#CloseTo Ken Appledorn: «Jorge es romántico sin empalagar»

Es estadounidense pero tiene acento andaluz, prueba de sus más de doce años en España al lado de su marido, Jorge Cadaval.

Amalia Enríquez. 18/07/2017

Recuerdo que, el primer día que le vi, pensé que era un miembro más del clan Cadaval que no conocía hasta ese momento. Cuando le escuché hablar con un acento andaluz más sevillano que el de un nativo, no daba crédito a que fuera americano. Me hizo gracia desde el primer instante y, a medida que ha ido pasando el tiempo, esa inicial empatía se ha convertido en intensidad de cariño, como me ocurre con la que, desde hace años, es su familia española. La travesía de Ken Appledorn, desde su Detroit natal a la Triana actual, la ha contado en un libro donde su sentido del humor e ironía nada tienen que envidiar a la de esos Morancos que tan bien conoce…

The Luxonomist: Me has puesto en bandeja recordar. Espero que tengas buena memoria y no te importe que lo hagamos…
Ken Appledorn: A mí me gusta todo, incluso recordar. No tengo problema con nada. Soy un despistado, no me acuerdo de nada, pero a ver si salgo airoso.

TL: O sea, que me las tengo que ver con alguien que tiene memoria de pez…
Lo conseguiremos. Mira, ahora que me dices que recuerde, me viene a la cabeza lo llorón que yo era de niño. Lloraba por todo, me emocionaba un montón por cualquier cosa. Mis hermanos me machacaban constantemente por ser de lágrima fácil.

Ken se vino a España por amor

TL: Tendrías un punto de sensibilidad del que ellos carecían…
Yo creo que sí, en todos los sentidos (risas). Siempre me acostaba llorando, ¿te lo puedes creer? No creo que sea malo llorar, es el resultado de sentir. Llorar, además, es muy depurativo.

TL: Aparte de llorón, ¿cómo era Ken de niño?
Soy el pequeño de cuatro hermanos, todos chicos, y el más inquieto. Mi madre intentó conseguir la chica pero, después de nacer yo, se rindió. Como ocurre en Andalucía y en tu tierra, Galicia, ella era la que mandaba en casa. Y cuando decía ¡hasta aquí!, nadie daba un paso más (risas). Me preguntabas cómo era yo. Era bueno, siempre estaba dispuesto a echar una mano, me gustaba agradar, me encantaba jugar y me moría con los deportes. Me gustaba estar en familia y era el que siempre organizaba las reuniones para estar todos juntos.

TL: Chico conciliador…
Sí, absolutamente. Era el que siempre quería que los cuatro hermanos estuviéramos juntos. Era muy español en ese sentido, me gustaba la unión de la familia.

Le encantaba hacer reuniones familiares. En la foto, con su familia y su marido, Jorge

TL: ¿Era necesidad de afecto?
Mucho. Siempre me ha gustado un abrazo, un beso, la sensación de cariño. Sigo siendo así. Soy muy tímido. Con gente nueva me gusta mi espacio pero, con la gente con la que tengo feeling, me gusta el contacto de un abrazo o un beso.

TL: ¿Fuiste un niño feliz?
Mucho. Lo bueno de Michigan era que había muchos bosques, mucho campo. Me encantaba salir con mi bicicleta, buscar ranas, salamanquesas y bichos varios. Los atrapábamos y los metíamos en un frasco. En el fondo éramos un poco malos, porque los animalitos se morían ahí encerrados. Ahora que lo recuerdo me dan pena (risas).

TL: Doy por sentado que veterinario no querías ser…
Nooo.. Yo quería ser actor, lo tenía claro. Me gustaban los musicales y a mi madre también. Siempre que íbamos en el coche, mi padre ponía a Johnny Cash y mi madre musicales. El primero que vi fue ‘El rey y yo’.

Acaba de publicar su libro ‘De Detroit a Triana’

TL: Supongo que cuando dijiste en casa que ser artista era lo tuyo, tampoco fue un drama …
A mi madre le gustaba la música, pero no que nos dedicáramos a ella. No nos dejó a ninguno de los cuatro. Vengo de una familia muy conservadora y lo que querían para nosotros es que estudiáramos y tuviéramos una seguridad en la vida, ganar un buen sueldo y tener un buen trabajo. El artisteo le gustaba como algo para disfrutar, pero no como un medio de vida.

TL: Así que te tocó estudiar…
¡Qué remedio! Estudié Empresariales. Hice los cuatro años y entre medias conocí a Jorge en un viaje a Sevilla. Me enamoré y regresé a Michigan a terminar los estudios. Comencé a trabajar y ganaba un buen sueldo… así que venirme a España como mileurista no lo tenía muy claro, pero el amor lo desbarató todo.

TL: ¿Qué dijiste en casa?
Conocí a Jorge casi cuando me tenía que volver, así que les dije a mis padres que para saber hablar bien español me iba a un chiringuito a Rota (risas), porque iba a aprender más conviviendo con los andaluces. Cuando no pude alargarlo más, tuve que regresar. Dos años hablando por teléfono dos veces al día… nos dábamos los buenos días y las buenas noches. En esa época no había Skype y me dedicaba a buscar tarjetas baratas de teléfono.

Jorge y Ken empezaron su relación a distancia y ya llevan juntos más de 12 años

TL: Difícil llevar una relación que empieza a distancia…
Muy complicado. Lo malo es que estaba tan enamorado, no salía de casa por miedo a que me llamara y no estuviera para coger el teléfono. Si me llamaba y no estaba ¡me moría! Era el año 2001 y en EEUU no tenía móvil.

TL: ¿En ningún momento te planteaste venir a vivir aquí?
En ese momento no porque mi padre tenía cáncer de piel en estado de metástasis. Mis dos hermanos mayores ya se habían ido de casa, así que los dos pequeños ayudábamos a mi madre a cuidarle turnándonos por las noches. Fíjate lo que son las cosas: el mismo día que se murió mi padre, tenía un billete para viajar a España. Me olvidé el pasaporte en casa, me di cuenta en el aeropuerto y volví a buscarlo, pero se hizo tarde y perdí el vuelo. Esa misma noche, murió.

TL: ¿Crees en el destino?
Sí, porque estoy viendo adónde me está trayendo la vida en algunas cosas. Tarde más o menos, creo que todo llega y, si vas en la dirección  de la corriente, acabas por realizar aquello para lo que estás predestinado. También  hay veces que me entran dudas porque veo gente con mucho talento que no consigue lo que merece.

‘Cadena perpetua’ es una de sus películas favoritas

TL: ¿Tu punto de inflexión emocional fue la muerte de tu padre?
Emocional y vital. Con su fallecimiento, me cambió el chip. Yo soy muy americano en el sentido de que no me gusta depender de nadie. Tenía un buen trabajo, un gran sueldo, me iba bien en la vida pero… ¿por qué no intentar ser feliz con la persona que quería? Y esa decisión me llevó a cambiar de vida por completo. Le dije a mi madre y mis hermanos “estoy enamorado, lo voy a intentar y a ver qué pasa”.

TL: ¿Conocían ya a Jorge?
Un poco, porque había venido para el funeral de mi padre. Ahora están enamorados de Jorge pero, en aquel momento, no les gustaba nada. Mi madre veía que su hijo pequeño se venía a España a vivir, sin trabajo fijo y dejaba allí una vida estable. No fue fácil, pero ahora le adoran.

TL: ¿Fue fácil el cambio?
Si te soy sincero, el primer año fue muy complicado. No tenía permiso de trabajo, no estaba totalmente integrado con el idioma y depender de Jorge, no era lo que yo quería. Me costaba ser mileurista, pero su apoyo y el de toda la familia fue determinante para superar esos momentos, aunque estaba solo para todo. Si me enfadaba con Jorge, no tenía un amigo para desahogarme.

Recomienda la lectura de ‘The handmaid´s tale’ y ‘1984’

TL: ¿Os enfadais mucho?
La verdad es que no. Y mira que es difícil porque estamos las 24 horas del día juntos. Yo creo que la clave está en que nos damos nuestro espacio y eso es importante. Llevamos ya doce años juntos, más cuatro anteriores yendo y viniendo. Ahora me siento mucho más equilibrado.

TL: Vamos a volver la vista atrás un rato. ¿El niño llorón iba al cine?
Mucho. Siempre me ha gustado. Mi primera película fue ‘Pinocho’. Recuerdo que los refrescos y las palomitas eran carísimas. Mi madre nos daba unas bolsas con Coca Cola y palomitas para que nos las lleváramos, las escondíamos dentro de los abrigos y las tomábamos dentro de la sala. Siempre he ido mucho al cine y, ahora con Jorge, no hemos perdido esa costumbre.

TL: ¿Alguna película que en la travesía de la vida se haya convertido en imprescindible?
Me gustan mucho ‘Forrest Gump’ y ‘Cadena perpetua’, con la que flipé porque me sorprendió. Me gustan las películas que cuenten historias que sorprendan, que hagan pensar, que tengan mensaje. Ahora, de adulto, cuando veo algunas películas, veo que me afectan muchas cosas de su guión porque, después de la muerte de mi padre o de superar cosas delicadas, me llegan dentro sensaciones en las que antes no reparaba.

‘Forrest Gump’ le gustó mucho

TL: ¿Cómo convive un tímido en una profesión tan sobrexpuesta como ésta?
En contra de lo que pueda parecer, lo llevo estupendamente. Es divertido que lo que no puedo hacer en la vida real, me lo permita un personaje. Lo mejor de este trabajo es poder jugar. También te digo que soy tímido dependiendo el entorno y del ambiente.

TL: Tienes al lado también a un tímido, porque Jorge no es el extrovertido que la gente ve en el escenario…
Y menos mal. Mucha gente me dice que con él no me puedo aburrir. Es verdad que no, pero sería una locura que siempre fuera a 100. Por suerte, tiene sus momentos de calma porque, en la convivencia, no solo sería imposible estar siempre en ese nivel, sino que no lo aguantaría nadie. Jorge tiene mucha energía, pero luego es una persona muy reservada y tímida.

TL: ¿Qué te conquistó de él?
Su bondad. Siempre es muy detallista, romántico sin empalagar. Yo soy más despistado, no me acuerdo de nada. Es muy ordenado y yo puedo llegar al límite de ser caótico (risas). Yo le he transmitido a Jorge la constancia y el sentido de la responsabilidad.  Y de él me gusta, sobre todo, su pasión por la familia. La verdad es que he tenido mucha suerte al entrar en el entorno de los Cadaval.

Así se hizo el selfie de la portada con nuestra compañera Amalia Enríquez

TL: ¿Cómo andamos de lecturas?
Bastante bien porque desde niño he leído mucho. Me encantaban ‘Las crónicas de Narnia’, ¡fíjate! Ahora no tengo tanto tiempo porque lo que toca es leer guiones, pero hay libros que me han dejado huella, por ejemplo ‘Handmade´s tale’, que ahora está teniendo mucho éxito en serie. Lo leí en el instituto, al igual que ‘1984’ de George Orwell. Me gustan las historias de futuro, un poco visionarias.

TL: Y ese niño, que leía Narnia, ¿qué pensaría del adulto que se busca la vida en la interpretación?
Seguro que diría ¡olé! Se sorprendería, fliparía, no se lo creería y, al mismo tiempo, quiero pensar que estaría orgulloso.

*Localización: ‘El Qüenco de Pepa’. *Próxima semana: Pablo Casado.

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