#CloseTo Alexandra Jiménez: «Hay que vivir el fracaso, aunque duela»

Tímida por naturaleza, Alexandra Jiménez afirma que tiene la mejor profesión del mundo y que intenta buscar siempre el lado positivo de todo lo que le sucede.

Amalia Enríquez. 05/02/2019

Es una actriz de un talento que nadie cuestiona. La perfección de su vis cómica convive en armonía con una faceta dramática que muchos envidian. Cuando aún no se han apagado los ecos de su interpretación en ‘Las distancias’, que le ha llevado a estar nominada para varios premios, acaba estrenar ‘Gente que viene y bah’, la vemos en la serie ‘Hospital Valle Norte’ y ya está inmersa en un nuevo rodaje, ‘Atrapa a un ladrón’. Lo suyo no tiene fin…

The Luxonomist: Hace tiempo que no nos vemos. Ya echaba yo en falta una conversación de las nuestras…
Alexandra Jiménez: ¿Hace mucho? Pues yo tengo la sensación de haberte visto hace nada. Será porque te tengo muy presente (risas).

TL: Pues eso me hace mucha ilusión. Desde esa última vez, te han pasado muchas cosas y buenas…
AJ: Siento que he tenido mucha suerte y muchas oportunidades de trabajar en sitios muy interesantes, con gente que me ha aportado mucho.

TL: ¿Eres de las que crees, entonces, en el factor suerte?
AJ: Creo que lo que nos ocurre es un compendio de varias cosas. No tengo tan claro que todo se ciña a la suerte para tener la certeza de justificar lo que te sucede y tampoco sé cómo funciona la vida en ese sentido. En cierta forma, sí creo que es verdad que vamos generando muchas de las cosas que nos encontramos, sobre todo el cómo decidimos vivir cada circunstancia o cómo aceptamos incorporarlas a nuestra vida. Dependiendo de la elección que hagamos, generamos unas cosas u otras. En eso sí creo y también en que hay un factor, que se nos escapa, de ciertas cosas que tienes que vivir porque las tienes que vivir.

TL: Para valorar el éxito hay que conocer el fracaso…
AJ: Absolutamente de acuerdo contigo. Hay que vivirlo aunque duela, pero también te digo que el significado de ambos conceptos es muy relativo también. Muchas veces los colocamos de una manera que genera mucha confusión.

TL: ¿Te has llevado muchos batacazos?
AJ: Unos cuantos, pero es que una cosa no puede existir sin la otra. Y también te digo que depende de la edad en la que te lleguen, porque no es lo mismo cómo los gestionas a los 20 que a los 35, por ejemplo. De un tiempo a esta parte, lo que he aprendido -sobre todo a raíz de la película ‘Las distancias’- es la importancia de no tener expectativas. Tener ilusiones, pero no esperar un resultado concreto sobre la vida y sobre las cosas.

TL: ¿Ni siquiera en la amistad?
AJ: Incluso en ella. No hay que esperanzarte con la reacción del otro. No hay que pretender una reacción concreta. Si lo haces, ahí estás perdido porque no lo vas a lograr. Todo el mundo tiene buenas razones para hacer lo que hace en los momentos en los que decide ejecutar algo.

TL: ¿Tú crees?
AJ: Sí lo creo, porque muchas veces juzgamos al otro -porque es muy fácil hacerlo- en base a lo que sabemos de la otra persona. No es más que una simple composición de lugar que nos hemos hecho, pero no tenemos todos los datos. No estamos las 24 horas del día dentro de esa persona para entender por qué reacciona como lo hace y por qué es la persona que es.

 

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TL: Se entiende que, si es amigo o pareja, lo conocemos mucho mejor…
AJ: Sí, pero yo estoy llegando a la conclusión de que, incluso muchas veces en las reacciones más aberrantes, no solo de tu gente sino de personas a las que no conoces, en el momento en el que te pones a escarbar, te das cuenta de que todo el mundo tiene una razón para convertirse en la persona que es.

TL: Me parece que eres muy buena…
AJ: Es que ese es mi trabajo también como persona, saber de dónde viene el comportamiento del otro.

TL: ¿Eso te hace sentir mejor?
AJ: Me da tranquilidad llegar a la conclusión de que, al final, nadie tenemos ni idea sobre nadie. Y que todos somos el resultado de lo que vivimos. Por eso no se puede juzgar. Cuando realmente entiendes por qué una persona es como es, actúa como actúa y de verdad conoces su historia, todo cobra sentido. Cuando no conoces esa historia, no sabes nada y juzgas, es algo que ocurre mucho actualmente. Juzgar sin conocimiento previo.

TL: ¿Has sentido que han hecho eso contigo?
AJ: Trato de no estar permanentemente pendiente de lo que se dice. Evito tener redes sociales y entrar en un juego que me asusta. Es algo que no me gusta por todo esto que estamos hablando de manera tan seria.

TL: ¿Te da inseguridad estar en una profesión tan expuesta?
AJ: Sí, mucha. Me genera una inseguridad con la que tengo que luchar, al margen de la timidez.

TL: Esa la has ido gestionando muy bien…
AJ: Hago lo que puedo, pero va a formar siempre parte de mí. Cuando eres tímido, lo vas a ser toda la vida.

TL: Dímelo a mí…
AJ: Otra cosa es que utilices todas tus armas para dejar de serlo. Es como el miedo, hay que aprender a vencerlo.

Alexandra Jimenez y Luis Rallo en la última edición de los Premios Feroz (Foto: GtresOnline)

TL: ¿Cómo convive una tímida como tú en una profesión tan mediática como la tuya?
AJ: Intentando ser valiente, asumiendo que te pasa, que forma parte de ti y que tienes que vencer la batalla y enfrentarte a esa dificultad.

TL: La mayoría de los actores reconocéis que lo sois…
AJ: Cuando descubres que te gusta mucho la interpretación, para un tímido es el lugar más cómodo que existe, porque te puedes esconder y ser otro. Desde ahí te puedes expresar con mucha más libertad. Es maravilloso. A un tímido es lo mejor que le puede pasar.

TL: ¿Existe una delgada línea entre la Alexandra actriz y la mujer?
AJ: No sabría decirte. Yo soy de las que me llevo el trabajo a casa porque soy un poco obsesiva y perfeccionista. Otra cosa es que me lleve el personaje a cuestas siempre, eso no. Lo que me llevo son preocupaciones que debería dejar aparcadas. Vivo una dualidad muy clara entre la Alexandra que se dedica a la interpretación y la persona. Cuando ruedo, ruedo y, cuando no trabajo, mi vida es completamente anónima y podría ser la vida de cualquier persona que se dedica a otra profesión.

TL: Bailar podría haber sido tu otra dedicación, ¿nos hemos perdido a una gran bailarina?
AJ: No, para nada. Me gustaba mucho bailar de pequeña y creo que no se me daba mal, pero yo necesitaba ser otra cosa. Lo que más aportaba yo como bailarina era la interpretación, por eso nunca me he arrepentido de dedicarme a esto.

 

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Una publicación compartida de Hospital Valle Norte (@hospitalvallenorte) el 11 Dic, 2018 a las 4:58 PST

TL: ¿Ni siquiera en los momentos de desánimo? Porque siempre los hay y más en los comienzos…
AJ: En los momentos duros pude pensar muchas tonterías, pero nunca que me habría ido mejor dedicándome a la danza. Eso nunca, pero te reconozco que muchas veces sí que he vivido el miedo de decir: “Espérate ¿qué otras cosas podrías hacer? (risas)». Cuando tengo un mal día, me digo a mí misma muchas estupideces, pero lo bueno es que se me pasa muy rápido.

TL: Aun así… ¿te imaginas haciendo otras cosas?
AJ: ¡Claro que me imagino!, sobre todo en un mal día (risas). Pero cuando lo tengo bueno, soy consciente de que me dedico a la profesión más bonita que hay.

TL: ¿Te sientes en ella reconocida?
AJ: Debo decirte que sí. Me siento muy arropada y muy reforzada. Feliz porque se me dan muchas oportunidades de trabajo y eso es lo que más me hace entender que hay una respuesta positiva a lo que hago. Y, sobre todo, me siento muy agradecida.

TL: ¿Te recuerdas una niña feliz?
AJ: La verdad es que sí, pero he pasado por épocas muy diferentes y he sido una persona muy distinta en cada una de ellas. Siento que me he reinventado varias veces. No siento que soy la misma persona que cuando bailaba, ni cuando era adolescente, ni cuando era una niña pequeña.

TL: ¿Esas otras Alexandras se reconocerían en la que hoy te has convertido?
AJ: No lo sé, pero estoy segura de que les gustaría como soy. He tenido que vencer muchos obstáculos que yo misma me he ido poniendo en el camino, como el tema de la timidez, las inseguridades, el perfeccionismo… Son dificultades que tú te vas poniendo, nos castigamos mucho. Y, de repente, tratas de convencerte de que eres capaz de cambiar pero que, para ello, tienes que modificar aspectos de tu personalidad y de tu carácter. Y trabajar “pico pala” para cambiarlo y atreverte a hacerlo. Dentro de unos años sentiré que soy distinta a como soy ahora.

Amalia Enríquez junto a Alexandra Jiménez tras la entrevista

TL: ¿Eres de las que dejas que la vida surja?
AJ: Por supuesto. Si me preocupo solo de lo que va a venir, dejo de valorar lo que esa vida me va dando en cada momento. Ni siquiera pienso en si va a llegar algún día un personaje bombón. Si me focalizara en eso, no disfrutaría de los que ahora me ofrecen. A todos los personajes les puedes sacar cosas muy buenas. Pretender tener un esquema de tu vida perfecta y de que eso se haga realidad, es un error… porque igual no pasa.

TL: ¿Los premios son la mejor recompensa?
AJ: No. Hacer películas es el mayor regalo y si encima la gente va a verlas, ¡qué quieres que te cuente! (risas). La mayor recompensa es que tu trabajo llegue y que a la gente le emocione.

TL: ¿Estás acostumbrada a que en tu vida haya gente que viene y va?
AJ: Sí, pero alguna se queda… ¡Y esa es la mayor satisfacción! Soy de conservar amigos de toda la vida, pero también de otros que se han ido incorporando en la travesía. Todo lo que he vivido ha sido positivo. Soy muy disfrutona y me lo paso muy bien. Soy de muchas maneras, porque todo depende del momento e, incluso, de con quién esté. Todos nos afectamos unos a otros y, depende de quién esté contigo, tu energía es una u otra. Y nosotras dos somos mejores cuando estamos juntas (risas).

TL: Tendremos que vernos con más frecuencia entonces…
AJ: Eso está hecho.

*Localización: Hotel Urso & Spa, Madrid. *Próxima semana: Javier Cámara.

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