Tropicana regresa a España veinticinco años después

El ballet cubano por excelencia pasará el verano en el teatro Apolo de Barcelona.

Josep Sandoval. 26/07/2018

La primera vez que vi el espectáculo de Tropicana en Cuba fue en 1983, cuando Casinos de Catalunya nos invitó a un reducido grupo de prensa a conocer in situ a la compañía que había fichado para presentar su espectáculo en los jardines de su entonces sede, el palacio de la Argentera en Sant Pere de Ribes (Garraf), a unos treinta kilómetros de Barcelona.

El lugar era idóneo, pues parecía hecho a medida del original cubano, una experiencia integrada en la naturaleza en la que orquesta, bailarines y cantantes desgranaban al aire libre un torrente de melodías de todo ritmo, con presencia de lo colorista, popular y arrebatadoramente festivo como base. Ayudaba el coincidente paisaje, con escenario y pasarelas entre los pinos de los que a veces parecía descender una especial magia. Cuerpos esculturales, vestuario barroco-naïf, tocados espectaculares y un personal que transmitía unas enloquecidas ganas de vivir.

Tropicana sigue manteniendo la esencia de sus primeras actuaciones

En el Casino catalán tenían una lectura, allí en Cuba, en el año citado, uno no acertaba a comprender de dónde podían sacar el ánimo colocados todos en un sistema tremendo, de vigilancia total, prohibiciones y controles de modo continuado, guías especiales para el grupo español de prensa invitado para contar luego Tropicana y su esencia, y nada más. A veces los guardias se convertían en asesores gastronómicos, ya me dirán, tendían trampas ingenuas y al final quedaron decepcionados por nuestra escasa (nula) colaboración con el sistema, pues discutíamos acciones inhumanas como expulsar de la piscina del hotel donde nos alojábamos un colega y a su hijo cubanos, invitados por una periodista el grupo.

Discutir todo esto, y docenas de cosas más que no vamos a detallar por decoro, hizo que nuestra despedida del país sonara casi a expulsión: la exquisita cordialidad de la bienvenida chocó con el abandono en la puerta del aeropuerto, donde tuvimos que hacer una recolecta para pagar el exceso de equipaje del equipo técnico de TV3, detalle que decidieron retirar de la invitación.

‘El rey de La Habana’ tuvo que rodarse en República Dominicana

Toda esa situación chocaba con la alegría desbordante de un pueblo que ofrecía las dos caras del teatro, risa y llanto, sin posibilidad de elección. Parece que con los años las cosas han cambiado, aunque me gustaría que me dijeran cómo y cuánto. Enel 2015 a Agustí Villaronga le denegaron el permiso para rodar en Cuba ‘El rey de La Habana’, que tuvo que filmarse en República Dominicana.

El filme estaba basado en la novela del cubano Pedro Juan Gutiérrez, hábil en el relato construido a base de descripciones y situaciones, donde sin emitir juicio político, se limita a narrar lo que pasa a su alrededor, un universo sucio donde miseria, sexo y conformidad desesperada basculan ente solares e interiores tan desconchados como el alma de sus personajes. La acción de la película se sitúa en los noventa, años después de que yo la conociera, y visto lo visto, la cosa había empeorado o las situaciones y personajes de la novela eran el último eslabón de una cadena de limitaciones.

De izda a drcha: El empresario Jordi Llop; el cantante Fredys Maikel Bermúdez; el director del Teatro Apolo, Ricard Reguant; el director artístico de Tropicana, Juan Armando Pérez Sánchez; y la cantante Maria Yamel Bailey.

En fin, que han pasado los años. Tropicana siguió con sus giras por el mundo con su no mensaje: distraer el alma es su finalidad latente. El montaje original cubano sigue en su sede habitual, el parque de Marianao, y una segunda compañía, de 50 personas, realiza una gira que en nuestro país recalará en Lloret de Mar, Tenerife y Barcelona, donde les acogerá el teatro Apolo del 2 de agosto hasta el 16 de septiembre.

Convocó a la prensa el agitador cultural Joan Estrada, hábil conductor de este tipo de eventos donde se conjuran compromiso y arte, binomio del que jamás podrá desasociarse. Y nos llevó al Apolo, que fuera palacio de la revista, ahora bajo la dirección de Ricard Reguant, cuya obra en cartel con éxito desde hace meses ‘Y no quedará ninguno’ es Agatha Christie, pura y dura, nada que ver con la algarabía prevista. Reguant presidió una rueda de prendas masiva (entre prensa y compañía éramos más de cien, dato insólito para estas fechas), en la que atendieron también a los medios los cantantes solistas Maria Yamel Bailey y Fredys Maikel Bermúdez, el director artístico Juan Armando Pérez Sánchez y el empresario Jordi Llop. Porque ahora Tropicana funciona como una empresa, que no depende del ministerio de Cultura, ni Educación ni Turismo, aunque funciona con un productor delegado como cualquier compañía.

La compañía se mueve con 2.000 kilos de atrezzo

Apartados de cualquier otra idea se habló básicamente del copyright Tropicana, cuya última actuación de la que se tiene constancia es la del teatro Victoria hace 25 años. El cabaret cumplirá 80 años el 31 de diciembre, una edad ideal para hablar de la disciplina y rigor de sus 340 empleados, de los que 210 son artistas y 50 de los cuales están embarcados en esta gira. Tienen reglas estrictas pues se les hacen hasta tres audiciones para ser aceptados, tras lo que pasan un periodo de prueba entre tres y doce meses hasta que entran a formar parte del elenco fijo de la casa. Tienen un horario riguroso, desde las dos y media de la tarde hasta la madrugada, al acabar el show. Se imparten clases de diferentes disciplinas y los ensayos y puestas a punto son constantes.

Dicen que siguen teniendo aceptación en el mundo entero, ya sea en países latinoamericanos como en europeos, del norte de modo especial. Y todavía con problemas de papeleo en según qué fronteras y no es a causa de los más de dos mil kilos de peso de su atrezzo (que me parecen pocos vistos sus sombreros, que no su liviano vestuario). Realizado en directo, con una impresionante orquesta, el espectáculo ofrece un amplio repertorio de melodías festivas caribeñas, teniendo siempre muy en cuenta el folclore cubano, repleto de referencias africanas. Aunque tras un más que apoteósico surtido de melodías, cierre el show una impresionante conga que hará bailar al teatro entero. Y es que en el bailar todo es empezar.

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