favoritas

TL: ¿A las chicas las llevabas a esas películas?
MM: Las llevaba adonde podía (risas). En contra de lo que se pueda pensar, fui muy mal ligón. Nunca he tenido problemas para relacionarme con la gente, fui el último que me acosté con una chica de toda mi pandilla. Me llevaba genial con todas las tías, pero me veían más para reírse como amigo o colega, que para algo más. Era un desastre. Siempre he sido muy sincero con ellas y eso me ha costado muchos disgustos. Nunca me ha gustado perder el tiempo. Si me atrae una chica, no espero y voy “a saco”. El “roneo” no va conmigo. Sin embargo, me enamoré de una que no me hacía caso e, incomprensiblemente, estuve año y medio esperando una oportunidad que nunca llegó. Yo hago, en cada momento, lo que me hace estar bien y disfrutar.

TL: En la madurez ¿has seguido con los mismos gustos cinematográficos?
MM: Westerns hay menos y buenos ya no se hacen muchos. Sigo siendo muy de tiros. Me gusta el thriller y el buen cine americano. Hay dos géneros que no me interesan nada, que son el terror y la ciencia ficción. No he visto ni una película entera de ‘La guerra de las galaxias’.

TL: Eso es poco menos que un sacrilegio…
MM: Fui a la primera, estuve media hora y me salí. No he visto ninguna, me pone nerviosísimo. Veo comedia, películas románticas, históricas, costumbristas. Una película que me gusta de verdad es ‘Uno de los nuestros’. Ese es el cine que me hace ir a las salas, aunque de repente veo ‘Es por tu bien’ y me río muchísimo. Voy menos al cine de lo que me gustaría porque consumo mucha serie y documentales.

Patria y
Patria y La Reina del Sur, dos de sus últimas lecturas

TL: ¿Al borde de la adicción?
MM: Nunca he sido adicto a nada en general. Transito por muchas por obligación profesional y me gustan muy pocas, dicho sea de paso. Mi gusto cinematográfico y televisivo es minoritario. ¿Series imprescindibles para mí? ‘Los Soprano’, ‘The wire’ y, si tengo que elegir una española, ‘Vis a vis’. Ahora he empezado a ver, por obligación profesional y me ha enganchado, ‘Pablo Escobar, el patrón del mal’. Y veo mucho documental.

TL: ¿Y de libros cómo andamos?
MM: Siempre he sido muy lector, pero ahora leo muchísimo menos de lo que me gustaría. Leo mucha poesía, algo que sorprende mucho a la gente. Escribí poemas de joven, que eran lamentables y dejé de hacerlo. Estos días estoy leyendo ‘Patria’. Me encanta Pérez Reverte, que es un golfo y un canalla como yo, y de él me gusta sobre todo ‘La reina del sur’. Soy un apasionado de ‘Los episodios nacionales’ y los releo cada vez que puedo.

TL: Tu mesilla está muy poblada por lo que me dices…
No soy nada de libro de cabecera. Ya ves que me muevo por varios ámbitos. Mi madre me había hablado muchas veces (lo tenía en su mesilla) de ‘…O llevarás luto por mí’ y poco tiempo después de morir, me lo leí y me pareció lo más. Cuando empecé a dedicarme a esto, volví a leerlo y tuve claro que ahí había una película impresionante, porque no solo es la vida de ‘El Cordobés’, sino que es la historia de un periodo apasionante de la historia de España. Le compré los derechos por dos años a Dominique Lapierre y ya me advirtió que nadie querría hacerla. Y así fue.

Relee siempre que
Relee siempre que puede los Episodios Nacionales y llegó a comprar los derechos del libro de Lapierre

TL: ¿Nunca has pensado escribir un libro con tus experiencias?
MM: Cuando estoy con mis amigos y cuento anécdotas, siempre me dicen que debería reflejarlas en un libro. Como ya sabes que tengo incontinencia verbal (risas), hago chascarrillos de experiencias que he vivido. Me cuesta embarcarme en esos proyectos, hay un punto de melancolía. Aparte de que soy muy gamberro, tengo un punto muy romántico y muy melancólico. Hay un libro que debería hacer, sobre mi padre. Cuando murió tenía la mitad de un libro de memorias escrito, firmado con Planeta. Su vida, de verdad, fue apasionante y él ha sido un gran personaje. Yo debería terminar ese libro, pero me da un punto de melancolía que no me apetece.

TL: Pregunta final y obligada en estas conversaciones. ¿Qué pensaría el Melchor niño del adulto en el que te has convertido?
MM: Seguro que me diría que todo cojonudo. No se sorprendería de lo que he conseguido y estoy seguro de que me diría “¡qué bien, cómo has disfrutado de la vida!” Nunca he hecho nada para perjudicar a nadie de manera consciente. Tengo mil defectos y alguna cualidad. Me considero una buena persona y la principal virtud es la tenacidad, unida a que carezco de sentido del rencor. Mucha gente me ha hecho daño, alguna vez intencionadamente, y no les guardo nada de rencor. Creo que no hay nada más estéril que tenerlo.

*Localización: Cuerdos de atar. *Próxima semana: Inma del Moral.

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