Los duques de Sussex, de fiesta privada en Ámsterdam
Harry y Meghan se han escapado de incógnito a la inauguración de un selecto pub en Ámsterdam... aunque parece que nadie se ha enterado.
Todo lo que hace la flamante duquesa de Sussex, la ex actriz Meghan Markle, es examinado con lupa. El mismo gesto, actuación o modelito gusta a unos y a otros no, pero es lo que tiene casarse con el príncipe Enrique y pasar a formar parte de la familia real inglesa, un ente donde ha habido, y hay, de todo, y cuyas actuaciones son comentadas en todas partes. Así, el que Meghan llegue a un acto público, baje del coche y se cierre ella misma la puerta unos lo ven como un canto a una nueva manera de vivir de la realeza, mientras que otros lo contemplan como una falta de protocolo imperdonable y que pone en evidencia la poca aplicación de la recién llegada a las normas palaciegas.
Eso no es nada, porque tampoco se van a librar los Sussex de esa disparidad de criterios en su última escapada. Los dos son fiesteros, probablemente Enrique más por su juventud y lozanía, así que no dudaron ni un momento a la hora de aceptar la invitación para asistir a la apertura de un club privado… en Amsterdam, que les pilla a un tiro de avión de su residencia.
El lugar era el Soho House, uno de los espacios más elitistas que dispone de sedes en diversas partes del mundo, una de ellas en Barcelona, que cuenta con todo tipo de instalaciones desde gimnasio, piscina, restaurante, salas de trabajo y hasta un cine con sillones XXL, todo decorado por el genio de Lázaro Rosa-Violán. El de la capital holandesa no le va a la zaga y es otro lugar privilegiado, sólo apto para personajes que son, o quieren ser, donde es imprescindible ver y ser visto.
El dueño de la cadena, Nick Jones, es amigo de los Sussex, tanto del príncipe como de la ex actriz, a la que ya había invitado cuando abrió el club de Estambul en 2015. Y si en aquella ocasión Markle acudió sin problemas y departió con todo el mundo, bailó y rió siendo prácticamente una más, Jones no esperaba menos en esta ocasión aunque hubiese cambiado su estatus y fuera una testa coronada.
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Los Sussex no defraudaron a nadie: viajaron de incógnito y se divirtieron toda la noche -dicen que sin separarse el uno de la otra ni un segundo-, disfrutando de la relativa discreción de lo que, aparentemente, era una convocatoria chic con actores, músicos, políticos, algunos royals como ellos, empresarios, e incluso influencers, esos personajes de penúltima generación que en lugar de disfrutar de los eventos se pasan la noche fotografiando y colgando imágenes en las redes.
Por eso es extraño que aún no haya aparecido ni una sola muestra de esta fiesta que, dicen, acabó de madrugada, a eso de las cinco, hora en que, cual modernos cenicientos, nuestros duques regresaron al avión que les devolvió a casa. Y ahí sí que me temo lo peor. Porque si cerrar una puerta provoca un cisma, vamos a ver cómo valoran la escapada del par de tórtolos que, por hora, gozan del beneplácito popular en todo el mundo.
*Foto de portada: royal.uk