El traje: la excelencia en el vestir
El traje ha sobrevivido a crisis, generaciones y modas como ejemplo de elegancia en el vestuario masculino.
Desde los años 30 el traje es considerado la prenda masculina representativa del buen vestir. Un hombre que quiera ser y parecer elegante debe saber llevar esta prenda. La normalización en su uso por la burguesía hizo que el traje pasara de ser considerado como una prenda de uso informal, a ser considerada como prenda de vestir entre la gran masa. El traje ha permanecido siempre en el tiempo a pesar de los cambios continuos que sufre el mundo de la moda y se ha ido adaptando a las tendencias, aunque su patrón básico ha permanecido intacto.
Qué tiene un buen traje
El traje debe destacar la figura del hombre y para ello debe tener una buena hechura siendo el de tres piezas es el máximo signo de la elegancia. Una de las características típicas del traje desde los años 30 es que todas sus piezas se hacen con la misma tela, es decir, que la chaqueta, el pantalón y según el caso, el chaleco, tienen el mismo color y tejido. Después de la II Guerra Mundial el chaleco se dejó de usar con asiduidad debido al buen acondicionamiento de las oficinas y lugares de trabajo, aunque hoy ha subido su uso y se considera un complemento que dota al traje de gran elegancia. De hecho, se puede usar aunque difiera en muchos casos de material y color del resto de elementos.
Diferentes estilos
Inglaterra es la cuna del traje desde principios del siglo XX como consecuencia de la Revolución Industrial y por lo tanto es allí donde se crean y desarrollan los patrones actuales. Frente al estilo británico aparece el italiano, resultado de la adaptación del traje clásico a la climatología mediterránea. El primer botón de la manga de una chaqueta desabrochada indica que la chaqueta ha sido hecha con el detalle de que los ojales son reales. Esto hace que se puedan abrochar y desabrochar, frente a la chaqueta con ojales falsos.