¿Sabes si tu pareja es un estafador?

El donjuanismo existe y es mucho más habitual en los hombres que en las mujeres.

Ana Villarrubia. 26/10/2017

En los últimos meses, la prensa, especialmente la de sucesos, se ha hecho eco del caso de un mal llamado ‘Don Juan Traidor’, una suerte de presunto estafador que conquistaba a las mujeres para aprovecharse de ellas y vivir a su costa el tiempo que le fuera posible. Lo hacía desde un discurso aparentemente mitómano, inventando una biografía ficticia que apoyaba con documentación igualmente falsa. Una vez descubierta la trama con una mujer, pasaba a tramar la forma de enganchar a la siguiente. Todo esto hasta hace poco tiempo, cuando se le han acumulado decenas denuncias (y de juicios, algunos ya celebrados y otros pendientes) entre las que se encuentran no solo reclamaciones por estafa sino también algunas otras por malos tratos. No puedo estar más en desacuerdo con que a este señor la prensa le apode ‘Don Juan’.

El Don Juan hiere, sin duda, pero no ha trazado un plan voluntario para hacerlo. Esto no le exime de responsabilidad, pero no es lo mismo en absoluto. El Don Juan es narcisista, ciertamente, pero no psicopático, no es un antisocial de manual. El Don Juan no traza un plan y orquesta un engaño, de hecho es probable que en un principio no contemple siquiera el fin en absoluto, vive al día; lo que hace es sucumbir ante la emoción, cede ante su adición al amor.

El Don Juan vive para conquistar

De creación española, el ‘Don Juan’ de Tirso de Molina es uno de los arquetipos más destacados de la literatura de medio mundo. Su perfil, el de un hombre atractivo y engatusador a partes iguales, conquistador ante todo, ha trascendido a lo largo de los siglos y ha servido de fuente de inspiración para la creación de múltiples y muy interesantes personajes, tramas literarias e iconos teatrales.

Pero no nos quedemos solo en el mundo de la ficción. Desde el punto de vista psicológico, el Don Juan subyace y sobrevive mas allá del mito. El Don Juan existe, por extensión la ‘Doña Juana’ también (aunque se identifican con mucha menos frecuencia), y puede que tú mismo/a te hayas cruzado con alguno de estos personajes a lo largo de tu biografía sentimental. Si ha sido el caso, entonces no me cabe duda de que no pasó sin dejar huella, y que después se esfumó.

La conquista puede ser para él más potente que la excitación sexual

¿Quién o qué es un Don Juan? El perfil más generalizado se corresponde con un hombre inteligente, apuesto (o no) pero infinitamente atractivo (no olvidemos que el atractivo reside, más que en lo obvio, en la actitud), caballeroso y gentil, cuidadoso y delicadamente detallista, seductor a más no poder. Enamoradizo y capaz de enamorar hasta el punto de que, para el Don Juan, el juego de la seducción es en sí mismo un propósito de vida. Ligar no como afición sino como ocupación vital, como necesidad para el sostenimiento de una autoestima que se alimenta de la conquista. El Don Juan es adicto a la adrenalina del cortejo, un verdadero enamorado del amor.

La pasión de los primeros encuentros, las mariposas del alma que se agitan en el estómago y la intensidad de la seducción son perseguidas por el Don Juan como una verdadera obsesión. Una vez producida la conquista, una vez conseguida la entrega casi incondicional de la deseada mujer, el interés se desvanece y la sed insaciable de emoción y recompensa le llevan a buscar el amor en otra parte. En otra cama quizá también, forma parte del ritual, aunque para el Don Juan la conquista amorosa puede llegar a ser más potente que la excitación sexual.

Normalmente el Don Juan deja a su paso a mujeres enamoradas y destrozadas

El Don Juan es narcisista, necesita del refuerzo externo para mantener su autoconcepto a flote, actúa de manera compulsiva, vive instalado en el ideal y es incapaz de establecer vínculos afectivos duraderos. Construye intimidad a la velocidad del rayo pero carece de ningún tipo de compromiso para mantenerla en el tiempo y es dependiente de la pasión vinculada a la conquista. Por eso es irremediablemente infiel y puede resultar, sobre todo en su huida, manipulador y esquivo. Infiel por conquista, que denominamos los psicólogos. Sin embargo, no hay engaño alguno en cuanto a su vivencia emocional: se ve invadido por un huracán interior que le mueve y motiva de forma poderosa. Para luego desvanecerse con la misma facilidad. Emociones volátiles, sí, pero también genuinas.

Por desgracia, si entendemos la seducción como forma de vida, como centro de su mundo, entonces también hemos de aceptar que lo que queda alrededor de este personaje son cadáveres emocionales, mujeres despechadas de manera repentina, devastadas por la incomprensión del rechazo repentino. Efectivamente, resulta complicado asimilar que ese apasionado gentleman no se había enamorado de ellas, sino del amor en sí mismo.

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