Razones para ser profesor internacional

Recién terminado el curso, cuatro profesores internacionales nos cuentan cómo es su vida.

Patricia Peyró. 28/06/2017

La demanda de profesores nativos va en aumento con el crecimiento del número de colegios internacionales. Presentes en diferentes países del mundo, en muchos casos suelen ofrecer puestos atractivamente remunerados a cambio de renunciar a las comodidades de la cultura occidental.

En un mundo global en el que la competencia se desarrolla en inglés, muchos países en vías de desarrollo ofrecen en sus grandes ciudades alguna alternativa de educación internacional de la que suelen beneficiarse los hijos de la gente pudiente autóctona, así como los de los expatriados que van a trabajar en el desarrollo de las infraestructuras del lugar. El propósito de los locales no es otro que el de dotar de una mejor oportunidad de formación a sus hijos, mientras que los expatriados buscan fórmulas educativas exportables a cualquier otra cultura y país.

Destinos como Oriente Medio o Asia ofrecen jugosas ofertas económicas

Los destinos más apetecibles para un profesor están en los lugares más occidentalizados, pero difícilmente pueden competir con las ofertas económicas de Oriente Medio o Asia.  Allí los sueldos son mucho más altos, mientras que baja el coste de la vida, justo lo contrario de lo que sucede en países como España, donde el sueldo de un profesor apenas llega para cubrir los gastos de manutención.  Los que salen lo hacen por dinero, aunque no vale todo.  Y ahí está el problema:  los profesores no suelen aguantar más de uno o dos años en el mismo destino, y adoptan la rotación como forma de estilo de vida.  ¿Cómo les afecta ir saltando de país en país?

Contactamos con varios profesores internacionales con experiencia en distintos países para que nos expliquen cuáles son los pros y los contras de una profesión tan importante como exigente y que tiene muchos puestos a cubrir en todo el mundo.  Queremos entender el porqué de la dificultad de los colegios para mantenerlos en plantilla durante el tiempo suficiente como para no afectar al aprendizaje de sus alumnos.

Julie Shaffer está especializada en educación especial para preescolares

Julie Shaffer (50, Arizona, USA)
Ha trabajado en dos países de Oriente Medio y actualmente enseña Grade 2 en ciencias, matemáticas e inglés, aunque en realidad está especializada en educación especial en cursos preescolares. “Trabajé durante diez años en mi país a tiempo completo y pasé cinco años como maestra de apoyo. Me especialicé en autismo dirigiendo un programa autónomo de autismo de alto funcionamiento durante cinco años y luego establecí un programa secundario equivalente para el distrito más grande del estado de Arizona.  Mi último trabajo en Estados Unidos fue como maestra secundaria en una escuela de conducta altamente estructurada para estudiantes que habían sido expulsados de otras escuelas”, explica.

Insatisfecha con el sistema de su país, decidió probar suerte saliendo fuera, coincidiendo con la emancipación de sus hijos universitarios: “Desafortunadamente, la educación apunta a constantes recortes presupuestarios y congelaciones en Estados Unidos, lo que hace difícil ganar lo suficiente como para hacer algo más que vivir al día. Lo peor es que no hay visos de que la situación mejore. Por alguna razón a los maestros se les transmiten unas expectativas de mayor trabajo por menos dinero por un tiempo indefinido. Por ello, muchos profesores deciden cambiar de carrera tras ejercer durante cinco o seis años”.

Aprender de otras culturas permite el enriquecimiento profesional y personal

Trabajando así afirma ganar también en otras cosas: “Amo viajar y ver culturas diferentes. Siempre he creído que la mejor educación es viajar y, económicamente, esta es mi mejor opción para ver mundo”.  Julie dice estar satisfecha con su vida y con lo que hace.  La enseñanza en el extranjero nos proporciona mucho tiempo de reflexión y hace aflorar algunas batallas personales todavía no libradas. Yo me he vuelto más segura de mí misma para viajar sola y conocer gente nueva. También me he convertido en una mejor maestra: trabajar con profesores de todo el mundo nos permite observar un gran abanico de estrategias y filosofías diferentes y poder quedarnos con lo mejor de cada una.

Ruth y Christopher recorren el mundo acompañados de su pequeña

Ruth Louka (30, Londres, U.K. ) y Christopher Burns (33, Bolton, U.K.). 
Ruth y Christopher son pareja y como tal, todos los años toman juntos la decisión de dónde guiar su destino familiar, muy condicionado por una niña en edad preescolar, quien también les acompaña. En el presente curso, Ruth ha impartido clases de inglés, matemáticas y ciencias a Grade 3, mientras que Christopher ha sido profesor de educación física en los distintos cursos. Tras varios meses meditándolo, van a cambiar de destino, aunque su idea es quedarse en Oriente Medio, posiblemente en Egipto, donde ambos ya han trabajado con anterioridad y donde Ruth pasó parte de su infancia como hija de profesores expats que en su día abrieron allí una escuela.

El principal incentivo para viajar, afirma Ruth, es el dinero: “Los beneficios adicionales van mucho más allá de un sueldo básico. Por ejemplo, nosotros trabajamos en los Emiratos Árabes Unidos en 2011 y 2012, y aunque nuestro salario básico no era nada del otro mundo, estaba libre de impuestos e incluía una lujosa vivienda con todas las facturas de suministros pagadas, seguro médico, vuelos gratis y bonificación de fin de servicio. Tales beneficios no se conocen en Europa, de ahí el creciente número de profesores expatriados en el Medio Oriente”.

Muchos profesores expatriados viajan a los destinos con toda su familia

Chris, como se hace llamar, opina lo mismo y descarta por el momento destinos como España, a pesar de su gran atractivo: “Nos encantaría vivir y trabajar en España, donde hay un montón de colegios internacionales. Ambos somos muy aficionados a su cultura y estilo de vida; la gente es amable y por supuesto tienen una gran comida, pero los salarios son relativamente bajos en comparación con otros destinos. Esto, junto con el descenso en la economía y los problemas contractuales para los trabajadores extranjeros en los últimos años, quizá sea la razón por la que los profesores buscamos otras opciones”.

“Las parejas de docentes hacemos uso de la oportunidad de tener la matrícula gratuita para nuestros hijos, mientras que los solteros que trabajan a corto plazo, combinan la enseñanza con viajar y la aventura de aprender sobre una nueva cultura”, añade Ruth.

Chris menciona otra serie de beneficios intangibles pero relacionados con el desarrollo personal:  “Definitivamente, aprendes mucho más sobre ti. Sales de tu zona de confort y no te queda más remedio que hacer las cosas por ti mismo, entrando en un proceso constante de aprender nuevas habilidades”. Incluso cuando éstas son tan exigentes como aprender un idioma como el árabe.  Cuando llegué por primera vez a Egipto no conocía a nadie y se hablaba muy poco inglés en la zona en la que yo vivía. Tuve que salir a comprar agua, frutas y verduras. Pronto comencé a aprender los números, a decir algunas frases básicas y a saludar a la gente. Al final de mi primer año en El Cairo, podía mantener conversaciones con los locales, y todo sin ninguna lección formal en el idioma. Tienes que tener la mente abierta y sumergirte en la cultura”, afirma.

«Si no sumergirte, como mínimo, respetar esas diferencias culturales», aclara por su parte Ruth.  “Me mudé a Egipto cuando era joven y muchos de mis amigos eran musulmanes, y eso me ha facilitado mucho las cosas para trabajar posteriormente aquí en Oriente Medio, ya que tengo mucha más comprensión de la religión. Hemos trabajado en Egipto y Jordania y ambos países son relativamente liberales, y al tener una parte de la población cristiana, la vida no es tan diferente a la de Europa”.

Destinos como Egipto exigen abrir la mente para convivir con los locales

Y respecto a la cultura, no se refleja tanto como se cree en las aulas:  “Los niños son niños sin importar su nacionalidad”, asegura la profesora de primaria. “Si uno trabaja duro, los padres de Oriente Medio son solidarios y agradecidos. Exigen mucho a sus hijos, especialmente con el inglés y la aritmética. Y en cuanto al comportamiento, si bien algunas culturas pueden resultar más irrespetuosas con la autoridad (especialmente si eres mujer), en cada clase hay de todo: están lo niños educados, los hiperactivos, los insolentes…  Pero después de todo, es lo que crea un ambiente de aula, y si todos los alumnos fueran iguales, enseñar sería de lo más aburrido”.

Uno de los principales problemas de las escuelas internacionales está en la rotación del profesorado, aunque este hecho, según argumenta Chris, no tiene por qué afectar para mal al aprendizaje del alumno: «No diría que afecte necesariamente al aprendizaje de los estudiantes, siempre y cuando la calidad del reclutamiento sea alta. De hecho, los niños aprenden mejor con métodos de enseñanza variados y con diferentes estilos de enseñanza, por lo que tener diferentes profesores podría posiblemente tener un efecto positivo en el aprendizaje”. Las razones para el abandono y la rotación son múltiples y no sólo económicas. “Cuando los maestros deciden ir al extranjero a trabajar, por lo general no tienen ninguna asociación o vínculos con ese país en particular. Esto resulta en una estancia de corto plazo. Siempre habrá otra escuela en otro país, dispuesta a ofrecer mejores condiciones para que el profesor internacional se mueva”, concluye.

Jamie siempre quiso ser profesora

Jamie Dsouza (32, Goa, India)
Siempre quiso ser maestra y para ella la enseñanza no consiste solo en ser profesora, sino en ir un paso más allá y “difundir el conocimiento de la mejor manera posible”. Como el resto, aclara que “la razón principal para trabajar uno fuera de su propio país, además del dinero, es explorar diferentes culturas y visitar nuevos lugares”. Siempre habrá tiempo de volver cada uno a su tierra, ya que “el hogar es donde está el corazón».  Mientras tanto, aboga por aprovechar y nutrirse de los nuevos conocimientos acerca del país en el que se esté, “desde la cultura histórica y la cocina local hasta el idioma, pasando por las creencias más espirituales”.

A su paso por Oriente Medio, y en comparación con su experiencia docente anterior, ha observado que los niños son un poco agresivos, tanto en su comportamiento en clase como  a la hora de conversar. Incluso desde temprana edad, muchos incurren en el acoso o falta de respeto a la mujer, algo que hace que las mujeres no puedan salir a pasear por la calle sintiéndose a gusto, con independencia de que no se deban cubrir el pelo.

Muchos profesores expatriados van cambiando de destino cada dos años

“Algunos niños te hacen comentarios groseros si te ven pasar por la calle, diciendo cosas que ni siquiera deberían saber a su edad”, aclara Jamie. «También pueden llegar a tirarte piedras, aunque casi nunca sea con deseo de dañar de verdad, sino más bien como un gesto o reminiscencia simbólica de la lapidación como castigo a la mujer, todavía presente en algunos países musulmanes».

Jamie cree que “los profesores deberían ser bien atendidos por el colegio o grupo educativo que les contrata” para conseguir retenerlos durante más tiempo, sobre todo si en el destino existen limitaciones fuera del horario laboral en actividades de ocio y tiempo libre, o apenas hay ofertas de restauración.

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