Ramos para novias otoñales
El otoño es increíblemente bello e imperfecto, como los ramos de flores de distintos rincones del mundo que traemos hoy.
Para mí, los otoños son otoños cuando me envuelve un jersey de lana gordo y sostengo un tazón de chocolate caliente con marshmallows, mientras veo el viento frotar las hojas del ginkgo. Quiero quedarme ahí, en la terraza de mi hermana María Paz para escuchar las historias tontas de la familia y reír.
Los otoños son otoños cuando vuelvo del colegio en mi Jumper azul y el mayordomo no ha tenido tiempo de limpiar la vereda. Pisoteo con fuerza las hojas secas de los plátanos orientales y hago olas de una patada. El crunch-crunch es una melodía con notas perversas: tengo- como nunca- permiso para destruir.
No hace mucho aprendí una obviedad. Así como los árboles cambian de color, las flores se tornan melancólicas. Ellas, que no crecen en invernaderos y tampoco cruzan volando continentes y mares, se empequeñecen. Vuelven sus tonos furiosos en sombras opacas y en sus pétalos afloran vetas. Algunas son un misterio: mantienen su textura aterciopelada como las mejillas arrugadas de mi tía abuela Edelvira.
Si el otoño es tan bonito e imperfecto como para mí y te casas en esta increíble y atrayente época del año, completa tu vestido de novia con un bouquet melancólico, de tonos rojos y pajizos… que combine la belleza de lo decadente y la exuberancia de la naturaleza otoñal… Porque el ramo puede decir no solo cómo eres y cómo te sientes… sino cuándo y cómo es el otoño para ti… (Portada: Kristina Steunenberg de Minim Designs (Wellington, Canada).