La habitación más silenciosa del mundo

Me perturba el efecto de la recientemente creada 'Habitación más silenciosa del mundo'. ¿Somos capaces de soportar el peso del silencio?

Sandra Barneda. 12/06/2017

Hay noticias que golpean mis sentidos por contener emociones o sensaciones encontradas. Me ocurre con la habitación más silenciosa del mundo y los efectos que puede provocar en nosotros: “Enloquece a quien entre en ella”, “ No aguantarás ni media hora dentro”, rezaban algunos titulares esta semana. La cámara, conocida como aneoica, absorbe el 99, 99 por ciento de los ruidos; fue creada por una empresa americana y utilizada por la Nasa para conocer los efectos del silencio sobre el ser humano ya que es una sensación muy parecida al espacio.

La habitación creada por la Nasa absorbe el 99,99% del ruido

En la actualidad, Microsoft cuenta con una sala del silencio y otras compañías la utilizan, entre otras cosas, para medir el ruido de sus electrodomésticos con mayor precisión. Pero, fuera del uso corporativo, me angustia el hecho de que, permanecer mucho tiempo dentro de ella,  pueda tener en nosotros efectos nocivos. Dicho de otro modo, que el exceso de silencio nos perturbe. El récord de permanencia y soportabilidad está en 45 minutos y, a medida que pasa el tiempo, la mente empieza a perder el control pudiendo provocar en los presentes efectos alucinógenos. La tensión en el cerebro se acelera: el oído, ante la nada,  hace todo lo posible para encontrar ‘El Algo’: ruido.

Las personas comienzan a oír el latido del corazón a un volumen muy fuerte, el propio roce de la piel con el movimiento de los brazos sube decibelios, el ruido de las tripas, la propia respiración, rascarse la cabeza… todo comienza a dar un efecto de repentino estrés en esa habitación que ha logrado el Guiness en acercarse al ansiado silencio. Allí se está cerca de los -9 decibelios cuando en un dormitorio tranquilo por la noche se alcanzan los 30 decibelios.

El Guggenheim ya ha creado su propia ‘Habitación del Silencio’

Si bien es cierto que vivimos integrando el ruido en nuestra vida, la nada repentina puede provocarnos el mismo efecto en nuestra cabeza como frenar en seco un coche que circula a 200 km/h. Sin embargo, la sensación es tan recomendable que el propio museo Guggenheim de Nueva York ha adaptado una de sus salas para poder experimentar ‘El Silencio’. La han bautizado como el blanco desierto sintético, White Syntethic Desert, con una estética posmoderna, no invita al viaje de lo desconocido: a un conocer un nuevo planeta llamado Silencio. Los privilegiados que puedan pasar unos días en la Gran Manzana, que no duden en vivir la sensación. Hay de  tiempo hasta agosto.

¿Somos capaces de soportar el peso del silencio?

Puede que el artista francés Marcel Marceu tuviera razón: “Tenéis que entender qué es el silencio, cuál es el peso del silencio para comprobar el verdadero  poder del silencio”. Dentro y fuera, el silencio nos sigue perturbando porque preferimos seguir inundados de ruido, es nuestro circo como en la antigua Roma los leones y gladiadores. No estamos preparados para soportar el peso del silencio: callar cuando se debe, contemplar, viajar a otra realidad. Que siga investigando la Nasa… puede que sea el espacio el que nos acabe ofreciendo la llave para viajar hasta ‘El SILENCIO’.

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