El abuso sexual a menores, novelado

Con 'La duda', la autora María Reimóndez plantea el tabú y un tema tan delicado como el abuso sexual a niños.

Patricia Peyró. 14/11/2017

Últimamente Hollywood está en boca de todos, y no precisamente a causa de la calidad de su cine o de los vaivenes sentimentales de las celebrities. Las denuncias por acoso sexual al productor Harvey Weinstein han servido para dar un giro argumental inesperado a todo el culebrón hollywoodiense, levantándose la liebre de lo que parece haber sido una realidad oculta pero asumida en un mundo tan competitivo como el de la meca del cine.

Ahora son las mujeres las que hacen piña para denunciar el acoso sexual entre bastidores, pero no es la primera vez que esto sucede. Hace ya varios años, los que tres décadas atrás fueron niños actores protagonizando grandes hits como Los Goonies o Los Gremlins, alzaron la voz para denunciar abusos sexuales en su infancia por parte de algunos de los peces gordos de la industria del cine.

‘La duda’, de María Reimónez, ha sido la ganadora del XIV Premio de Novela por Entregas de La Voz de Galicia

Es un asunto que, sin embargo, apenas se recuerda, como sucede siempre en el caso del abuso sexual a niños, un tema tabú que prefiere no tocarse pero que es lamentablemente una realidad verdaderamente incómoda y que en Europa afecta a uno de cada cinco menores. Así lo reporta María Reimónez, autora de ‘La duda’, un libro con el que pretende realizar su propia denuncia social reflejando un retrato realista de la sociedad en la que vivimos y que a menudo no queremos reconocer. “Esto quiere decir que vivimos rodeadas de abusadores con total normalidad”, asegura Reimónez.

Con ‘La duda’, la escritora aborda el tema con un ritmo ágil pero manteniendo toda la profundidad del conflicto psicológico de los abusos sexuales y el modo en que salpican al conjunto de la familia y de la sociedad. Para documentarse ha recurrido al informe de Save the Children tanto sobre sus aspectos más técnicos y clínicos como legales y sobre el modo en que actúa la justicia española frente al abuso sexual infantil en el entorno familiar.

El abuso sexual es más habitual en niñas que en niños

Una realidad oculta
“Hablar del abuso sexual a menores implica poner en cuestión todas las ideas que tradicionalmente se nos han inculcado sobre la familia”, asegura Reimónez. “Es un tema que destapa las bases de muchas violencias y que saca a la luz cómo se construye la sexualidad masculina hegemónica como una sexualidad que yo denomino depredadora, que se siente legitimada para usar los cuerpos de las niñas, niños y mujeres para satisfacerse. Es un mensaje que está en nuestra vida diaria a todas horas, pero nos cuesta verlo”, asegura.

Parte de la ceguera colectiva responde a “la normalización de los papeles de género” y a la dificultad de cuestionarse ciertas cosas. No queremos ver que los padres no son siempre protectores o que el amigo simpático puede utilizar a una menor para sentir un placer sexual basado en la dominación”. Sin embargo, considera hipócrita “utilizar el dolor como excusa para no intervenir”, cuando debería servir para “hacernos reaccionar y ponernos a trabajar para transformar las bases de esta violencia”.

El escabroso asunto del abuso sexual es herencia de una sexualidad depredadora 

Aunque existan indicadores para detectar el abuso sexual en el niño, “el problema es que no se sensibiliza a las personas que tratan con la infancia”, asegura Reimónez. “Llama mucho la atención que en las carreras de ciencias de la educación no exista ni una asignatura sobre esta cuestión. Si sabemos que una de cada cinco sufre abusos, ¿cómo podemos no formar a los profesionales y establecer mecanismos de prevención e intervención?”, reclama la autora de ‘La duda’. “Ocurre lo mismo en el entorno sanitario o judicial, pero creo que lo más importante sería no solo detectar a los abusadores sino contribuir a una sociedad en la que la sexualidad masculina se conceptualice de otra manera”, concluye.

¿Qué le sucede a un niño cuando se abusa de él?
Si las mujeres tienen dificultad en denunciarlo, principalmente por el poder que ejerce el acosador y por el posterior proceso que sigue a la denuncia, qué decir de un párvulo que ni siquiera sabe lo que es el sexo. En el niño, el abuso sexual cobra sentido con el paso del tiempo, puesto que cuando se inicia se hace en forma de juego y cuando él no tiene ni el conocimiento ni los recursos psicológicos para darse cuenta de lo que hace o para saber si está bien o mal. Cuando éste se descubre años después, normalmente resulta traumático y puede haber ejercido una gran influencia negativa en su personalidad, autoestima y desarrollo psicosexual.

Save the Children estima que el 23% de las niñas y un 15% de los niños sufre abusos sexuales antes de los 17 años en España

Entre otros, el menor de edad expuesto a abusos podrá padecer algunos de estos síntomas y afecciones, según expresa el informe de Save the Children:

  • Síndrome por estrés postraumático.
  • Trastornos de ansiedad.
  • Alteraciones del sueño.
  • Desórdenes conductuales como adicciones o autolesiones.
  • Trastornos emocionales como miedo y sentimiento de culpa.
  • Alteraciones de su desarrollo psicosexual como problemas de ideantidad sexual, precocidad, exhibicionismo o conductas sexualizadas.
El libro cuestiona nuestros comportamientos ante los casos denunciados

La reacción adulta ante la revelación del abuso: un tema de reflexión
A pesar de la atrocidad del abuso, cada niño lo elaborará de una manera y lo vivirá como traumático o no en función de aspectos como el apoyo social y psicológico que reciba y de cómo se reaccione en su entorno cuando él cuente lo sucedido. En este sentido, el libro cuestiona a todas las personas, madres, padres o no, sobre nuestros comportamientos ante los casos denunciados.

Como apunta su autora, “interroga el poder que tienen los abusadores ante las víctimas y debe ayudarnos a recapacitar sobre el hecho de que si 1 de cada 5 menores en la UE son víctimas de abusos, cuando una menor se abre a hablar sobre ello lo lógico es creerla, darle apoyo e iniciar procesos que la protejan, como mínimo”.  Al contrario de lo que sucedería ante, por ejemplo, la denuncia del robo de un coche,  que nadie cuestionaría, “la víctima de abusos sexuales la primera violencia a la que tiene que enfrentarse es a la duda. A partir de ahí continúa un calvario del que todas y todos somos responsables”.

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