El hotel de lujo con las mejores vistas del Algarve portugués
El hotel Tívoli Carvoeiro, en el acantilado de Vale Covo, ofrece unas comodidades y experiencias de viaje únicas.
La experiencia única de la que hablaré hoy comienza nada más atravesar las amplias puertas de cristal que dan acceso al luminoso lobby del hotel Tívoli Carvoeiro, en el Algarve portugués. La reforma de este hotel de cinco estrellas se ha hecho con mimo y por eso, la decoración es observada con curiosidad por los huéspedes recién llegados.
Piezas de cerámica en tonalidades azules, lirios recién cortados, bóvedas de ladrillo blanco… son detalles que no escapan a las miradas como tampoco su ubicación. Al fondo, nada más atravesar la entrada del establecimiento, el mar te da la bienvenida como si te tratase de un gigantesco lienzo.
La llamada del mar es poderosa. En los pasos hasta llegar a él descubres varios restaurantes donde disfrutar de las delicias portuguesas: The One Gourmet, MED Food & Wine, Azur Bar y Mare Bistro a pie de piscina.
Además de esta amplia oferta gastronómica (que abarca desde un sandwich de salmón a una cataplana de mariscos y unos postres de infarto como la mousse de chocolate negro con aceite y sal) Tívoli Carvoeiro cuenta con un Sky Bar único en el Algarve con vistas al océano Atlántico que no tienen competencia. El espacio tiene una amplia carta de bebidas y cócteles, además de oferta de restauración, y merece la pena visitarlo aunque no estés alojado en el hotel. Lo mismo ocurre con el Spa.
Durante 12 horas al día esta zona del hotel ofrece todo tipo de tratamientos con productos de VOYA, firma de belleza orgánica cuyo ingrediente principal son las algas de la costa oeste irlandesa – para poner a tono cuerpo y mente en cabinas muy amplias que disponen de cómodas camillas. Al término del servicio, la masajista te conduce a una sala con tumbonas para seguir con el relax y te obsequia con una bandeja con agua o infusión, higos, almendras y orejones.
Una vez más, el hotel nos recuerda que estamos en el Algarve a través de sus productos típicos, algo que también ocurre con las vasijas de cerámica utilizadas en el tratamiento con el que se da la bienvenida al cliente antes de comenzar cualquier masaje.
Son piezas hechas a mano por artesanos de Porsches, una población cercana al hotel, nada de Made in China. El protocolo comienza con un un lavado y exfoliación de pies con sal y naranja también con filosofía de kilómetro 0 y Denominación Geográfica Protegida en El Algarve.
Las 248 habitaciones con terraza están decoradas en tonos azules que evocan el cielo y el mar, presentes de manera permanente a través de sus ventanales y balcones. Los amenities son de la firma lusa Portus Cale. Destaco la categoría Family Room con amplios espacios para cuatro personas (algo inusual y que las familias agradecen). Por cierto, los niños cuando entran en la habitación son sorprendidos con un kit al que no le falta detalle (juegos de mesa, visera, neceser con todos los productos de higiene -incluida la esponja- pensados para los más pequeños…).
Si no quieres dejar de estar en forma, dispones de un gimnasio abierto las 24 horas. Durante el día hay diversas clases colectivas y la posibilidad de contratar un entrenador personal. Pero si prefieres las actividades al aire libre, desde el hotel puedes iniciar una senda costera espectacular (si se viaja con niños muy pequeños mejor abstenerse) llamada Percurso dos Sete Vales Suspensos que bordea los icónicos acantilados de esta zona y por la que accedes a varias playas como la de Carvalho o Benagil. La ruta dura cuatro horas aproximadamente pero hay una versión más corta en la que se invierte la mitad del tiempo.
Los domingos, el hotel ofrece una experiencia completa para disfrutar de este plan de turismo activo acompañado de un guía que cuenta los secretos del recorrido. En mitad del camino se hace una parada para dar cuenta de un picnic con productos frescos típicos de la región como cítricos del Algarve, estrellas de higo y almendra, mojama de atún, queso de cabra con miel flor de naranjo, aceitunas, bizcocho y otros dulces, licor de madroño, zumo de naranja natural…
Esta experiencia se completa con una barrita energética gourmet de cortesía que reciben todos los participantes, junto a una botella de agua mineral. Además, si es necesario descansar, lo puedes hacer en el spa donde serás bienvenido con una infusión especial de la casa. A mayores, puedes contratar uno de sus masajes. Por cierto, una vez al mes, el director Màrio Custódio acompaña a los clientes por esta ruta.
Pero si lo tuyo no es caminar, no te preocupes. El hotel te facilita el alquiler de un tuk tuk eléctrico con guía para no perder detalle del entorno tan evocador del Tívoli Carvoeiro. Y para refrescarte en los días de más calor, el establecimiento cuenta con varias piscinas exteriores donde sientes la brisa marina. Las gaviotas no te molestarán porque antes serán ahuyentadas por la pareja de halcones que tiene el hotel en los alrededores. Si la temperatura exterior no acompaña podrás bañarte en la piscina climatizada interior que también pueden disfrutar los niños.