¿Qué hacer si se burlan de tu hijo?

Queremos mucho a nuestros hijos, pero nos es imposible protegerlos en todo momento.  Lo mejor que podemos hacer por ellos es enseñarles a defenderse por sí mismos.

Patricia Peyró. 02/05/2017

El Día Internacional contra el Acoso Escolar o Bullying se realiza cada 2 de mayo para concienciar sobre el modo en que éste afecta a millones de jóvenes en todo el mundo. Tanto el bullying como el ciberbulling aparecen de forma espontánea en los escolares a edades tan tempranas como los 7 años. Pero antes de que se instaure, a veces, se va “gestando poco a poco” a través de bromas que se tornan en burlas y agresiones. ¿Cómo podemos preparar a los niños para evitarlas? ¿Les podemos enseñar a defenderse solos?

Del mismo modo que los enviamos al colegio y a la universidad para que puedan forjarse un porvenir, cuando son pequeños hemos de inculcarles algunos factores no estrictamente educativos, pero igualmente necesarios en su aprendizaje.  Hablamos de las habilidades sociales y mecanismos de defensa con los que podrán confrontar los pequeños y grandes roces de la convivencia presentes en su día a día, con sus propios amigos y compañeros.

Ser niño no es una tarea fácil

Como dicen en la publicidad, “no es tan fácil ser niño”:  además del esfuerzo físico de aprender y jugar, los niños también tienen sus tormentas emocionales. Ejemplo de ello es la depresión infantil, más frecuente de lo que pensamos, y a la que se llega en muchos casos por algún componente social del entorno del niño, como pueda ser el no adaptarse a un grupo o el ser rechazado y maltratado psicológicamente a través del acoso escolar o bullying por parte de sus compañeros.

Para tranquilidad de los padres, estos factores psicológicos, comportamentales, e incluso “estratégicos” que haríamos bien en enseñarles, al igual que las matemáticas o cómo poner la mesa, se pueden aprender con mayor o menor dificultad.

Lo más importante de todo será transmitirle amor y comprensión

Debemos analizar la situación junto al niño 
En primer lugar es importante analizar si, en alguna medida y tal vez sin querer, nosotros mismos estamos enseñando patrones disfuncionales al niño o si somos un modelo de comportamiento que le pueda servir como referencia. Si tenemos dudas hemos de replantearnos el cambiar de conducta para poder así predicar con el ejemplo. Además, hemos de generar con él una comunicación fluida en la que se sienta protegido, y nunca juzgado o temeroso de posibles represalias. Como padres lo conseguiremos con estas actitudes:

  • Hemos de transmitir interés en el problema, sin minimizarlo pero sin hacer aspavientos:  una reacción exagerada le hará absorber nuestra propia ansiedad, y ya bastante tiene con la suya.
  • Para comprender bien la situación, habremos de tomar un buen rato, sentarnos con nuestro hijo y que nos lo cuente todo. De este modo se sentirá arropado y nuestro interés en sí mismo ya será terapéutico y un alivio para él, en la medida en que sienta que la situación comienza a estar en vías de solución.
  • Analizar la situación en conjunto, haciéndole las preguntas necesarias para llegar a una versión lo más real posible de la situación, no sesgada por las emociones de un niño angustiado. Con este análisis sabremos si, por ejemplo, nuestro hijo se enfrenta a una simple broma o, por el contrario, tiene un cariz grave.
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  • Buscar una solución junto con él, o al menos, tratar de ofrecerle una propuesta de acción tras haber analizado juntos lo que está sucediendo realmente. De este modo el niño se sentirá capaz de resolverlo él mismo.  Ayudará el hacerle preguntas, incluso en modo de diálogo socrático, para que él mismo llegue a la solución.  “¿Y cómo crees tú que podrías resolver esta discusión”?  “¿Qué le aconsejarías que hiciera a tu mejor amigo?”
  • Una vez hayamos verificado que se trata de una burla y no de una broma habrá que intentar dotarle de mecanismos para que no le afecten al más puro estilo “palabras necias, oídos sordos”.
  • Llegar a un compromiso con el niño. Esto quiere decir que, por nuestra parte, vamos a hacer algo.  Por ejemplo, ir al colegio a hablar con el profesor.  O llamar al padre del compañero que le está empezando a acosar.  De este modo le daremos tranquilidad.
  • Será muy importante cumplir siempre con nuestra palabra para darle confianza. Faltar a ella sería muy grave:  empeoraría el problema, el niño se sentiría engañado, además de solo, y no volvería a confiar en nosotros.
El mindfulness ayuda a gestionar las emociones negativas y ya se aplica también en el entorno educativo a través de centros como CocoTips

5 Estrategias para enseñarles y que no les afecten las burlas:

  1.  Practicar en casa con nuestro hijo, a ser posible empleando el humor, e incluso dotándole de respuestas ingeniosas y automáticas.
  2. Dar signos de que no nos duele o afecta la burla o el insulto. Así, ante un “Eres feo”, responder con un “¿Y?” o, ante un “Eres gordo”, “¿Y?”
  3. Invitar al niño a que no pierda el tiempo con compañeros que les menosprecien o hagan sufrir.  Mejor que hagan otros amigos y eviten a los niños ofensivos.
  4. Intentar que el niño no busque la aprobación de los demás a toda costa, ni mucho menos la del maltratador, tratando de volverlo de su lado.  Los mecanismos de ese niño bully son negativos y haciéndolo así estaríamos dándole más poder y manteniendo su comportamiento.
  5. Enseñarle a identificar sus emociones sin manifestar sus consecuencias. Esto se consigue a través de la meditación y el Mindfulness, una práctica algo que se reconoce como muy positiva tanto para niños como para adultos en la gestión de emociones y el control de impulsos, ayudando también a evitar la ansiedad y la depresión.

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