¿Por qué nos divorciamos tras las vacaciones?

Cuida a tu pareja porque, cuando las cosas no salen bien, suele ser la que sale peor parada.

Ana Villarrubia. 17/08/2017

La mayor parte de las separaciones y divorcios, incluso en tiempos de crisis, se vienen produciendo después de las vacaciones de verano o a principios de año, es decir, después también de las vacaciones de Navidad y coincidiendo con el establecimiento de propósitos de cambio para el Año Nuevo. Lo dicen las estadísticas del INE pero, además, mediadores, abogados, jueces o psicólogos podemos atestiguarlo. Los terapeutas de pareja experimentamos todos los años un repunte de las consultas de este tipo coincidiendo con “la vuelta a la rutina después de un tiempo de descanso. ¿A qué se debe esto?

En teoría, cualquier periodo vacacional promueve el relax y permite una mayor dedicación al ocio. También en teoría, sin obligaciones laborales y saliendo de las imposiciones horarias del día a día, disponemos de más tiempo para “disfrutar” de la pareja. Sin embargo, visto desde otro punto de vista, más tiempo en pareja también se traduce en mayor número de oportunidades para que afloren viejos conflictos cuando éstos no están resueltos. Si existía cualquier tipo de problemática en la pareja, las vacaciones representan el marco ideal para que éstas salgan de la sombra de la rutina donde vivían bien camufladas… Con tiempo para el roce, ya se sabe: o se hace el cariño o se manifiestan los problemas más intensamente que nunca.

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Con tiempo para el roce o se hace el cariño o se manifiestan los problemas más intensamente que nunca. Foto: latam.discoverymujer

Falta de compromiso y acuerdo, dificultades para la intimidad o problemas de comunicación son los motivos más frecuentes por los que una pareja acude a terapia o se llega a cuestionar la viabilidad de su unión en el futuro. Ninguno de estos problemas se origina de la noche a la mañana pero sí puede permanecer oculto durante largos periodos de tiempo. En el trabajo nos refugiamos y en la rutina nos justificamos.

Ninguno deseamos jornadas laborales (o de trabajo en casa) maratonianas en las que no hay tiempo ni para hablarse detenidamente mirándose a los ojos pero, una vez se producen, lo cierto es que pueden llagar a cumplir una interesante función: permiten evitar el afrontamiento de lo que más tememos y facilitan una huida hacia adelante en la que se atiende lo urgente pero no necesariamente lo importante. Evitar la discusión en lugar de abordarla con todas sus consecuencias supone un alivio en el corto plazo y nos permite seguir atendiendo compromisos y obligaciones sin parpadear siquiera.

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Ensaya medidas de cambio poco drásticas antes de ponerlo todo patas arriba. Foto: comoconquistaramipareja

Otro motivo por el cual la vuelta tras un periodo de descanso es más propicia para los problemas de pareja es la aparición del síndrome post vacacional, que no es un diagnóstico como tal pero sí es un cuadro recurrente de ansiedad, apatía, desmotivación y desesperanza. Pese a lo que pueda parecer a primera vista, los síntomas de desregulación emocional propios de la vuelta tienen mas que ver con unas vacaciones frustradas que con unos días estupendos de relax. Al fracaso de las expectativas que sobre un viaje se depositaron (“no conseguí desconectar”, “después de tantas ganas de irme no salió tan bien como esperaba”, “no valió la pena tanto gasto”…), que pueden llegar a originar síntomas de tipo depresivo y ansiógeno, se suma hecho de que la pareja haya podido ser también una fuente de problemas en esos días de deseado idilio.

Una vez de vuelta a la rutina, por pura lógica y coherencia personal, surge una intensa voluntad de introducir cambios en el día a día que impidan que la experiencia negativa vuelva a repetirse. Somos seres inteligentes y, aunque nos ocurre a veces, a nadie nos gusta tropezarnos dos veces con la misma piedra (al menos no de forma consciente).

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Un tiempo de descanso es principalmente una oportunidad bien aclimatada para el balance y el análisis a nivel personal. Foto: news.urban360

En definitiva, las vacaciones, en sí mismas, no generan rupturas. Pero las interpretaciones que realizamos sobre el fracaso de nuestras expectativas sí afectan a menudo a la pareja y suponen un empuje motivacional para la toma de decisiones que hasta el momento se habían pospuesto. Un tiempo de descanso es principalmente una oportunidad bien aclimatada para el balance y el análisis a nivel personal. De ahí que todo lo que durante el año observamos con una suerte de venda en los ojos salga a relucir en el momento en el que nada sirve ya para justificarlo.

Aún así, si después de este verano tienes la necesidad de cambiar tu vida, date un tiempo de reflexión y ensaya medidas de cambio menos drásticas antes de ponerlo todo patas arriba en plena revolución emocional post vacacional.

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