Paraíso en el Priorat

Y en este caso no nos referimos a los preciosos y bucólicos paisajes de esta región vitivinícola, sino al nombre de un vino que significa eso: paraíso.

Pardes, que proviene del hebreo y significa jardín, huerto o paraíso dependiendo del contexto, no solo es un nombre más para un vino, sino que su significado, buscado y encontrado, encierra algo más. Algo que algunos iniciados pueden comprender si se adentran en el Zohar para satisfacer la curiosidad y conocer los adentros de un vino nacido en una tierra con reminiscencias cristianas como efectivamente puede adivinarse en el nombre de Priorat y de la sierra del Montsant.

Asociados al apellido Pastrana, podemos encontrar vinos de excelente calidad como el Miserere o el Kyrie. ¿Tendrá algo que ver la elección del nombre Pardes si lo vinculamos con los nombres de otros vinos de la familia Pastrana Jarque? Pues ahí lo dejo. Lo que sin duda es innegable es que el apellido es sinónimo de calidad y que, no en vano, Clos de l’Obac se encuentra entre los 150 mejores vinos del mundo.

Pardes, un blanco de Priorat con personalidad única

Pero vamos a lo que vamos. Este exclusivo vino se elabora con Macabeu y Xarelo al cincuenta por ciento, desvinculándose así de la garnacha blanca típica para los blancos del Priorat. Se ha buscado el perfecto equilibrio entre fruta y madera, por lo que su paso por barrica de roble francés es casi simbólica.

Un vino con personalidad única ya que al utilizar las nombradas variedades y conseguir el anhelado éxito se torna casi extraño, pues a pesar de lo que se piensa comúnmente, Priorat es tierra de tintos donde se elaboran excelentes blancos también.

Guillem Pastrana, aquel que está detrás de Pardes

Una recóndita parcela aglutina cepas de un cuarto de siglo que dan el fruto para el Pardes en una producción limitadísima a dos barricas y 601 botellas. Una botella lo encierra, la cual nos habla de la futura longevidad de este blanco singular, nacido en pura pizarra. De color dorado, es casi hipnótico en la copa girada. Brillante. Vivo. En nariz, flores blancas y cítricos maduros se convierten en la columna vertebral aromática de éste vino que posee aromas que te invitan a beberlo.

En boca, tiene un paso elegante y una marcada acidez que se torna amable y nos muestra con descaro su potencial gastronómico. Se puede encontrar tan solo en unos pocos restaurantes o bajo demanda contactando con su hacedor. No es un vino barato, pero nadie ha dicho que lo bueno lo sea.

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